viernes, 22 de marzo de 2024

Feud: Bette and Joan (Miniserie de TV), by Ryan Murphy

No cabe duda de que esta es una pedazo de historia. La de un duelo mítico entre dos de las más grandes estrellas del cine de todos los tiempos, Joan Crawford y Bette Davis.

Para nadie es un secreto que las dos divas se odiaban a muerte y que el rodaje de la famosa película "Qué fue de Baby Jane?" estuvo plagado de jugosas anécdotas que inmortalizaron la célebre enemistad entre ambas. Y como buena cinéfila y amante de los entresijos de este mundillo me lo he pasado bomba con esta recreación de la historia que el prolífico Ryan Murphy nos ha regalado.

Ni que decir tiene que ver a Jessica Lange y a Susan Sarandon, otras dos diosas del celuloide, interpretando a Crawford y Davis es bocatto di cardinale. Otro duelo de lujo, majestuosas las dos, cada una en su papel, aunque yo particularmente soy más de Sarandon, y casualmente también de Davis. Por cierto, que los secundarios tampoco desmerecen en tan brillante elenco. De ellos yo destacaría el rol de Alfred Molina como el atribulado director de la película, Robert Aldrich, medio turulato y al borde del síncope al tener que lidiar con los caprichos de las insoportables divas. 

Sin embargo, y para no decepcionar a los fans de mis demoledoras críticas, tengo que decir que me fallan dos cositas: por un lado la duración y por el otro, cómo no, el wokismo que nunca falla en las producciones de Murphy.

Respecto a la duración, creo que la trama se alarga innecesariamente. En mi opinión le sobra la mitad, en cuatro capítulos se hubiera contado la misma historia y nos habríamos ahorrado escenas repetitivas y nada operativas, puesto que el odio entre las estrellas queda perfectamente retratado sin tanta reiteración de anécdotas similares. 

Y luego está esa maldita costumbre de trasladar a otros tiempos la mentalidad actual, como si en 60 años la vida no hubiera cambiado. Contar la historia en clave del feminismo 2.0 con el que hoy en día se ve la realidad. 

No cabe duda de que el mundo del cine ha sido y es especialmente cruel con las mujeres, que a partir de cierta edad son directamente ignoradas, en contraposición con los hombres, que incluso a los ochenta años siguen haciendo ridículamente de galanes, a veces con partenaires que podrían ser sus bisnietas. Véase Clint Eastwood, por poner un suponer. Pero vamos, que hace 60 años eso que ahora nos escandaliza tanto era la norma y era inconcebible plantear ninguna otra cosa, porque ni había mujeres directoras ni guionistas ni productoras ni ninguna otra cosa que no fueran estrellas de la pantalla. Y obviamente en el momento en el que dejas de lucir y tu belleza se apaga dejas de interesar. Intentar hacer ver que en aquellos tiempos existía esa visión de la realidad y que nuestras dos divas realmente fueron unas pioneras en cuanto a la lucha por el "empoderamiento" (horror, ya he dicho el abominable palabro) femenino es, cuanto menos, irrisorio.

A mí me interesa más algo mucho menos atemporal, que es el drama personal que hay detrás de todas estas grandes estrellas del cine. Porque Crawford y Davis no se hicieron alcohólicas cuando dejaron de llamarlas por ser viejas, ya lo eran desde mucho tiempo atrás. Y además esa circunstancia no se da solo en actrices, también es frecuente en grandes actores que igualmente fueron víctimas del alcohol y las drogas. Por no hablar de fulgurantes estrellas de la canción. 

En general me atrae mucho más el tema de la fragilidad de los artistas, ese mundo falso pero lleno de lujo en el que se mueven, su soledad al llegar a casa y ver el vacío a su alrededor,  sus egos magnificados por el halago que les convierten en adictos a esa admiración que despiertan en el público. Sus desastrosas vidas personales, frecuentes divorcios, hijos que terminan odiándoles, amigos que se aprovechan de su fama y su riqueza... todo eso me parece mucho más fascinante y real que ese supuesto feminismo anacrónico que Murphy pretende colar como quien no quiere la cosa.

En definitiva, yo destacaría otro mensaje distinto al que el creador de la serie, famoso por su tendencia al wokismo, pretende transmitir: que aunque seas rica y bella es jodido ser estrella.

lunes, 11 de marzo de 2024

Reina Roja (Serie de TV), by Amaya Muruzabal

Para quien no sepa de qué va la cosa esto es una tía muy muy lista, de cociente intelectual que se sale de la métrica, y un policía graciosete del que sabemos básicamente dos cosas: que es gay y que es vasco. En este orden, porque lo de gay lo repite algo así como 80 veces por capítulo, y si no lo dice él se le nota porque le hace ojitos a todo pantalón que se mueve en un radio de doscientos metros.

La tía es muy lista pero está bastante perjudicada. Se le va la pinza constantemente y se pone a ver monitos locos que le saltan por encima. Entonces se mete una pastillita en la boca y a los diez segundos los monitos se vuelven a Gibraltar gritando Gibraltar español Gibraltar español. Bueno, esto no lo dicen pero podrían decirlo perfectamente y no desentonaría en la demencial y gilipollesca trama.

La cuestión es que la extraña pareja esta se pone a investigar el secuestro de una pija, se conoce que con cargo a los fondos reservados esos tan famosos de las cloacas del estado. Porque claro, la policía normal y corriente, que como todos sabemos es medio lela, no puede comprender los entresijos profundos de una trama tan compleja. Para estas cosas hay que recurrir a la chiflada esta, y como está más pallá que pacá le ponen al poli vasco y gay de niñera.

La serie es inclusiva a tope. Aparte del gay tenemos población alternativa de todo pelaje: feos, guapos, gordos, calvos, negros, blancos, discapacitados... Qué tipo de persona quieres que haya? La encontrarás, como en toda serie amazónica que se precie.

También encontrarás muchos puñetazos de cámara, esos zooms dislocados que a poco que te hayas tomado alguna cerveza te entra un mareo que pa qué.  El estilo montaña rusa, que lo llamo yo. Se trata básicamente de aturdir al espectador y darle la sensación de que constantemente están pasando cosas cuando la realidad es que la acción avanza torpemente a paso de tortuga. 

En fin, no he leído el libro de Juan Gómez-Jurado ni desde luego ya a estas alturas pienso leerlo. Por tanto no puedo afirmar con autoridad qué parte del sindiós narrativo se debe a él y qué parte a Amaya Muruzábal, la adaptadora del engendro. Prefiero pensar que entre los dos han conseguido perpetrar esta cosa a medio camino entre lo esquizoide y lo woke que da más asquito que otra cosa.

Porque mi resumen de esta serie sería algo así como: cuando quieres dar miedo y das asco. Cuando la mitad de la serie va de una tía que está secuestrada en un calabozo inmundo, que casi puedes oler el pestazo desde tu casa con solo ver las paredes e imaginar dónde estarán los desechos físicos de la secuestrada.  Porque amigos,  lo crean o no, los pijos también cagan. Y la otra mitad del tiempo ves a otra tía que no se quita el vestido rojo ni para idem, con más mierda que el palo un gallinero, y la cara permanente de zumbada. Es que, vamos, con gusto le quitaba el traje rojo pa echarlo un mes en remojo.

Lo único salvable para mí es el poli gordo y gay, que es muy osito y me ha encantado, pese a los chistes malos que constantemente le hacen decir, y a la apología del gayeterismo que conlleva el personaje. Pero bueno,  se le coge cariño y hace un poco más tragable el horripilante producto final.

jueves, 29 de febrero de 2024

Saben aquell, by David Trueba

Tenía interés en ver esta película porque soy una gran admiradora del humorista Eugenio y había oído hablar bastante bien de ella. Además me suelen gustar las pelis de David Trueba, que en mi opinión es de lo más presentable en el panorama cinematográfico español actual.

Tengo que decir que la intepretación de David Verdaguer me parece magistral, no hay pero posible que ponerle. Es merecedor de todos los premios que se le han concedido ya y de los que aún estén por concederle. No solo es un calco del verdadero Eugenio, a veces difícil de distinguir del original, sino que consigue expresar a la perfección los vaivenes emocionales del personaje.

Y sin embargo, pese a todo esto, me ha faltado veracidad y me ha sobrado ideación en lo que respecta a la relación de pareja que es la base del relato. Sé que Eugenio estaba muy enamorado de Conchita y que el hombre lo pasó fatal cuando ella murió de cáncer, muy joven y dejándolo viudo y a cargo de dos hijos con apenas 40 años. Y también sé que esta película se basa en la biografía de su hijo mayor Gerard. 

Y es posible que sea esto lo que falle porque la historia de amor está tan idealizada que suena a irreal, sobre todo teniendo en cuenta que Eugenio era un tipo bastante disoluto, muy aficionado a la noche, al alcohol (más tarde también, por lo que he sabido, a las drogas) y que no fue precisamente el marido perfecto. Tengo bastantes dudas de que Conchita fuera, además de esa mujer volcada en sus hijos y en la carrera de su marido que la película nos muestra, tan benevolente con "aquell que diu" que aparecía por su casa lo justo para cambiarse de calzoncillos y que durante toda la enfermedad de ella se dedicó básicamente a desaparecer  del lugar de la tragedia porque no podía soportar la crueldad de su dolencia.

En mi opinión Eugenio fue un tipo que contaba chistes muy bien y que creó un personaje artístico exitoso pero como marido y como padre, por lo que he podido documentarme después de ver la película, dejaba mucho que desear. En la peli se le ve constantemente fumando y bebiendo vodka con naranja, esa imagen tan inolvidable,  pero no se le ve casi en ninguna escena borracho, lo cual me parece francamente imposible teniendo en cuenta lo que se metía a diario en ese cuerpo. No se le ve apenas discutir con Conchita, que durante todo el tiempo se muestra como una mujer encantadora y encantada con ese marido ausente y poco comprometido. Y esto no me casa mucho con un alcoholismo recalcitrante como el del protagonista. Estoy segura de que la realidad no tuvo demasiado que ver con esta ficción, y eso en una peli biográfica es fatal.

Trueba nos cuenta la versión de Eugenio y Conchita que su hijo ha querido mostrar al mundo. Es casi como si nos fiáramos de Rociito para hacer una biografía de Rocío Jurado y Pedro Carrasco, que según ella vivieron y murieron mutuamente enamorados aunque llevaran años separados y casados con otras personas. Es que la visión de los hijos del matrimonio de sus padres es a menudo una visión impostada por el propio deseo de que la realidad sea así, y suele ser muy poco fiable, salvo que el relato se haga desde la absoluta honestidad, con crudeza y sin paliativos, que no es el caso este. 

Así que vemos un matrimonio que roza la idealidad romántica, un alcohólico que nunca tiene malos modos ni el menor síntoma de embriaguez y unos hijos que en toda la película no crecen ni medio centímetro porque siempre están igual a lo largo de los años.

Y la sensación es que es una bonita historia de amor, muy sentimental, muy dulce, de esas de lagrimita final inevitable. Pero yo me quedo sin conocer nada del verdadero Eugenio, que es el personaje que realmente me interesaba. Se pasa tan por encima de sus demonios, sus depresiones, su tormentosa personalidad, sus adicciones, que todo me parece completamente falso. Vamos, que no me creo yo a este macho que nunca sale borracho.

viernes, 16 de febrero de 2024

Succession (Serie de TV), by Jesse Armstrong

Vaya por delante que nunca me he codeado con magnates industriales, por lo cual todo lo que voy a comentar en adelante es por simple intuición. Evidentemente cuando hay pasta de por medio sale lo peor del ser humano. A veces incluso por cantidades miserables. No hay más que ver los líos que hay en algunas familias por herencias que a veces se reducen a la vivienda familiar. Así que me puedo imaginar cómo será la cosa cuando son grandes fortunas las que están en juego.

Y sin embargo me cuesta mucho creer que la gente rica pueda ser tan absolutamente subnormal como la familia esta. Empezando por el padre, que parece luchar a muerte por destruir su propio imperio, más que nada para tener a los hijos puteados y arrearles estopa a diestro y siniestro. El más perjudicado, que siempre sale con el rabo entre las piernas, es el hijo segundo, al que da vida el actor Jeremy Strong, que ha recibido un montón de Emmys por este trabajo. La verdad es que el tipo tiene una cara de alelao que no puede con ella, pero no sé yo hasta qué punto la lleva de fábrica o es el mérito interpretativo que le ha llevado a obtener tantos premios. Esa duda me queda.

La serie, te das cuenta en cuanto llevas varios capítulos, es una especie de día de la marmota eterno. Todo el tiempo la cosa consiste en ilusionar a alguno de los hijos con que él o ella va a ser el heredero del imperio familiar para terminar dándole un hachazo en el último momento y señalar a otro "favorito" del clan.

Y lo más alucinante es que los muy giliperas caen una y otra vez. Strong, el de la carapapa, es el que más veces sale escaldado. El padre los putea constantemente y el juego es siempre el mismo, pero cada vez que señala a alguno de los hermanos éste le mira con cara de carnero degollado y se vuelve a tragar la trola. Y los tipos no escarmientan de una vez para otra. De resultas de lo cual todo es un dejavù permanente que sigue más o menos el siguiente esquema: 

- Hijo, estoy pensando que tú vas a ser el heredero.

- De verdad, papá?? Estás seguro??

- Segurísimo. Y para demostrarme que vales para el puesto te voy a hacer un encargo.

- Lo que tú digas, papi. Tus deseos son órdenes para mí.

Y el muy desgraciado cumple las órdenes del padre punto por punto para que en el siguiente capítulo el viejo se encapriche de otro hijo y siga el mismo esquema. No falla.

Aparte del padre y los hijos tenemos a cuatro personajes secundarios que dan vidilla:

1. El primo medio imbécil que se integra en la familia como el perfecto jarrillo de mano.

2. El yerno medio imbécil que se escuda tras el sobrino medio imbécil.

3. La abogada, que es la más lista de todos con diferencia.

4. La mujer libanesa del padre, que parece dulce y encantadora pero que es más mala que un dolor.

Y así, con estos mimbres, Jesse Armstrong ha montado una trama superexitosa por la que se ha llevado un buen montón de premios, pero que a mí, ya a partir de la segunda temporada, me empezó a parecer bastante cansina en tanto en cuanto la acción se repite más que el ajo.

La multipremiadísima serie está en mi opinión más que sobrevalorada. Es verdad que las historias de poder y traiciones tienen mucho morbo y enganchan un montón, pero es que 40 episodios siguiendo un patrón constante terminan hartando al más pintao. A mí por lo menos sí. Y la gran conclusión que saco es que, pa consuelo mío y tuyo, la pasta te hace capullo.

martes, 23 de enero de 2024

Beef (Bronca), by Lee Sung Jin

Tengo que reconocer que la historia engancha al principio pero muy pronto se pierde en recovecos sin trascendencia de las vidas de los dos protagonistas. Y lo que parecía que iba a ser un crescendo de deliciosas putadas mutuas se transforma en un coitus interruptus muuuuuy pesado. 

Que si el hermano, que si el primo, que si la suegra, que si el marido. Y por qué tanta bronca? Puede entenderse el cabreo monumental del principio, vale. Pero luego todo lo demás solo es explicable en un submundo de tarados asiáticos.

Lee Sung Jin, el creador, es un tipo muy reputado pero a mí no me ha convencido. Esa mezcla entre gore y romanticismo puede que funcione en los amantes de la cultura asiática, entre los que obviamente no me encuentro.  

Y encima algo que podría contarse perfectamente, como mucho, en dos horas, que hubiese sido lo deseable, se alarga innecesariamente casi 4 horas más. Por queeeeeeeeeeé???? Son ganas de putear al personal. No tiene ningún sentido.

Para mí lo único que merece la pena es Ali Wong, mi gran descubrimiento. Esa tía con sus 152 centímetros de altura y sus gafitas de empollona da más miedo que 20 de la Camorra juntos. He visto tiburones blancos menos peligrosos. Ella y nothing more.

Mi veredicto es claro. Prefiero hacerme vegana a esta coña coreana.

lunes, 15 de enero de 2024

Esto no es Suecia (Serie de TV), by Aina Clotet

Pensaba hacer una crítica demoledora de este extraño producto a medio camino entre la tragicomedia costumbrista y el esperpento. 

Pero a última hora me lo he pensado mejor y creo que voy a ser pelín magnánima porque le veo dos utilidades importantes: 

1. Será reconfortante para los padres que estén en plena crianza porque es imposible ser más mantas que la pareja protagonista.

2. Es de hecho reconfortante para personas que, como yo misma, ya hemos superado la etapa de la crianza y hemos conseguido sacar adelante a nuestros vástagos sin pasar la mitad de calamidades que pasan los dos capullos estos.

Ya, ya sé que la idea es hacer una parodia de lo que es la maternidad y la paternidad en los tiempos que corren. No se me escapa el sarcasmo y la ironía de los guiones ni tampoco la pretensión de caricaturizar e hiperbolizar la realidad.

Pero de verdad, es que la pareja que componen Aina Clotet y Marcel Borrás (pareja además en la vida real, qué horror!) da tantísima grima que no puedo evitar sentir muchísimo rechazo. En ningún momento me inspiran simpatía ni ternura, son odiosos de principio a fin. Ese giliprogresismo de baratillo del que hacen gala yo lo he visto en la realidad, y hay un trasfondo cuasi religioso detrás de él.

Es que veo claramente que ellos son así. Que vale, que pretenden reírse de cómo son, y eso dice mucho a su favor. Pero es que convertir el hecho de tener hijos en algo así como un tetratlón, algo imposible de superar salvo que se sea superhéroe y se esté megaentrenado, es muy cansino. 

A los que hemos criado a nuestros hijos con las lógicas dificultades de compatibilizar trabajo y familia, y a veces incluso estudios, oposiciones, etc., y no vemos en ello ninguna clase de hazaña, de verdad, esta gente que cree que poco menos que está descubriendo la piedra filosofal nos toca un poquito el sisilisco. Ya está bien de tanto pego y tanta tontería. Esta generación de treintañeros recién estrenados en la paternidad destila un victimismo que da mucho asquito. 

Por no hablar de que estos además, para más delito, son pijiprogres de la burguesía catalana, jóvenes adinerados, bien situados, con profesiones liberales y suficiente dinero en el banco como para poder montárselo como Dios. El tío se dedica a la robótica y se puede permitir dejar de trabajar y dedicarse a los niños porque ha cobrado la patente de un videojuego o no sé qué chorrada. La tía, de un petardo infumable en su totalidad, decide montar una empresa no lucrativa, de cooperación al desarrollo. Cómo no, no podía faltar una ONG como telón de fondo. Es que ya la idiosincrasia de tales personajes haría vomitar a las cabras.

Creo que la mejor descripción del asquito que dan se ve en el episodio inaugural, cuando ella va a comprar unas alfombras a un pueblo africano y se la ve negociando con las mujeres del pueblo (mujeres racializadas, que dirían ellos). La conversación entre las señoras artesanas es bastante ilustrativa de lo que piensan de este tipo de gente: "Cuéntale rollos muy tristes, que así les sacas más."

En fin, cero empatía hacia los personajes, ni siquiera en su condición paródica. Sobre todo porque no me termino de creer esa condición, particularmente porque es muy evidente la empatía de los realizadores hacia ellos. Pobrecitos, es que están muy perdidos. Nooooo, no están perdidos, es que son gilipollaaaaaaas!!!!

Lo dicho, la parte buena es que subirá la moral de todos los que le echan mucho menos cuento a esto de la crianza y sobreviven a esta etapa sin tantos aspavientos. Si a veces te sientes una mierda como madre o como padre no te pierdas a estos dos lerdos. Será tu mejor terapia. Al lado de esta chalada cualquier madrastra es un hada.

miércoles, 10 de enero de 2024

La probabilidad estadística del amor a primera vista, by Vanessa Caswill

Confieso que no soy demasiado aficionada a las comedias románticas porque me aburren bastante. Salvo las navideñas, que me encantan, pero porque me encanta la Navidad y me puedo tragar cualquier mierda que lleve algo de luciferio navideño.

Vi esta peli porque escuché varias críticas elogiosas de personas que me inspiran bastante credibilidad. Algunas decían que su directora, Vanessa Caswill, era algo así como Billy Wilder reencarnado en mujer. Y lo que finalmente me decidió a verla, aparte de la ambientación navideña, fue que Federico Jiménez Losantos en su Crónica rosa, que no me pierdo ningún día, declaró que era la mejor comedia romántica que había visto desde Notting Hill. Esto no me lo puedo perder, pensé yo. Pobre de mí!!

En fin, la historia va de dos veinteañeros que se conocen en el aeropuerto camino a London, ella va a una boda y él a un funeral. No, no tiene nada que ver con "Cuatro bodas y un funeral". No os hagáis ilusiones.

El veinteañero varón es estudiante de física y forofo de las matemáticas. Por tanto, con mi coherencia habitual, basaré mi crítica en su propio lenguaje matemático.

1. 20 a 10 a que no existe algo más cutre y más triste.

2. Solté 20.000 bostezos mezclados con muchos rezos.

3. 0 probable que exista alguna historia más vista.

4. 100 kilos de aburrimiento mezclados con 1.000 pimientos.

5. 0 química amorosa, como un buey con una rosa.

6. 800 maldiciones eché en varias ocasiones.

7. 200 veces fui al baño por no provocar más daño. 

8. Y meé 600 veces por no ver tantas memeces.

Lo tengo superclaro. Losantos flipó con esta peli porque le encantó la protagonista femenina, Haley Lu Richardson, que le pareció el alter ego de Julia Roberts. Solo a un flipao como él podría ocurrirle algo así. La vejez es muuuuy mala.

Mi diagnóstico es demoledor. Se parece a Notting Hill como Hugh Grant a un mandril.