jueves, 26 de marzo de 2015

Insensibles, by Juan Carlos Medina

Hay fundamentalmente tres preguntas que me gustaría hacerle a Juan Carlos Medina, el director de esta película, sólo para que reflexionara un poco sobre lo que ha hecho. Vamos a ver, Juancar…

1. Si tú fueras un niño con insensibilidad al dolor:

a) Te dedicarías a arrancarte las uñas a tirones, a hacerte sangre de maneras varias, a quemarte los brazos o a pegarte bocados en la carne para comerte después trozos de tu cuerpo.

b) Estarías muy contento por no sentir dolor pero no te dedicarías a hacerte sangre ni a arrancarte uñas ni a quemarte ni a morderte ni nada porque, salvo que además fueras subnormal, sabrías perfectamente que nada de eso te haría ningún bien.

c) Pasas de hacerte preguntas tan complicadas.

2. Si tú fueras el padre de un niño con insensibilidad al dolor:

a) No te darías cuenta porque eres muy despistado y no mirarías nunca a tu hijo ni le verías moratones ni pupas ni nada.

b) Te darías cuenta la primera vez que te apareciera con un hematoma y te dijera que no le duele nada. Y a partir de ahí cada vez que le vieras alguna hinchazón extraña, herida o moratón acudirías de inmediato al médico para que le examinara.

c) Pasas de hacerte preguntas tan complicadas.

3. Si tú fueras la autoridad competente qué harías con un grupo de niños con insensibilidad al dolor:

a) Pondrías a su disposición un grupo de médicos expertos en este tipo de trastornos para que les enseñaran desde pequeñitos que eso es algo muy peligroso y que tienen que estar muy pendientes de cualquier signo extraño en su cuerpo porque podrían tener algún problema grave.

b) Los encerrarías en una prisión de alta seguridad tipo “El conde de Montecristo”, en celdas aisladas y sin ningún tipo de artilugio punzante o inflamable para que no pudieran hacerse daño ni hacérselo a los otros niños.

c) Pasas de hacerte preguntas tan complicadas.

Así pues, Juancar... Por qué has rodado esto, qué te ha pasado, qué clase de yuyu ha podido darte para perpetrar este engendro.

miércoles, 25 de marzo de 2015

Camarón, by Jaime Chávarri

No cabe duda de que el interés de un film biográfico radica en gran medida en el propio interés del personaje cuya vida se cuenta. Y ahí está el principal fallo de esta película, que Camarón, al menos como nos lo cuenta Jaime Chávarri, era una especie de mix de estereotipos: respondía a la perfección a todos los tópicos del gitano tradicional de toda la vida de Dios y, por si esto fuera poco, también a los del artista de éxito.

Como buen estereotipo gitano, era semianalfabeto, machista a más no poder, chulillo, hortera y ostentoso hasta la náusea (el joyerío que me llevaba el colega y sus looks totales gipsy no tenían desperdicio) y como buen estereotipo de artista de éxito se le muestra caprichoso, egocéntrico y haciendo la vida imposible a todos los que le rodeaban, que tenían que someterse a las ventoleras del genio conforme le iban dando.

Qué era Camarón a fin de cuentas? Pues eso, un tío que respondía a todos esos estereotipos, y que probablemente se sentía muy orgulloso de ellos, pero que había nacido con un “don”, según dicen los que saben, y eso y sólo eso lo hacía diferente. Yo, aunque me pongan a parir por lo que voy a decir, no entiendo nada de flamenco y tampoco es un tipo de música que me enloquezca, así que para mí Camarón canta exactamente igual que cualquier flamenquillo borrachuzo de ésos que vemos por la tele en las juergas gitanas. Vamos, que en “Carmina o revienta” salen unos cuantos que no les noto yo mucha diferencia con este señor. Supongo que a más de un forofo le estará dando ahora mismo un soponcio al leer esto.

Y bueno, si salimos de los estereotipos personales, entramos en los sociales, y ahí tenemos a esos gitanitos cantando, bailando y tocando las palmas para una panda de payos pijos y ricachones que pagan millonadas por presenciar una juerga flamenca in situ en alguno de esos tablaos específicamente diseñados para satisfacer todos los topicazos relacionados con lo calé. En fin, un asquito.

Por lo demás, todo echa un tufillo hagiogŕáfico un poco nauseabundo. Por ejemplo, la visión de su matrimonio con “La Chispa”, que al parecer adoraba a su marido… pues no sé. Yo creo que lo de convivir con un yonky no es algo muy fácil ni muy agradable, por muy gitana que una sea y muy dispuesta que esté a aguantar todo lo que le echen. Los adictos son personas muy difíciles para mantener una relación, así que no me creo nada de esa idílica historia de amor que Chávarri nos intenta colar. La escena del teatro, cuando Camarón ya es consciente de su enfermedad, con esos primeros planos sucesivos y lacrimógenos del cantaor, del amigo detrás de bambalinas y de “La Chispa” llorando en su butaca, de verdad, es para echar hasta la primera papilla.

En fin, esta película en mi opinión sólo tiene un interés: la música. Y eso sólo para los forofos del flamenco y muy concretamente del famoso cantaor. Indiscutiblemente eso es lo mejor del film. Hay quien ensalza también la interpretación de Óscar Jaenada, que efectivamente es un calco del artista. Pero vamos, que yo he visto imitaciones casi igual de buenas en “Tu cara me suena”.

A estas alturas pienso que interpretar es una cosa distinta a aprenderte de memoria los gestos y la manera de hablar de un personaje famoso y repetirlos hasta la saciedad. Por la proliferación de biopics que hay últimamente está visto que con un buen maquillaje, una buena caracterización y un concienzudo trabajo de observación del personaje, para un profesional este tipo de papeles no deben de ser tan complicados. Mucho más complejo me parece a mí hacer una buena interpretación con un personaje anónimo, contenido y sin tanta parafernalia estilística, sinceramente.

martes, 24 de marzo de 2015

Cuenta conmigo (Stand by me), by Rob Reiner

Rob Reiner se basa en una novela de Stephen King, “The body”, y elabora en “Cuenta conmigo” una de esas pelis que provocan la nostalgia de muchos espectadores por su niñez. Es el típico film que levanta pasiones en la gente que siente añoranza por aquellos maravillosos años de la adolescencia, los amigos de verdad y todas esas chorradas. Yo he sentido poca nostalgia por varios motivos que paso a enumerar:

1. Ni a mí ni a ninguno de mis amigos de la infancia nos dio jamás por jugarnos el pellejo poniéndonos delante de trenes ni de coches ni de camiones ni de ningún otro medio de transporte para hacer la gracieta de saltar en el último momento.

2. Ni a mí ni a ninguno de mis amigos de la infancia nos dio jamás por fugarnos de casa y recorrer un montón de kilómetros para encontrar un cadáver y así hacernos famosos saliendo por la tele.

3. Ni a mí ni a ninguno de mis amigos de la infancia nos dio jamás por decir chorradas tales como: “tú no puedes hacer una formación profesional porque tú llegarás a ser un gran escritor y, quién sabe, alguna vez puede que escribas sobre tus amigos que hicimos la formación profesional”. Jamás tuve la desgracia de juntarme con niños tan repelentes.

4. Ni a mí ni a ninguno de mis amigos de la infancia nos dio jamás por cruzar como pisando huevos puentes por los que en cualquier momento puede pasar un tren y atropellarnos.

5. Ni a mí ni a ninguno de mis amigos de la infancia nos dio jamás por robar una pistola y apuntar con ella a una panda de macarras que muy probablemente al día siguiente ya se las arreglarían para darnos una paliza de muerte, que además nos tendríamos muy bien merecida, por gilipollas.

Ignoro hasta qué punto la película es fiel a la novela original del gran Stephen King pero entre las cosas que he leído del escritor jamás he encontrado nada tan ñoño, dulzón y estereotipado como esto. Por eso sospecho que “The body” tenía que tener mucho más de suspense y mucho menos de cutre canto a la amistad que “Cuenta conmigo”.

La escena final en la que el escritor que está recordando “aquellos maravillosos años” escribe que nunca en su vida encontró amigos como aquellos de los 12 años me parece patética a más no poder. Ese ridículo mito de que los mejores amigos son los de la infancia no se sostiene con el más mínimo análisis en la edad adulta. De niño tienes los amigos que te tocan, por cercanía, por vecindad, porque se sientan en el pupitre de al lado, etc., y ninguno de ellos tiene una personalidad formada. De mayor cada cual evoluciona de una manera y es muy posible que la mayoría de esos niños de adultos no tengan nada que ver ni en gustos ni en forma de entender la vida ni en nada. No hay más que ver todos esos frikis que se juntan ahora por el facebook y organizan reuniones de antiguos alumnos para descubrir quién se ha puesto más gordo o cuál está más calvo. Señores, los mejores amigos se hacen cuando se tiene criterio para discernir y esa amistad se basa en algo más profundo que el vivir en la casa de al lado.

Ah, y por mucho mito que se haya creado también en torno a la figura del difunto River Phoenix por aquello de su muerte precoz y demás circunstancias ajenas a su oficio, en esta película hace un trabajo horripilante. Las sesudas conversaciones con su amiguete escritor las suelta como si se las estuvieran dictando por un pinganillo. Es uno de los niños actores más repelentes con los que me he encontrado jamás. Hala, Kowalski, ahí tienes mi crítica; ya te dije que no me iba a gustar fijo, por mucho que “Stand by me” sea una de mis canciones  favoritas del mundo mundial. (Por cierto, con mucho, lo mejor de la película).

viernes, 20 de marzo de 2015

Donnie Darko, by Richard Kelly

Ésta es una de esas películas en las que parece obligado que cada cual haga su interpretación de los hechos, dado el grado de perplejidad y confusión que le queda a casi todo el mundo, confusión que yo no entiendo en absoluto porque para mí todo está meridianamente claro. En mi opinión el guión de Richard Kelly más sencillo no puede ser. Pero en fin, ahí va mi explicación para los más torpecillos que no se hayan enterado de la peli:

Darko es un chico que vive en ciclos de 28 días, cuyo inicio siempre coincide con la violenta irrupción en su habitación de la turbina de un avión, acontecimiento que unas veces le pilla tumbado en la cama y otras veces le pilla dando vueltas por el parque con un amigo conejo que tiene. El conejo a veces se disfraza de vieja para ir al buzón de la esquina a mirar si hay cartas.

Darko unas veces se muere y otras veces no cuando la turbina entra en la habitación pero no pasa nada porque luego le sale del pecho una especie de holograma que lo resucita y le devuelve al próximo ciclo de 28 días, que suele coincidir con las reglas de su novia Grentchen. Una vez que ésta tuvo un retraso en su menstruación el ciclo de 28 días se trastocó por completo y la turbina en lugar de aterrizar en el cuarto de Donnie fue a parar a un puticlub, con el consiguiente susto de muerte que se pegó toda la clientela y trabajadoras del local. Pero bueno, esto es meramente anecdótico.

La clave de la película está en que el conejo Frank se enamora de Grentchen y entonces surge el inquietante dilema de la película: si Frank se casa con Grentchen y la deja embarazada, rompiendo así sus ciclos menstruales, qué pasará con la turbina del avión. Claro, ahí se tendría que abrir un agujero negro espacio-temporal en el que la turbina descansara durante todo el tiempo que durara el embarazo y el puerperio.

Como a Darko esto no le hace ni pizca de gracia, se mosquea y va a inundar el colegio, pero de camino a su casa se encuentra con un predicador pederasta y Donnie decide que la próxima vez que empiece un ciclo desviará la turbina hasta la casa del predicador, por guarro. A todo esto la hermana pequeña de Donnie baila en el cole con sus amigas y tiene un éxito de crítica y público más que aceptable.

El conejo un día le dice a Darko que tiene que sacrificarse por la humanidad muriendo bajo la turbina. Al muchacho, claro, esto le sienta fatal pero luego decide que, bueno, como cada vez que se muere luego resucita tampoco es nada del otro mundo. Qué coño, que se sacrifica, qué trabajo le cuesta.

Y así lo hace. Darko se queda quieto mientras la turbina le cae encima y su madre se fuma un cigarrillo en el jardín. Al mismo tiempo el agujero negro espacio-temporal cambia de repente de color y se pone rojo bermellón, con el consiguiente disgusto del muchacho, que no gana para berrinches. Pero bueno, se conforma porque ya queda poco para que Grentchen tenga la próxima regla y para comenzar un nuevo ciclo de 28 días y mandar al conejo vestido de vieja a que recoja las cartas del buzón.

Vamos, qué complicación le veis a esto. Yo no me explico por qué la gente se come tanto la cabeza. Es una historia que le podría pasar perfectamente a cualquiera de nosotros; de hecho yo conozco a uno que le pasaba algo bastante parecido.

Y por si faltara realismo, encima los dos hermanos protagonistas son Jake y Maggie Gyllenhaal, que también son hermanos en la vida real. Sólo faltaba que la madre y el padre fueran también los verdaderos y ya la historia no podría ser más verídica y más real. La gente es que se queja de vicio.

martes, 17 de marzo de 2015

Vida de este chico, by Michael Caton-Jones

Tobias Wolff tuvo una infancia difícil. Durante años vivió solo con su madre, una señora bastante locuela e irresponsable que cambiaba de novio y de ciudad aproximadamente cada 3 semanas y a la que le importaba más bien poco la formación de su hijo. Hasta aquí puede que llevara una vida inestable y poco recomendable para un muchacho adolescente pero estaba relativamente tranquilo. El problema empieza cuando mamá por fin encuentra a un señor que le parece lo suficientemente presentable como para sentar la cabeza y formar una familia, y resulta que, una vez celebrada la boda, el señor sale rana.

A partir de ese momento la vida de Tobias se convierte en una pesadilla, agravada por la circunstancia de que su madre, muy en su línea flowerpower, no quiere implicarse en los conflictos entre el marido y el hijo y mira constantemente para otro lado ante el evidente maltrato del que es objeto el chaval. Y esto es justamente lo que menos entiendo de la película, la falta de crítica hacia el personaje de la madre, que a fin de cuentas es la responsable última de todo lo que Wolff pasa. Toda la carga crítica de la historia recae sobre el padrastro, que no deja de ser un hombre de su tiempo, de la América profunda, orgulloso de su carácter estricto y disciplinado, que se propone educar y “hacer un hombre” de ese pobre chaval dejado de la mano de Dios que le ha llegado.

A ver, yo puedo entender que en su novela autobiográfica Wolff exculpe a su madre y cargue contra el hombre al que odiaba, pero creo que cuando Michael Caton-Jones lleva la historia al cine debería haber equilibrado un poco las culpas y no haber sido tan benévolo con la figura de la mujer. Porque pienso que eso es lo que falla en el fondo de la historia, el demonizar al hombre hasta lo esperpéntico y dejar a la señora como en un limbo, como si ella no hubiera podido hacer otra cosa que ver, oír y callar.

Por lo demás la película está muy bien ambientada y la historia muy bien contada, si exceptuamos lo dicho anteriormente. Destacaría especialmente la música y la fotografía (las imágenes del principio son de una belleza acojonante), pero sobre todo hay que hablar del dueto interpretativo De Niro-DiCaprio. Me quito el sombrero ante el talento adolescente de DiCaprio, que se enfrenta al mucho más maduro y experimentado De Niro sin complejos y sin desmerecer un ápice. Im-presionante.

Ellen Barkin hace también un buen trabajo pero frente a la brillantez de sus dos partenaires francamente queda muy deslucida. Desde el principio su personaje actúa meramente de comparsa y el peso de la acción se sitúa rápidamente en la tensa relación entre los dos personajes masculinos. Un error, desde mi punto de vista, porque creo que si se le hubiera dado un poco más de protagonismo a la madre la historia habría quedado bastante más redonda. Y mucho más creíble.

miércoles, 11 de marzo de 2015

Loreak (Flores), by José María Goenaga y Jon Garaño

No soy mujer de flores. Nunca me ha gustado que me las regalen ni tampoco he terminado de entender la afición de la gente por ponerlas en un jarrón para verlas marchitarse poco a poco. A mí las flores siempre me han gustado plantadas, nunca cortadas.

Cada día mi tren pasa cerca de un punto en la carretera en el que una cruz y un ramo siempre renovado de flores advierten de que ahí un día murió alguien y de que sus deudos no le olvidan. Normalmente le dedico un pensamiento, un "descanse en paz" o algo al finado. Igual lo hacen por eso, para que todos los que pasemos en el tren nos acordemos de su muerto. En realidad nunca he entendido tampoco ese afán de alguna gente por mantener el recuerdo de las personas difuntas llevándoles flores que también morirán ahí. En definitiva, que no entiendo la cultura de las flores.

Pero también he visto a mi madre llevar cada semana durante años flores a la tumba de mi hermano; y luego vi a mi padre llevarlas a la tumba de mi madre y de mi hermano. Ahora ya nadie lleva flores a la tumba de los tres, salvo el día de los difuntos porque alguien de la familia se acerca por allí. Es una pena pero yo no soy ni de cementerios ni de tumbas ni de flores. Por eso siempre he dicho (y aprovecho para volverlo a repetir, por si alguien no se ha enterado) que cuando muera quiero que donen mi cuerpo a la ciencia y se dejen de visiteos al tanatorio, de jolgorios fúnebres y de parafernalia floral.

"Loreak" (que significa "flores" en euskera) habla de todo esto, y por eso me ha llegado al alma. Dudo que no le llegue a cualquiera que sepa bien lo que es la muerte. "Loreak" además intenta explicar cómo funciona el lenguaje de las flores para algunas personas de ésas a las que yo no entiendo, y cómo a otras nos da un tanto repelús ese idioma secreto que se basa en dejar morir a seres vivos para rememorar a los muertos. O incluso para declarar el amor, lo cual es aún más siniestro. Y a veces hasta para celebrar un nacimiento, para celebrar la vida, se mandan flores casi muertas. Que sí, que son muy bonitas y muy decorativas, pero hossstia, que se mueren ante tus ojos. Qué espectáculo, no? Quién lo entiende? Joder, que me lo expliquen.

En fin, ésta es una historia sobre mujeres y casi que para mujeres. Y sin embargo los directores son dos hombres. Increíble lo que han tenido que observar, analizar y entender Jon Garaño y José María Goenaga el mundo del luto y de las flores para llegar a concebir esta historia de lutos, de mujeres y de flores.

Y qué tres pedazo de personajes los de Ane, Tere y Lourdes. Si yo fuera actriz mataría por uno de esos papeles. Me da igual el que sea: el de la que recibe flores sin saber de quién (prodigiosa Nagore Aranburu); o el de la madre que pierde al hijo y le lleva flores a ese kilómetro X porque cree que nadie muere mientras no le olvidan (por cierto, paradójico y fascinante el final del personaje); o el de la viuda que quiere pasar página y tirar palante, pero que tampoco consigue olvidar.

Aunque sea una peli de mujeres me quedo con el personaje casi elíptico de Beñat, porque yo, como él, quiero una post-muerte sin aspavientos, sin velatorios, sin tumbas, sin cenizas y sin flores. Yo también quiero un saco de plástico en alguna Facultad de Medicina, un montón de estudiantes que se choteen de mí mientras me abren y me cierran una y otra vez y además me encantaría que se quedaran con mi bonito esqueleto para ilustrar las clases de Anatomía y que bailaran todos con mis huesos en las fiestas de fin de curso. Sería un buen final para una buena vida.

Ps. Por cierto, al no conocer el lenguaje de las flores se me escapa un detalle. Si alguien ve la peli, esas últimas flores en la curva de Beñat, que no se parecen en nada a todas las otras flores que le han estado poniendo antes, significan algo? Me da la impresión de que es un mensaje oculto para los que entienden ese enigmático idioma. En fin, ahí lo dejo.

martes, 10 de marzo de 2015

Kamikaze, by Álex Pina

Pero qué es esto, chaval?

Tiene pinta de dramón.

Pero aquí hay más de un bufón.

Hay algo que no es normal,

Aunque suena original.



Unos dicen que es comedia,

Otros que es peli de acción,

Tiene escenas de emoción,

Con visos de gran tragedia.

Pero se queda entre medias.



Y quién es este Álex Pina?

Me han dicho que un gran guionista,

que el muchacho es un artista

que la palabra domina,

y escribiendo es una mina.



Este señor ha firmado

series como “Los Serrano”,

aquélla de dos hermanos,

y aquel final afamado

en que muchos se han cagado.



Pues si escribió aquel final

Y se quedó tan tranquilo

Y no perdió un solo kilo

Lo tendrían que matar,

O que mandarlo capar.



Ésta va de un terrorista

que va a explotar un avión

pero se jode la acción

y el bicho nacionalista

se nos vuelve un humanista.



La peli es un gran truñazo.

Se mire por donde sea,

no hay humano que la vea

sin pegarse un cabezazo

ante tamaño coñazo.

jueves, 5 de marzo de 2015

The Lunchbox, by Ritesh Batra


A veces una sencilla historia de amor te puede conmover... hasta el infinito.

A veces el destino puede parecer adverso, y resulta que... está de tu parte.

A veces la felicidad está en algo tan simple como una fiambrera perdida.

A veces una nota hallada dentro de una fiambrera puede decirlo todo.

A veces la fiambrera perdida puede encontrar el estómago adecuado.

A veces el tren equivocado te puede llevar a la estación adecuada.

A veces tus peores errores terminan siendo tus mayores aciertos.

A veces lo que buscas lo encuentras en un simple desencuentro.

A veces tropiezas con un Ritesh Batra y simplemente... flipas.

miércoles, 4 de marzo de 2015

The invisible woman, by Ralph Fiennes

Al igual que la obra de Dickens, la historia que cuenta esta película es un clásico: señor cercano a la cincuentena que, cansado de su fláccida y regordeta esposa también cincuentona y madre de sus diez chiquillos, se encoña de lozana e ingenua jovencita treinta años menor. Lo dicho, un clásico. Que el señor en cuestión se llame Charles Dickens no cambia demasiado los hechos. El escritor cumple puntualmente con todos los tópicos del proceso:

1. Un aciago día sorprende a su oronda señora desnuda en el baño y le da un ataque de espanto.

2. Busca, compara y encuentra algo mucho mejor, con bastante menos grasa y muchos menos años.

3. Le va tirando los tejos sin prisa pero sin pausa a la doncella objeto de su deseo.

4. La deseada se resiste un poco pero, atraída por el intelecto y la fama del caballero, y tal vez un poco también por su posición social y su desahogada cuenta corriente, al final cae rendida y le entrega la flor de su virginidad.

5. Mucho sexo y mucha pasión al principio y paulatina caída en nueva rutina conyugal.

Y ya está, punto pelota, lo de siempre pero en antiguo. El principal atractivo de la película está en que, aparte de dirigirla, la protagoniza mi adorado Ralph Fiennes, que hasta disfrazado de encoñado decimonónico está apuesto y encantador; y en una Kristin Scott-Thomas que siempre da un elegante toque personal a sus trabajos. Respecto a la protagonista femenina, Felicity Jones, simplemente cumple con pasmosa insipidez en su papel de doncella obnubilada. Fiennes sencillamente se la come, en todos los sentidos.

martes, 3 de marzo de 2015

Periferic (Outbound), by Bogdan George Apetri

En un alarde de feísmo cinematográfico difícil de superar el director rumano Bogdan George Apetri nos lleva de la mano a la Rumanía más fea, adefesio y cochambrosa que se pueda concebir: personajes feos, paisajes feos, edificios feos, fealdad absoluta. Todo feo, sucio y frío, como la sociedad que retrata.

Desde luego Apetri no está haciendo marketing de su país. Su "Periferic" estaría a la altura de la Barcelona de "Biutiful" y no tendría nada que envidiarle. Si solo conoces Rumanía a través del cine que exporta, como es mi caso, la conclusión es absolutamente demoledora: sin duda es el país más horroroso de la tierra. No hay luz ni color ni música, todo es gris, triste y ruinoso. Los edificios se caen a pedazos, las calles están llenas de mierda, la gente tiene aspecto de ir a caerse redonda al suelo de un momento a otro... Como dijo el sabio: todo negatifffo, nada positiffffo. Loquita estoy por pillar una comedia rumana, pero nada... o no existen o las tienen escondidas para que no nos enteremos de que de vez en cuando ellos también se ríen.

A Dios pongo por testigo de que no soy una fan del flowerpowerismo ni de los mundos de Yuppie, para nada. Pero este tipo de cine que basa la crítica social en abundar en la fealdad del mundo y en la absoluta maldad de la humanidad hasta a una misántropa declarada como yo le termina dando grima y repelús.

La protagonista de esta historia desde que sale de la cárcel va dando con el culo en las goteras, sin demora ni piedad. Cada vez que parece que un súbito golpe de suerte puede cambiar su destino, otro golpe de infortunio la hunde todavía más en la miseria.

Y si el final tenía pinta de ser esperanzador, para compensar un poco el tono trágico de la historia, Apetri se encarga también de joderlo a última hora, además de una manera abrupta y forzada. El tío ni siquiera le da una oportunidad al amor filial. Para qué? El mundo no es una puta mierda?

Reconozco, sin embargo, que la secuencia final entre madre e hijo en el tren, es cinematográficamente redonda. Esos primeros planos del niño, esa duda, esa tensión... Bogdan lo bogda (qué passssa? Es un inocente chistecillo sin pretensiones; después de tanto dramón se me puede perdonar, digo yo).  Y mira, si quería joder de verdad lo que tenía que haber hecho es dejarlo abierto y que cada cual pensara lo que le diera la gana.

Pero Bogdan, por qué, hijo de mi vida, entre todos los finales posibles para la historia de la pobre Matilda has tenido que escoger ése? Es que esa criatura, después de tanta desgracia, no se merecía una pequeña oportunidad en la vida? Te parece bonito lo que le has hecho? Qué cabrón!

lunes, 2 de marzo de 2015

Amor y letras (Liberal Arts), by Josh Radnor

Definitivamente parece que Josh Radnor (célebre protagonista de la exitosa serie “Cómo conocí a vuestra madre) tiene un serio problema con el tema de la edad. Si ya en su opera prima, la aclamada “HappyThankYouMorePlease”, se le veía el plumero de estar pasando por una profunda crisis de los 30, aquí se lanza totalmente al barro y sólo le falta echarse a llorar por irse acercando inexorablemente a los 40, que ya a estas alturas debe de haber cumplido con todo el dolor de su corazón.

En esta nueva entrega de su prolongada crisis de madurez el muchacho se nos enamora de una adolescente recién llegada a la Universidad con la que entabla una espesa relación epistolar de corte amoroso-intelectualoide de lo más repulsivo que imaginarse pueda.

El tema amoroso se sobreentiende por el éxtasis que ambos personajes reflejan en sus caras mientras leen con auténtica devoción cuasi religiosa las palabras del otro, pero en realidad hablar hablar sólo hablan de cosas de elevada altura intelectual. Para que os hagáis una vaga idea, sería algo así:

- Te gusta la música clásica? A mí me encanta, soy una auténtica apasionada. Te pasaré unos cuantos de mis discos favoritos.

- Oh, cielossss, escuchando a Mozart la gente parece mucho más guapa, todo se embellece alrededor. Voy caminando y las personas con las que me cruzo se asemejan a ángeles.

- Y qué opinas de Dostoyevski? No te parece el más grande escritor de todos los tiempos, el que más lejos ha llegado en el estudio de la complejidad intrínseca del alma humana?

- Pues sí, me lo parece. Su profundo análisis de la psique atormentada del hombre no tiene parangón con ningún otro en la historia de la literatura universal.

- Para mí refleja perfectamente lo que más tarde sería el concepto freudiano de la pulsión sexual que se relaciona íntimamente con la violencia estructural e innata del ser pensante, no lo crees así?

Y así cartas y cartas y más cartas. Y entre tanto vaivén epistolar el pene de él adquiriendo proporciones peligrosamente priapísticas y la chirla de ella chapoteando alegremente bajo sus braguitas blancas de algodón.

El momento culminante de este apasionado intercambio llega cuando ella lo invita a él al campus y él descubre en la habitación de ella que se ha leído la trilogía completa de la saga “Crepúsculo”, y claro, entra inmediatamente en estado de shock. Qué pasa aquí? Ha sido vilmente engañado por la aparentemente ingenua moza?

Total, que él le pide explicaciones, y ella se justifica diciendo que hay que leer de todo. Y le reta a él a leer la trilogía para poder opinar con conocimiento de causa, a lo que él, herido en su orgullo de hombre de letras justo y ecuánime, acepta y termina encerrándose con los tres tomos. Y ahí es donde di por terminada la tortura dostoyevskiana esta y decidí pasarme una vez más al debate del Gran Hermano VIP, al que ya me he enganchado totalmente por obra y gracia de los bodriazos que me meto a ver últimamente. Y en los intermedios me puse a leer el "Pronto". Hala, toma Mozart y Dostoyevski!