jueves, 26 de febrero de 2015

Jules y Jim, by François Truffaut

Jules y Jim son dos chavales bastante intelectuales,

Filosofan todo el día, ni los aguanta su tía.

Conocen a Catherine, que a los dos hace tilín.

Catherine es cabra loca y a menudo se descoca.

Jules y Jim son muy sositos, y tampoco son bonitos,

Mas Catherine los adora y de los dos se enamora.

Cuando los tres se arrejuntan los pelos ponen de punta.

Si hay algo más repelente, por favor, que me lo cuenten.

Y entre charlas y retozos liados andan los mozos,

Y la chica entretenida con tanta ida y venida.

En verdad si esto es un trío yo paso de tanto lío.

Es muchísimo peor tener dos novios, qué horror!

Y los dos con tanto pavo, por grande que sea su rabo.

Y Catherine la pirada cada vez más dislocada.

Nouvelle vague, qué coñazo, no soporto este piñazo.

Es que no pueden hablar como la gente normal?

Tanta intelectualidad a mí me sienta fatal,

Me da dolor de cabeza y me provoca pereza.

Y hasta me salió una roncha del tamaño de La Concha.

Por eso debo decir aunque me echen a parir:

Querido François Truffaut, qué pedazo de truñón!

miércoles, 25 de febrero de 2015

Copia certificada, by Abbas Kiarostami

Me pasa esta peli un simpático amigo, imagino que en la creencia de que puede ser de mi agrado. Menudo chasco se va a llevar el pobre cuando lea esta crítica. En fin, así es la vida.

Tengo que decir que al principio sí, al principio la cosa iba bien y yo pensaba para mis adentros: “este muchacho me ha calado y sabe bien lo que me gusta”. Pero no, mi gozo en un pozo. Aproximadamente pasados los primeros veinte minutos de película de repente la cosa da un giro argumental inesperado, y ahí ya me pillo un monumental cabreo de tres pares de narices. Ya está, otro director cachondo al que le gusta tomar el pelo al personal. Tú crees que estás viendo una cosa, concretamente crees que estás viendo lo que es el inicio de una relación, y resulta que estás viendo algo muy diferente y que eres, una vez más, cascarón de huevo. Se han quedado contigo como una china.

Estoy un poco harta de esos guiones que juegan peligrosamente con la credulidad del espectador y con su santa paciencia. Me da igual que el tal Abbas Kiarostami este tenga reminiscencias de Antonioni, de Fellini, de Passolini o de la Virgen del Carmen. Me da igual que la crítica oficial lo considere una especie de geniecillo de la lámpara. Yo creo que hay gente que no debería salir nunca de su país de origen porque se desquician un montón y se les va la pinza. Éste es el caso, ese señor es iraní y el aire francés no le ha sentado bien; a esta peli me remito.

Diálogos pretenciosos y espesísimos a más no poder. Los de la pareja entre sí no tienen desperdicio, pero hay uno concretamente de la mujer con la camarera de un café que, de verdad, debería de figurar en los anales de las conversaciones más irritantes de la historia del cine. Bueno, y la discusión sobre la estatua? Ahí ya a punto estuve de apagar el chisme y pirarme a ver el Gran Hermano Vip, necesitaba urgentemente un chute de ordinariez y chonismo. Qué hartura de filosofía parejil gafapastosa, señoooor.

Unas situaciones, unos espantos de sitios… De repente, no sé con qué fin, el director mete a los dos pestiños estos en un antro siniestro donde la gente va a casarse por cientos. Quitando el repelús que ya de por sí me dan las bodas y las pelis sobre bodas, ver a estos dos rodeados de novias a cuál más adefesio y escuchar las “reflexiones” a las que da lugar esto en la desquiciada protagonista fue demasiado para mi pobre estómago.

El personaje de Juliette Binoche, pese a que ella está preciosa y supersensual y hace lo que puede para salvarlo, me parece de un irritante que raya en la provocación homicida. A lo largo de toda la segunda parte del film una no se explica muy bien cómo el hombre puede reprimir el impulso de estrangularla. Por cierto, Binoche y Shimell son los dos únicos elementos que salvaría de la quema; están los dos estupendos cada uno en su estilo, teniendo en cuenta que sus personajes son completamente opuestos. Shimell borda la frialdad del suyo y Binoche lo mismo con el desequilibrio pseudoamoroso de la tarada a la que interpreta.

En fin, llegué al final de puro milagro. Mientras mis ojos se cerraban inevitablemente ante el cúmulo de estupideces que estos dos se soltaban mutuamente, muy especialmente ella, yo intentaba mantener mi cabeza erguida y mi nivel de consciencia en un grado de entendimiento aceptable, sólo para poder hacer esta crítica. No sé cómo, pero al final lo conseguí, y aquí está el resultado. Lo siento por ese muchacho que con tanto esmero e interés me pasó la cinta pero… ufffff, la sinceridad es mi más asqueroso defecto.

jueves, 19 de febrero de 2015

El sueño de Cassandra, by Woody Allen

Confieso que me cuesta decidir si me gusta más el Allen cachondo o el Allen trágico porque si bien comparto por completo el sentido del humor del cineasta no dejo de compartir igualmente su sentimiento trágico de la vida.

Yo pienso exactamente igual que él, que el ser humano es egoísta, malvado e irredimible, y que lo único que nos salva es que la civilización nos ha obligado a crear leyes, normas de convivencia y un código ético que nos permite enfrentarnos con mayor o menor fortuna a nuestra naturaleza depredadora. Pero vamos, que las hemos creado mismamente por nuestra propia supervivencia como especie, para no destruirnos, no porque seamos la hostia de buenos.

Esta película, como "Match Point" y algunas más de nuestro inquieto geniecillo, abunda en esa idea. Hay una serie de conceptos clave que son fijos en la filmografía trágica de Allen y que básicamente se podrían resumir en los siguientes puntos:

1. Somos capaces de todo o de casi todo por la supervivencia.

2. Cuando se cruza una línea determinada ya no hay límites.

3. La única forma de conseguir el éxito es pisotear sin piedad al contrincante.

4. La moral es algo completamente relativo, todo es según cómo lo plantees.

5. Todo el mundo tiene un precio.

Fijaos bien; con estos cinco principios básicos todo lo que ocurre en el mundo queda perfectamente explicado: el hambre, la corrupción, la desigualdad, la pobreza, las religiones, la violencia... Y es que es tan simple como eso: Homo homini lupus est, el hombre es un lobo para el hombre. Lo dijo primero Plauto, lo repitió Hobbes y ahora yo lo confirmo rotundamente.

Por eso esta historia llevaba todas las papeletas para gustarme, para encantarme y para hacerme gritar "Chapeau!!!" una vez más a mi director favorito. Por eso y porque encima el muy cabrón ha contratado a dos de mis actores fetiche, que además bordan sus personajes tanto uno como el otro. Y ahí me rindo totalmente a ese atormentado Colin Farrell en atroz enfrentamiento bíblico contra su calculador hermano Ewan McGregor. Qué pedazo de Caín y qué pedazo de Abel, señores.

Entonces, dónde está el fallo?  Pues simple y llanamente en un final que destroza todas mis expectativas. Para mí uno de los peores finales, de los más chapuceros, de los menos currados del universo Allen. Y como no puedo destriparlo porque sería una putada, simplemente lo dejo aquí. Quien quiera saber por qué me ha decepcionado tanto el desenlace, que vea la película y tome su propia decisión.

martes, 17 de febrero de 2015

Amor sin control, by Stuart Blumberg

Yo flipo.

Antes, cuando un tío se mataba a pajas se le llamaba pajillero. Ahora no, ahora es un adicto al sexo.

Antes, cuando un tío iba mucho de putas se le llamaba putero. Ahora, no, ahora es un adicto al sexo.

Antes, cuando un tío era infiel y andaba con varias tías a la vez se le llamaba picaflor. Ahora no, ahora es un adicto al sexo.

Antes, cuando un tío miraba las piernas, el culo o las tetas de una tía se le llamaba salido. Ahora no, ahora es un adicto al sexo.

Antes, cuando un tío pensaba en sexo las 24 horas del día se le llamaba simplemente tío. Ahora no, ahora es un adicto al sexo.

Bueno, pues puedo prometer y prometo y a Dios pongo por testigo de que no conozco un solo tío de entre 15 y 45 años que no sea un adicto al sexo, por practicar una o varias de las actividades que he apuntado antes.

Esto de patologizar todos los comportamientos humanos es una práctica que se ha puesto de moda en la sociedad pero que llega a extremos ridículos en algunos casos, como es éste, sin ir más lejos.

A los protagonistas de esta peli para “curarlos” de su “adicción” les obligan a cosas tales como no ver la televisión nunca. Por qué? Ah, pues no sé, quizás por si se ponen a ver algún canal porno. Por la misma regla de tres no se les debería permitir ir al quiosco porque hay revistas porno. Ni ir al cine por si hay algún desnudo o escena erótica. Ni escuchar música, no sea que accidentalmente pongan en la radio “J’taime… moi non plus”. No digamos ya leer un libro, porque podría perfectamente haber algún pasaje más o menos sexual y pa qué queremos más.

Otra cosa que les prohíben es viajar en metro, supongo que por aquello de los roces. Me imagino que, ya puestos, tampoco podrían estar en la cola del paro ni en ningún tipo de bulla, ni conciertos, ni espectáculos deportivos ni nada de nada.

Se supone entonces que para no pajillearse o irse de putas lo que hay que hacer es convertirse en una especie de eremita aislado del mundo con sus constantes tentaciones diabólicas. En fin.

Antes, cuando alguien comía demasiado, se le llamaba comilón o gordo. Ahora no, ahora es un adicto a la comida.

Antes, cuando alguien gastaba demasiado, se le llamaba manirroto. Ahora no, ahora es un adicto a las compras.

Antes, cuando alguien trabajaba demasiado se le llamaba currante. Ahora no, ahora es un adicto al trabajo.

Antes, cuando alguien hacía mucho deporte se le llamaba deportista. Ahora no, ahora es un adicto al deporte.

Antes, cuando alguien veía mucho la televisión se le llamaba muermo. Ahora no, ahora es un adicto a la tele.

El mundo está lleno de gente enferma, adicta a un montón de cosas. En el momento en que haces algo un poco por encima de la media ya eres un adicto y tienes que someterte a terapia para desintoxicarte. Es realmente aterrador.

Conste que no digo yo que no haya gente que a base de practicar algo de forma compulsiva, llegue a afectar negativamente a su vida y que necesite algún tipo de terapia conductual para cambiar de hábitos, pero vamos, de ahí a tratar a todo el mundo como si tuviera un problema de drogas o de alcoholismo va un buen trecho. Muchas veces es simplemente una cuestión de ansiedad que hay que aprender a controlar, pero no tienes que dejar ni de ver la tele ni de ir de compras ni de hacer deporte ni de ir en metro, por diosssssss.

Ya digo que la película roza la ridiculez más absoluta. No sé adónde pretendía ir a parar Blumberg con esta historia pero a mí no sólo no me ha convencido de nada sino que me ha hecho plantearme si los que están enfermos de verdad no serán todos ésos que ven adicciones por todas partes. Una especie de adictos a las adicciones.

Tampoco entiendo qué pinta mi adorado Tim Robbins en esta sarta de despropósitos. Me pasé toda la peli diciéndome a mí misma que jamás lo había visto en un papel tan gilipollesco y teniendo la terrible sensación de que debe de estar mal económicamente o algo así para haberlo aceptado.

Pero creo que de todos los personajes, si cabe, el más patético es el que interpreta Gwyneth Paltrow, el de una “adicta” a la comida sana y al deporte. Aunque yo creo que aquí poco habrá tenido que interpretar porque algo me dice que esa tía es que es así ella misma en la vida real y que no le ha tenido que costar mucho esfuerzo soltar frases prodigiosas e inolvidables tales como “las verduras de distintos colores no deben de mezclarse nunca en el plato”. Aaaaarrrggggg, qué grima, lavirrrrgen.

jueves, 12 de febrero de 2015

Nueva vida en Nueva York, by Cédric Klapisch

LO QUE ME GUSTA

- Me gusta la New York de Klapisch, sus terrazas, su barrio chino, sus apartamentos, sus puentes y sus bicis paseando bajo los rascacielos. Es una Nueva York un poco hipster pero mola.

- Me gustan los personajes: el tipo perdido en la gran ciudad, el taxista chino, la sobrina china del taxista, la amiga lesbiana, la novia de la amiga lesbiana, la niñera de las lesbianas, el inspector de inmigración... Los reconozco, me suenan, están en la calle y puedo identificarlos.

- Me gusta muchísimo Romain Duris. Creo que ha ganado un montón desde aquella mamarrachada casposilla que fue para mí "Una casa de locos", el principio de la trilogía. Aunque presiento que si volviera a ver ahora aquella película, en plan precuela después de haber visto esta tercera, me gustaría mucho más.

- Me gusta cómo mueve Klapisch la cámara, por la ciudad y por los interiores. Me gustan las conversaciones por Skype con el editor, me gusta hasta la voz en off, con lo poco que me suelen gustar a mí las voces en off. Me gustan aquí porque sirven para contar una buena historia y porque no chirrían ni tratan al espectador de subnormal. Sólo aportan información adicional y punto.

- Me gusta que no haya mensaje moral ninguno. No se juzga a ningún personaje. Ni al protagonista, ni a la ex, ni a la amiga lesbiana y zorrón... pero sí se presentan con todos sus defectos, sin complacencia. Somos así y es lo que hay. Decide tú si te gustamos o no. Chapeau por Klapisch.

LO QUE NO ME GUSTA

- No me gusta Audrey Tautou. Ya, ya sé que iba en el pack de la trilogía y que había que cargar con ella, pero es el personaje menos convincente, el más forzado y el que menos cuadra en la historia. Y mucho me temo que es por la actriz y por ese toque Ameliè que lleva consigo a todas partes.

- No me gusta que no funcione la química entre Duris y Tautou, lo que puede ser debido al punto anterior o a que realmente no pegan ni con pegamento. En un momento dado el protagonista dice que para mantener una relación necesita pasión y que eso no existe entre ellos, y es cierto, no la hay. Lo que nos lleva al tercer punto.

- No me gusta la forma un tanto forzada en la que se llega al desenlace. No creo destripar nada si digo que es un final feliz, de los que dejan buen sabor de boca, ya que al ser una comedia romántica es lo que espera el espectador. Pero precisamente el hecho de que en ningún momento haya funcionado esa química entre los protagonistas hace que el desenlace no termine de ser creíble.

CONCLUSIÓN

Tenemos una buena historia, un buen comienzo y un nudo argumental interesante pero falta algo fundamental, esa química, ese feeling, esa chispa que debería saltar entre los dos personajes principales y que en ningún momento surge, lo que lleva a un final bonito, agradable, dulce y elegante pero con muy poca credibilidad. Una pena porque el conjunto queda muy deslucido.

miércoles, 11 de febrero de 2015

25 kilates, by Patxi Amezcua

Patxi Amezcua rueda un gran thriller al que no le falta de nada:

Hay corrupción policial.

Hay historia de amor.

Hay matones con bastante mala leche.

Hay mucho dinero en juego.

Hay dama despechada con ansia de venganza.

Hay filtraciones a la prensa.

Hay tiernas escenas paternofiliales.

Hay tiros, navajazos y hostias.

Hay sexo, mentiras y cintas de vídeo.

Hay un Francesc Garrido sensacional.

Hay una Aida Folch preciosa, que no le va a la zaga.

Hay unas cuantas trampillas en el guión.

Hay muchas casualidades imposibles.

Hay muy buena intención, pero...

Hay una dosis insoportable de pastel.

Patxi, no le faltaba de nada pero... le sobran 3 kilos de azúcar. Lástima.

martes, 10 de febrero de 2015

Las dos caras de enero, by Hossein Amini

Te haré una sencilla pregunta: tú eres un delincuente americano en Grecia al que busca la Interpol, la Gregopol y la Transiberpol, y quieres pasar desapercibido para poder escapar a todos tus perseguidores. Cómo lo harías? Elige:

1. Intentas camuflarte entre los lugareños disfrazándote de uno de ellos: una boina típica de la región; una camisa de cuadritos remetida por los pantalones; tal vez un tinte de pelo moreno, porque en Grecia los rubios no abundan precisamente; un cierto aire chulesco, a lo Varoufakis... En fin, intentas disimular como buenamente puedes haciéndote pasar por un griego pata negra, y si hace falta hasta te marcas un sirtaki.

2. Te disfrazas de dragqueen; vas a por todas, te pones de nombre artístico Antonella y te metes en una caravana de "Reinas del desierto". Te dedicas a recorrer el país haciendo números musicales de ABBA y aprendiendo a andar dignamente sobre plataformas de 30 centímetros mientras bailas al ritmo de "Dancing queen"

3. Te plantas un trajecito de chaqueta blanco con un sombrero del mismo color, como diciendo al mundo "Heyyyy, adivina dónde he nacidoooo; es un acrónimo, tiene tres letras y la primera es una U y la tercera una A. Te daré una pistaaaaa: dame una U, dame una S, dame una A!!!!". Y de esta guisa te paseas con tu metro noventa y tu cabellera dorada por un montón de pueblitos griegos entre una multitud de morenazos emboinados que no te llegan a la cintura. Eres el único tío en todo el país con esa estatura, ese color de pelo y esa vestimenta pero aun así tú sin problemas, te recorres tan agustísimo toda Grecia como Pedro por su casa. Ea, porqueyolovalgo.

Pues ahora intenta adivinar cuál de las tres opciones es la que elige Viggo Mortensen en esta película. Exacto, esa misma!

En fin, visto lo visto, cuesta mucho aceptar que algo así lo haya podido escribir la mismísima Patricia Highsmith y que nada más y nada menos que el bello y macizorro Mortensen se haya podido prestar a semejante patochada. Prefiero pensar que el desastre se debe mayormente a la bisoñez de Hossein Amini, sujeto firmante del engendro, para así poder exculpar a mis ídolos y dormir tan agustito.

Porque... menudo tostonazo, lavirrrgen! Viggo, Viggo, Viggo, cómo has hecho esto, higgo?

viernes, 6 de febrero de 2015

El piano, by Jane Campion

- Qué peli más chula he visto, más que el Chester de don Risto.

- Pues cuéntame el argumento en este mismo momento.

- Te cuento, va de una tía que con un tío se lía.

- Pero ésa yo ya la he visto, más que al Chester del tal Risto.

- No, hombre, que aquí hay más tela; te lo juro por mi abuela.

- Y qué tiene de rarete eso de echar un polvete.

- Pues que esta señora es muda y que follar se la suda.

- Y entonces para qué folla, si no goza con la polla.

- Pues folla por un piano, por delante o por el ano.

- Y cómo es eso que dices, cuéntame las directrices.

- Si te pongo un suponer mejor lo vas a entender.

- Ponlo y deja de enredar, que me vas a cabrear.

- Por una tecla del piano le puedes coger la mano.

- Y por tocarle una teta qué te pide la tía jeta.

- Tres teclas por cada mama, una más si es en la cama.

- Y por chuparle el pezón qué te pide ese zorrón.

- Cinco teclas solicita la citada señorita.

- Pues no quiero ni pensar qué pedirá por follar.

- Diez teclas has de soltar si te la quieres tirar.

- Oye, menudo negocio, y no tiene ningún socio?

- Todo para ella solita, ni que fuera una tontita.

- Esa dama es un putón, lo digo de corazón.

- Ya te digo que lo flipas con el morro de la tipa.

- Y quién osó dirigir semejante sinvivir?

- Pues Jane Campion se llama esa reputada dama.

- Y quién hace de zorrón, ya que estoy tan preguntón.

- Holly Hunter dice ser esa pérfida mujer.

- Y el muchacho del piano, el capullo del pagano?

- Harvey Keitel es el nombre de ese desgraciado hombre.

- Pues si esa peli te mola se te ha ido la perola.

- Pero si es un tostón, un coñazo del copón.

- Pues dijiste que era chula; me ibas a hacer la pirula?

- Como tienes cara lelo te estaba tomando el pelo.

- Pues ríete de tu abuela, que seguro que es más lela.

- Pero te enseña las tetas por 400 pesetas.

miércoles, 4 de febrero de 2015

Marsella, by Belén Macías

“Marsella” es una de esas películas que una ve y no sabe qué opinar, si está bien o mal hecha, si te gusta o no, si te dice algo o te deja fría… Por eso, para ver si me aclaro yo conmigo misma, más que hacer una critica propiamente dicha he decidido hacer un triple listado de cosas que me gustan, de cosas que no me gustan y de cosas que ni fu ni fa.

LO QUE ME GUSTA

1. El tema y el planteamiento: quién es la verdadera madre, la que te ha parido o la que te ha criado? Me gusta que Belén Macías enfrente a las dos madres, con sus cosas buenas y malas, pero que no se implique y deje que el espectador decida.

2. El rollo road movie. La carretera da mucho juego en historias de enfrentamientos personales. Probablemente las mejores escenas se dan dentro del coche.

3. El reparto, impecable. Sobre todo las dos actrices protagonistas, Goya Toledo y María León, fantásticas cada una en su papel. Goya hace una perfecta pija y María una perfecta choni. Por ahí nada que objetar.

LO QUE NO ME GUSTA

1. Cuesta creer que las dos madres permanezcan juntas en ese viaje. A ratos la situación es tan forzada que no se entiende por qué no tira cada una por su lado.

2. La niña tiene comportamientos un tanto extraños y ambiguos, cuando no directamente de mal gusto. No parece importarle nada los sentimientos de sus dos madres ni entender la lucha que se ha establecido entre ellas. Su personaje está muy poco trabajado.

3. La historia del padre jabonero está un poco cogida por los pelos. No parece muy probable que alguien se embarque en una aventura así para conocer a un tipo del que no ha sabido nada en diez años. La gente no hace esas cosas y menos aún la gente que quiere demostrarse a sí misma y a los demás que es lo bastante juiciosa como para ocuparse de un hijo.

LO QUE NI FU NI FA

1. A qué viene la historia de los narcotraficantes. No aporta nada a la película, es totalmente prescindible.

En definitiva, 3 puntos a favor, 3 puntos en contra y 1 pfffffff. Y sigo sin saber si me ha gustado o no, estoy más indecisa que Kiko Rivera entre un bocata de jamón y las tetas de una choni. Para que luego me digan radical.

martes, 3 de febrero de 2015

La habitación del pánico, by David Fincher

David Fincher, genio hacedor de la inolvidable “Seven”, nos obsequia en esta ocasión con la historia de una madre y una hija que son secuestradas en su propia casa por un trío de señores con interesantes habilidades manuales. Las secuestradas se encierran en una habitación blindada y a partir de ese momento la cosa se convierte en una especie de competición esquizoide entre MacGyver y MacGyver. Algo así como:

- Vaya, no tenemos línea telefónica en esta habitación, pero no te preocupes, hija, coge esos cables y pélalos y pegaremos los hilitos amarillos con los verdes, los enchufaremos a una lata de Coca-Cola y podremos contactar con el exterior.

- Maldición, estas tías han conseguido hablar con la policía. Tendremos que neutralizarlas. Pásame esa botella de lavavajillas. Lo juntaremos con un poco de pasta de dientes, un moco y un chicle de menta y crearemos una reacción química que las hará salir de su escondite.

- Cáspita, qué es eso que está entrando por la rejilla del aire? Rápido, dame una lupa. La pondremos cerca de este agujero por el que entra un rayo catódico y provocaremos una deflagración controlada que les dará a esos malandrines en todas las narices.

- Hossstia, una explosión controlada. Estas tías son unas hijaputas, pero tranquilos, que no cunda el pánico. Pásame esa escoba, que la ataré a un ventilador y al ponerlo en marcha funcionará como una especie de arma letal que les cortará la cabeza a poco que la asomen por la puerta.

- Qué es eso que han construido esos cafres? Se van a enterar. Con estas pinzas de la ropa y aquella goma de borrar crearé un arma de destrucción masiva que se van a cagar por la patilla.

- Maldita sea, me han dado en todo el ojo con la goma. Dame ese vaso de plástico, que lo voy a fundir con un tomate y medio pepino y formaré una pasta tóxica que les lanzaré con un tirachinas casero hecho con unas bragas de licra y las voy a dejar hechas un trapajo.

- Mamaaaaá, ese bestia me ha quemado el pelo. Vamos a hacer un fusil de asalto con esta flauta, atándole un guante de plástico y utilizando como munición esos caramelos hall de eucalipto mentolado.

Y así es como unas angustiadísimas Jodie Foster y Kristen Stewart, que hay que reconocerlo, están estupendas las dos, consiguen enfrentarse cual aguerridas guerreras, a una banda de curtidos maleantes, y dar una lección magistral de ingeniería bélica que hará las delicias de los aficionados al bricolaje, aunque no tanto las de los aficionados al cine.