miércoles, 27 de abril de 2016

Stockholm, by Rodrigo Sorogoyen

Cuando una historia es realmente buena y además se sustenta en un buen guión a veces surgen joyas como ésta.

Esta película me ha conmovido intensamente por dos razones:

- Una vez conocí a alguien tan frágil como la protagonista.

- Una vez, hace muuuuuuucho tiempo, yo también me esforzaba arduamente por creer esas palabras vacuas que forman parte del cortejo humano.

Sí, amigos, yo también fui una chica que quería creer. Porque es bonito. Porque cuando dejas de creer en las palabras ya casi dejas de creer en todo. Cuando ya oyes a la gente como quien oye llover, cuando nada de lo que te dicen te conmueve, cuando todo lo que se dice o hace te parece una farsa, cuando ni siquiera escuchas… Entonces es que algo muy profundo se ha roto en ti. Y ya nunca vuelves a ser la misma persona.

El cortejo humano es de lo más duro que hay. Se miente tanto, se finge tanto que casi siempre sale alguien herido en el proceso; en este caso el personaje de Aura Garrido (por cierto, fantástica), que ya viene herido de antemano, es literalmente destrozado. La pérdida definitiva de la inocencia y de la esperanza la rompen por completo.

Una de las cosas que más me llamó la atención es cómo el depredador rechaza olímpicamente al resto de hembras de la camada y va a saco a por la más delicada, aunque desde el principio, por el afán de protección de las amigas, se da cuenta de que le pasa algo grave. Y sin embargo, sabiendo que es un simple juego, la elige entre todas como objeto lúdico. Para él es simplemente un reto, ella es la más difícil, y le dan exactamente igual las consecuencias de su divertimento.

Eso sí, la venganza es buena de verdad. La película a ratos me recordaba otra en la que también la venganza ocupa un lugar central, Hard Candy. Siempre que un débil se enfrenta a un depredador, cuando se rebela y le planta cara, se siente una íntima satisfacción, un deseo profundo de que el escarmiento sea inolvidable.

Y en este caso no cabe duda de que lo es. Lo que pasa es que, a diferencia de “Hard Candy”, aquí el precio es demasiado alto.

Una película impactante que sin duda hace pensar. Lo que en realidad hace Sorogoyen con esta historia es advertir al espectador de que la fragilidad puede ser en un momento dado un arma muy poderosa, porque cuando el frágil tiene poco que perder se vuelve fuerte. Y esa fuerza puede ser brutal.

1 comentario:

  1. Es un auténtico bodrio, tan falso, preparado y forzado que a cualquier persona en su sano juicio y con cierta madurez mental, detesta de inmediato. Si a todo ello le sumamos el hecho de ser una película soporífera pues poco más puedo decir. Eso sí, que suponía que te iba a gustar. Por otro lado perfectamente lógico.

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