jueves, 12 de mayo de 2016

La habitación (Room), by Lenny Abrahamson

Para mí “La habitación” es una película redonda. Cuenta la historia de una relación entre una madre y un hijo que en la primera parte transcurre en un recinto cerrado en el que los dos están secuestrados, y la segunda, ya una vez liberados, intentando componer una vida normal después de tan terrorífica experiencia.

Hay quien dice que la segunda parte es mucho peor que la primera. No estoy de acuerdo; lo que ocurre es que son totalmente diferentes. Durante el secuestro todo se centra en la peculiar relación de la madre y el niño (por cierto, fantástica Brie Larson, muy merecido su Oscar, para variar) y es verdad que es especialmente emotiva, por todos esos detalles con los que ella intenta normalizar de algún modo la vida cotidiana de los dos: el ejercicio, los cuentos, cocinar, los juegos... Todo es muy intenso y muy impactante y por eso es normal que guste más.

Pero la segunda parte, aunque menos impactante, es muy ilustrativa. Si la primera se limitaba a narrar, aquí ya Lenny Abrahamson se moja y aborda desde un punto de vista analítico los conflictos que esa reclusión conlleva a posteriori.

Si en la primera parte todo era claro, quiénes eran los buenos y el malo, aquí ya todo se llena de claroscuros. Y el niño, que había vivido siempre recluido y creía que lo que salía por la tele era otro mundo distinto al suyo, se adapta bastante bien a ese mundo que no conocía. Sin embargo la madre, que sí había estado antes en él, lo vive mucho más angustiosamente.
spoiler:
La escena final es muy clarificadora: el niño quiere volver a la habitación donde se ha criado y ha pasado los mejores años de su vida, cuando tenía a su madre solo para él y nada más importaba. No conocía otra cosa, por tanto no podía echar nada de menos. Pero se despide de cada objeto sin problemas y continúa con su vida. La madre no puede soportarlo; esa habitación es el escenario de su pesadilla. Y le duele.

Para él la habitación significaba normalidad; para ella horror. Para él simplemente ha sido una fase de su infancia que pronto olvidará; ella ha quedado marcada para siempre y nunca volverá a ser la misma. Y ésa es la magia de la película, ni más ni menos nos cuenta lo que significa crecer y cambiar la piel de plástico de la infancia por esa de dura e inamovible piedra que la va recubriendo poco a poco.

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