miércoles, 22 de junio de 2016

No es mi tipo (Pas son genre), by Lucas Belvaux

Ésta es una película romántica rara. En principio parece que plantea un conflicto amoroso pero lo que realmente está planteando es otro muy distinto que además no tiene nada que ver con el primero. Me explico:

Parece que el problema es la diferencia "cultural" entre los protagonistas. Vale, él es profesor de Filosofía y ella peluquera, pero en ningún momento eso crea conflicto entre ellos, más bien al revés, es un clásico, el tío que hace de Pigmalión de la chica ignorante. En este caso hay un intercambio de conocimientos. Él le enseña a Dostoyevski y a Kant y ella por su parte lo lleva a cantar al karaoke, y los dos están encantados con estos cambios en sus vidas.

Por lo demás el mundo está lleno de parejas disparejas intelectualmente: Vargas Llosa y la Preysler,  Arthur Miller y Marilyn... Sin ir más lejos mi propio peluquero y su marido, que es profesor de literatura inglesa y que llevan tropecientos años juntos sin el menor problema.

No, amigos, no está ahí en absoluto el problema entre estos dos. La cuestión es que él es un escéptico del amor y ella una ferviente creyente. Son de esas parejas que cuando van a ver una comedia romántica uno de ellos piensa que el final feliz de la peli es verdaderamente el final de la felicidad mientras el otro piensa que el final no es más que el comienzo de otra larga y preciosa historia.

Los escépticos amorosos pueden ser filósofos, bomberos, abogados, periodistas, pintores, peluqueros  o cualquier otra cosa y los forofos de la comedia romántica pueden ser igualmente todas esas cosas. Por eso no entiendo para nada que el director haya recurrido al manido tópico de los opuestos culturales para reflejar este otro conflicto. Es evidente desde el principio que el tío es remiso a los compromisos y que no es amigo de hacer proyectos a largo plazo porque es de los que creen que el amor dura lo que dura y hay que disfrutarlo a tope sin más (opinión que además yo comparto plenamente), en tanto que la tía deja muy clarito que busca amor eterno con el que formar una familia y todas esas cosas.

No se puede negar que Emilie Dequenne es una chica muy mona y que está encantadora en su papel de ingenua peluquera enamorada hasta la médula, pero yo personalmente simpatizo mucho más con el personaje del profesor, que no está menos enamorado pero que no comparte en absoluto el universo flower power de su novia.

Una vez más, aunque la mayor parte del tiempo la peli se mantiene en esa tónica de entretenimiento discreto y sin grandes pretensiones típico de la comedia romántica francesa, el final es completamente ridículo y roza lo patético.

Y aquí me veo obligada a espoilear, así que el que no la haya visto y quiera verla que no siga.

Qué es eso de que la tía se vaya con sus amigas de marcha y cante en el karaoke "Sobreviviré" toda llorosa y al día siguiente desaparezca misteriosamente del mapa, se mude y no vuelva a llamar ni a ponerse en contacto no ya solo con el tío sino tampoco con sus propias amigas??

Bien está que se dé cuenta de que la historia con el novio no funcionaba y que lo deje con todo el dolor de su corazón, pero a qué viene que también tenga que dejar su trabajo y a sus amigas del alma?? Y desalojar su casa y trasladarse con su hijo, cambiar al chiquillo de escuela y largarse a otra ciudad? Todo eso tiene que armar una tía para cortar con un pollo con el que no le va bien?

Pos anda que si cada vez que una historia no sale como una quiere tiene que cambiar radicalmente de vida y arrastrar a los hijos de una ciudad a otra para poner tierra de por medio, no daríamos abasto a pagar mudanzas.

Menudo final absurdo y tontorrón. Anda que el Belvaux este se tuvo que quedar descansando.

martes, 21 de junio de 2016

X + Y, by Morgan Matthews

Las matemáticas son fascinantes, y aunque no son mi fuerte casi todas las películas que he visto sobre apasionados de los números me han encantado. Tal vez sea porque muchas de estas historias tratan sobre personajes muy interesantes, con problemas para relacionarse con el mundo pero que en cambio encuentran en la abstracción numérica un cierto sentido a la vida, un refugio, un lugar en el que se encuentran bien, seguros, a salvo.

Es el caso de Nathan, que además es un hecho real. Un chico con rasgos autistas, con evidentes problemas de relación con la gente, pero que halla ese refugio en los números, donde se siente cómodo y a gusto. Buenísima la interpretación de Asa Butterfield, realmente conmovedora. Pobre chico perdido en el mundo de la gente normal pero bienhallado en el de la frialdad de los dígitos.

Tal vez me ha gustado la película porque yo pude haber sido una de esas personas que disfrutan con las matemáticas. De hecho durante un tiempo recuerdo vagamente que lo fui, tuve buenos profesores y me gustaba sumergirme en ese mundo abstracto en el que todo era exacto, correcto y estaba bien. Pero en el bachillerato dí con un ceporro que hizo que las aborreciera, y creo que desde entonces me siento como expulsada de un paraíso, como si yo hubiera estado también destinada a gozar de ese universo mágico, y me lo hubiera jodido aquel tipo al arrancarme de sopetón de la seguridad de los brazos protectores de las mates.

No deja Morgan Matthews ahí la cosa. Lo que le interesa de verdad es cómo se relaciona Nathan con el mundo, sobre todo con su madre, una mujer de inteligencia normal que no entiende ni puede llegar a la mente de su hijo. Nathan tenía una sintonía especial con su padre, pero al morir éste siendo él un niño se quedó completamente huérfano en el sentido intelectual y casi también en el emocional. Será su profesor de matemáticas, aquejado de una enfermedad degenerativa, el que lo sacará de ahí y le dará la oportunidad de volver a experimentar esa compenetración con un ser humano.

X + Y es también una historia de amor. En realidad es una doble historia de amor, la de Nathan con la chica china de las Olimpiadas Matemáticas y, si cabe más sorprendente todavía, la de su madre con el profesor.

Tal vez falla un poco el final. Me parece muy bonito el proceso por el cual Nathan empieza a sentir las emociones correspondientes a un chico de su edad, pero teniendo en cuenta su idiosincrasia no me parece muy probable el desenlace tal y como Matthews lo plantea.

lunes, 20 de junio de 2016

La vida empieza hoy, by Laura Mañá

La primera película que vi de Laura Mañá, "Palabras encadenadas" me gustó bastante. Me pareció una tía interesante con ideas interesantes. Y no puedo negar que la idea de "La vida empieza hoy" lo es. Sexo y decrepitud física son temas casi contrapuestos, está feo incluso plantearlos juntos, y aquí Mañá se gana unos cuantos puntos al atreverse a dar una visión distinta de la vejez, más cercana al goce de vivir que a la enfermedad o la muerte, que es lo que a casi todos nos sugiere la última etapa de la vida. Las buenas y nobles intenciones desde luego no se le pueden discutir.

La cuestión es que Mañá se pasa todo el rato oscilando entre el tono cómico y el dramático. y con ninguno de ellos consigue convencer. Hay personajes antipáticos, como el de Pilar Bardem, que sin embargo resultan interesantes, y hay otros sencillamente planos, los más, como la pareja entre el argentino y la señora gorda, o como el jubilado corredor y su señora.

De todas formas, y aun a sabiendas de que esto que voy a decir va a levantar ampollas (tal es la opinión generalizada de que estas cosas se deben de normalizar y hacer visibles) yo personalmente la visión de un par de octogenarios follando o haciendo como que follan si puedo ahorrármela me la ahorro. Llámalo insensibilidad, llámalo X. Vale que está bien que lo hagan y que se sepa y que se hable de ello, y ole sus huevos si encuentran a alguien con quien echar los últimos polvillos ante mortem, pero no entiendo por qué hay que presenciarlo y mucho menos disfrutar con ello. Las elipsis narrativas están justo para ahorrarnos ese tipo de cosas. Es como los padres, que todo el mundo sabe que follan pero a nadie medianamente normal le gustaría verlos.

Yo sinceramente un montón de carnes blandas y temblequeantes haciendo aspavientos supuestamente eróticos y practicando el arte del cortejo senil... pues no es mi espectáculo favorito, qué quieres que te diga. Que me perdone el personal más susceptible, pero prefiero seguir visualizando este tipo de actos a través de imágenes más al uso, y que cuando dos abuelos vayan a practicar sexo en una peli, que me metan un discreto fundido en negro.

sábado, 18 de junio de 2016

Coco Chanel (TV), by Christian Duguay

Como tengo un hijo que le va el rollo rapero
se me ha pegao el tema pa criticar a esta tía que hacía sombreros.

Y si el dire de la peli se llama Christian Duguay
me lo está poniendo a pelo pa nombrar en mi rima al Paraguay.

La señora esta de la peli va de tía independiente
pero se lo monta con los tíos en plan madame y cliente.

Vale, nene, tú me molas
pero si puede ser me montas una tienda pa que la peña haga cola.

Yo te monto lo que quieras, corderita
porque pa eso te pones pantalones y te los atas con una guita.

Y te voy a llamar la Coco
como al de Barrio Sésamo que se comía hasta los mocos.

Soy Coco soy Coco dame galletas
y te diseño un vestido que te levante las tetas.

Pos mejor diséñame un sostén
que lo flipe todo el mundo porque sea mu fetén.

Ay, no puedo diseñarte
porque me he enamorao de ti y me coartas mi arte.

Pos diséñame una corbata
que no sea para mí, que sea para mi gata.

Te diseñaría un condón
pa que tengas abrigaíto eso que a mí me pone más dislocá que el copón.

Ya sé que no soy mu rapera
y que la improvisación se me da fatal tela marinera.

Pero lo que más me alucina
es que la Shirley MacLaine haga de la tía esta prima.

Shirley, tía, qué te pasa??
Que con la Irma la dulce no tuviste bastante guasa??

Yo a la Chanel número cinco
aunque la rima sea cutre, por el culo me la hinco.

Y con esta rima infumable
termino ya esta crítica que es más  plasta que el tío del sable

Mira que empezó rapera
pero al final se me ha puesto entre flamenca y rumbera

Y es que aunque me mole el rapeo
yo la rima asonante francamente no la veo.

lunes, 6 de junio de 2016

Nymphomaniac (2), by Lars von Trier

Segunda parte del horripilante truño dirigido por Lars von Trier y protagonizado inexplicablemente por Charlotte Gainsbourg, tan infame o más, si cabe, que la primera.

Continúo reproduciendo con algunas licencias poéticas el fascinante diálogo que tiene lugar entre la desfallecida dama  y el amable caballero que la recoge y la invita a pasar la noche en su casa:

Dama: En esto que cuando me bajé del metro, debo confesar que un tanto maltrecha y dolorida, decidí ir al zoo, donde había un gorila gigante que me encantó y me dije a mí misma: tiene que estar bien hacérselo con un homínido distinto al homo sapiens.  Y me apuntaría un importante tanto en mi currículo. Oye, no te estarás excitando con todo esto que te estoy contando, no?

Caballero: No, tranquila, no me excito nunca. Además soy virgen.  Y como el doctor Fausto le dijo a Mefistófeles: te vendo mi alma si me das calma. Oh, Thomas Mann, qué gran escritor! Le he dicho ya que esta novela sigue a grandes rasgos la historia vital de Nietzche?

Dama: No, pero yo no sé si le he contado a usted el día en el que en mitad de una orgía, mientras un señor me estaba introduciendo su miembro por la oreja y otro caballero hacía otro tanto por el ombligo (me encanta el coito umbilical, no se lo había comentado?) me dio un calambre en la pierna.

Caballero: Estaba yo pensando que el polimorfismo del niño, según el profesor Fromm, conlleva la represión del impulso escatológico. Por ello la capacidad del individuo para reinventar el propio ego hace que la asimilación del superego ocupe el espacio de la autosugestión. Está de acuerdo?

Dama. Pues no sé, pero el caso es que después de lo del calambre descubrí que me gustaban las sensaciones fuertes y me apunté a unas sesiones de sadomasoquismo con un famoso castigador que me azotaba el culete hasta que me lo dejaba hecho un ecce homo.

Caballero: Mi querida señorita, llegados a este punto me gustaría hablarle del momento en el que el gran Beethoven inventó la fuga.  La Grosse Fuge, un único movimiento para cuarteto de cuerdas que rompe con las normas estéticas y armónicas del momento.

Dama: Y lo último, por lo que me han pegado esta paliza de hoy, es que me metí a chantajista sexual. Primero me follaba a los señores, a las señoras, a las piedras o a lo que se pusiera por delante y luego les pedía una determinada cantidad para no hacer públicos los hechos. Este sustancioso negocio me permitía satisfacer mis infinitas apetencias a la par que conseguir un modo de ganarme la vida con bastante holgura.

Caballero: Algo que está directamente relacionado con la contraposición de la Iglesia Oriental y la Iglesia Occidental; la ortodoxia frente a la heterodoxia, el monoteísmo frente al politeísmo, y la confrontación de ideas frente al blablablablabla…

Y así hasta el infinito y más allá. Una conversación de CUATRO HORAS CUATROOOOOO!!!!... (que se dice pronto) en la que Charlotte Gainsbourg va relatando pormernorizadamente distintos episodios de su vida sexual mientras el caballero mantiene una constante cara de poker y diserta largamente sobre lo divino y lo humano.

Me cuesta imaginar por qué extraña razón  Gainsbourg, una actriz que generalmente me encanta, aceptó someterse a este apabullante dechado de gilipolleces cuya ingestión del tirón no le recomendaría ni a mi peor enemigo.

Prometo que lo que voy a contar a continuación es totalmente verídico. Esa noche, tras tragarme enteritas las dos partes del engendro, tuve un inquietante sueño: mi perro Manolo echaba un truño de proporciones gigantescas que tuve que partir en dos para poderlo recoger.

Simple casualidad o  un claro mensaje de mi subconsciente? Ah, qui lo sa! Pero sucedió.

Nymphomaniac (1), by Lars von Trier

Caballero: Cielosssss, una dama tendida en el asfalto! Parece que está herida. Llamaré a una ambulancia.

Dama: Nooooo, por favor, no llame a una ambulancia.

Caballero: Y qué quiere que haga, pues, bella dama?

Dama: Pues podría invitarme a una tacita de te y mientras aprovecho para contarle a usted toda mi vida sexual. Qué le parece el plan?

Y con este elocuente diálogo comienza esta fascinante historia del inefable Lars von Trier en la que durante cuatro interminables horas, divididas en dos interminables partes, esta señora le cuenta su vida íntima a un señor desconocido que le contesta con sesudas disertaciones sobre los más diversos temas.

Para que los que no la hayan visto se hagan una vaga idea, paso a reproducir con breves licencias poéticas unos cuantos ejemplos de la conversación demencial que mantienen la dama (una inexpresiva Charlotte Gainsbourg que no me explico sinceramente cómo pudo aceptar este infame y esperpéntico papel) y el caballero durante la noche de marras:

Dama: Pues verá, cuando yo era una niña jugaba con una amiga a la ranita, que consistía básicamente en poner perdido el cuarto de baño de agua y restregarnos el toto con el suelo.

Caballero. Ah, bella dama, eso me recuerda muchísimo a la pesca con mosca, que consiste básicamente en poner una mosca en la caña para atraer a los peces y blablablablablabla…

Dama: Perdone que le interrumpa, caballero, pero voy a proseguir con mi vida íntima, que es mucho más interesante que la pesca de la mosca. Como le iba diciendo, después de la rana esta misma amiga y yo nos juntamos y decidimos follarnos a todos los pasajeros de un tren. La que se follara más se llevaba de premio una chocolatina. Al final gané yo porque me follé también al maquinista.

Caballero. Pues como yo le iba contando a usted, señorita, la polifonía combina armónicamente los sonidos de dos o más voces o instrumentos de diversa altura emitidos simultáneamente.

Dama: Y luego montamos un club de folladoras, pero teníamos prohibido terminantemente enamorarnos de las pollas que nos tirábamos o que succionábamos alegremente por alguno de nuestros agujeritos corporales.

Caballero: Lo cual me recuerda a Bach, el mejor compositor de la historia. No sé si sabrá usted que la música de Bach se basa en la sucesión numérica de Fibonacci con la consecuente relación de recurrencia que la define. Igualmente Edgar Allan Poe, que fue un escritor muy interesante, usaba la sucesión de Fibonacci para consumir rítmicamente las dosis alcohólicas que le llevaron a la muerte.

Dama: Pues como le decía, un día iba en el metro y decidí que me iba a follar a todo el vagón. Me puse en bolas y dije bien alto y claro: Señores, la entrada es gratis. Todo el que quiera pasar por alguno de mis agujeritos que se ponga en cola.

Caballero: Interesante episodio, que me recuerda a la transfiguración de Jesús en el monte Tabor, en la baja Galilea. Qué gran momento bíblico, vive Dios! En mi opinión el enfoque sistemático de la crucifixión es de una violencia extrema, no le parece, amiga mía?

(Continuará)

(Ver crítica de Nymphomaniac II)

viernes, 3 de junio de 2016

Rompiendo las olas (Breaking the waves), by Lars von Trier

Tengo una complicada relación de amor-odio con Lars von Trier. Me encantó “Melancolía” pero aborrecí “Anticristo”. Con él no tengo término medio, o alucino o sencillamente me muero de asco.

Con “Rompiendo las olas” he alucinado completamente. Estos ocho capítulos que van in crescendo en cuanto a intensidad emocional han conseguido llegarme al alma.

No es desde luego una película para espíritus simples ni políticamente correctos; a muchos incluso les horrorizará, porque la relación entre Bess y Jan a partir del momento en el que él sufre el accidente no solo rompe las olas; rompe todos los convencionalismos y todos los valores que en la sociedad occidental definen el amor.

Bess es un personaje tan lleno de matices (magnífica Emily Watson; entrañable y conmovedora) que es difícil decidir si lo que la mueve es una generosidad extraordinaria (así es como la define su cuñada el día de la boda), una fe a prueba de bomba, un amor sin límites o su propia locura. O es una mezcla de todo ello, algo que lleva al personaje a tomar las difíciles decisiones que toma.

La verdad es que a mí me fascinan las historias de amor extremo. Asustan mucho pero tienen un poder de atracción absoluto. Intentar meterse en la piel de esos personajes, entenderlos, imaginar su sufrimiento, empatizar con ellos, es una dura prueba para el espectador. En el caso de Bess desde el principio se insinúa una cierta debilidad mental o alguna enfermedad que bien podría tratarse de esquizofrenia, que la hace aún más atrayente.

Cuando Bess habla con Dios y se transforma en él y responde a sus propias preguntas en nombre de la divinidad en realidad está planteando las mismas cuestiones que nos hacemos todos, los eternos interrogantes de la humanidad. El contraste entre la dulzura y la ingenuidad de la muchacha frente a la dureza y el cinismo de ese Dios terrible que la atormenta constantemente da lugar a unos diálogos verdaderamente inquietantes.

Pero sobre todo, por encima de su fe loca y de esas charlas esquizoides con la deidad, lo que predomina es ese amor sobrehumano que siente hacia Jan. Como ella dice en un momento dado, ha estado esperándolo toda la vida, y cuando por fin llega lo hace  llevándose todo por delante, empezando por los convencionalismos y por sus propios valores. Un amor que está por encima de todo y de todos, hasta de la propia vida.

Maravillosa la selección de canciones que dan paso a cada capítulo. Si von Trier no fuera un director de cine capaz de hacer peliculones como éste sería un estupendo DJ. No ha podido escoger mejores temazos de fondo para contar esta sugestiva y original historia de amor.