viernes, 26 de agosto de 2016

Carol, by Todd Haynes

Belleza en estado puro. Cate Blanchett perfecta, la femme fatale nacida para seducir con su penetrante mirada, nunca casual, siempre cargada de significado. Frente a ella Rooney Mara, la pequeña aprendiza de amor lésbico que queda obnubilada ante la sofisticación y la elegancia de Carol. De fondo, ambientación cuidada hasta la exquisitez, vestuario maravilloso, fotografía fantástica... perfección formal en estado puro. Pero tooooodo taaaaan frío!! Qué poquito me ha llegado a mí esta historia supuestamente de amor.

Y aparte de no llegarme por esa gelidez emocional que me inspira, me rechina el planteamiento anacrónico de la historia. Se trata el amor lésbico casi desde el punto de vista de un espectador de nuestros días. Como con un poco de indignación: oye, que no dejan a dos mujeres amarse tranquilamente, assssco de sociedad!

Vamos a ver, afortunadamente los tiempos han cambiado, pero situémonos en los años en los que transcurre la acción. En las pelis de los 50 estaba prohibido poner una cama de matrimonio en una pantalla, para que os hagáis una idea de lo que estamos hablando. Ni aunque fuera para un matrimonio de verdad por la iglesia y con las bendiciones de 40 pares de curas... siempre camitas separadas.

La homosexualidad como tema estaba terminantemente prohibido, todo lo que oliera a eso tenía que ser camuflado, imposible mencionarlo directamente. Muchas obras de teatro y películas de la época hacen insinuaciones, pero tan veladas que hay que ser un lince para pillarlas. La palabra homosexual  o lesbiana ni se nombra, todo se insinúa pero nada se dice... hablamos de un tema tabú tanto en el cine como en la vida.

De ahí que se me escape por completo la indignación de Carol cuando conoce las intenciones de su marido de quitarle la custodia de su hija. Vamos a ver, que en esos tiempos ser gay o lesbiana era como ser un asesino en serie!! A mí personalmente lo que me ha extrañado es que el marido aceptara ese tipo de relaciones consideradas "antinatura" de su mujer, en plan "Bueno, no pasa nada, ha sido un pequeño desliz". Joder, cualquier marido de esa época es que la mata y encima la sociedad le aplaudiría. Y en qué cabeza de la época cabría dejar a una madre ver a sus hijos siendo público y notorio que le gustan las mujeressss????

Me pega que las lesbianas de aquellos tiempos, que naturalmente existirían, estaban obligadas bien a mantener su condición en absoluto secreto o bien a renunciar a sus hijos, a su vida y a todo. Igual en un ambiente artístico, bohemio, se podía asumir, puede que hasta fuera chic, pero... en la alta sociedad?? Os imagináis un anuncio de los 50 de detergente con dos lesbianas dándose un pico en la puerta  de casa porque una se va al trabajo y la otra se queda cuidando en casa a los niños????

La historia me ha parecido un poco como cuando en una de romanos aparece un actor con un reloj digital... un anacronismo absoluto. Eso tiene un nombre en cine pero no me acuerdo. Ese tipo de cosas que pegan un cantazo tremendo porque son imposibles e impensables en el tiempo en el que transcurre la acción.

No sé si el problema está en la novela de Patricia Highsmith o en la adaptación de Haynes, aunque mucho me temo que va más bien por el segundo. Highsmith probablemente intentara hacer una denuncia sobre la rigidez y la mojigatería de la sociedad de su época pero claro, Haynes lo convierte en una especie de alegato por la igualdad, un concepto que en los años 50 sencillamente ni existía. ni se concebía. Y a mí particularmente me ha pegado un chirrío que pa qué.

3 comentarios:

  1. Vamos a ver, Carol es una absoluta, total, impresionante, indiscutible, sublime, extraordinaria, sensacional, alucinante obra maestra del cine reciente, atesorando una sensibilidad prodigiosa y, precisamente, jamás recurriendo a nada que pueda ser tildado de fácil y, menos aún, caluroso. Es la exquisitez en estado puro. Es sus silencios, las miradas, los gestos ..., lo asomado le otorga una sensualidad y belleza superlativa. Una de las más hermosas, bellas y sensibles historias de amor del cine de todos los tiempos.

    Escribir que es fría es un atentado a la sensibilidad, si bien al ser tan depurada en su desarrollo y planteamiento, puede que para muchos náufragos de la sensibilidad y cazurros de tomo y lomo se les escape la precisión que la impregna y que la hace de una sutiliza apabullante. Y en cuanto al tema de la moralidad de la época, nada de nada, pues ella solo había tenido esa relación excepcional, por única, con su amiga, y es ahora cuando puede volver a producirse un hecho similar. Y sí aborda la película ese proceso de presión y coacción social y ética, hasta el punto de gestionar una lucha interior terrible, pero desde un sentido de la dignidad mayestático, si bien puede que insólito. Mujer, finalmente libérrima, que comprende que nada podrá aportar a sus hijos si es presa y reo de su amputación como ser humano. Lo dicho, una auténtica joya del cine y una historia de amor superlativa, en las antípodas de otra obra maestra reciente como La vida de Adele, pero que ambas conforman un duo portentoso. Que sea amor lésbico es una pura anécdota. Un abrazo.

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    1. Vaya, te vas superando por minutos, Martínez, en los epítetos que me diriges. Tengo que quitarme el sombrero, te lo digo de corazón.

      Náufraga de la sensibilidad y cazurra de tomo y lomo es una de las cosas más bonitas y originales que me han dicho últimamente.

      Hay que ver cómo te lo curras, Martínez.

      Es que te tengo que querer por huevos. Dónde voy a encontrar yo otro fan que le eche tanta imaginación a la hora de ponerme a parir.

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  2. Si tú supieras lo que yo de verdad te quiero te echarías a temblar. Y la prueba más evidente de ellos es cuando te cargas a una maravilla como Carol, pues me duele y mucho que alguien como tú no sepa ver esa exquisita sutileza. Que otras personas opinen así me da igual, pero tú pues como que me destroza el corazón. No es nada más que eso. Por lo demás eres, en lo esencial, sencillamente maravillosa y una de las personas más claras, sinceras y auténticas que he conocido nunca, tanto virtual como en persona. Más quisiera yo ser tan libre y prístino como tú. Ya sabes de mi admiración por ti, pero cuando tengo que decirte las cosas pues te las digo.

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