miércoles, 24 de agosto de 2016

Sin filtro, by Nicolás López

Comedia intrascendente pero divertida, poco pretenciosa y tampoco demasiado memorable. La protagonista es la tía más desgraciada del mundo. Absolutamente todos a su alrededor son completamente impresentables: su marido un vago con ínfulas de artista, su hijastro un nini digno hijo de su padre y de llevarlo de los pelos al "Hermano mayor", su jefe un capullo de campeonato, su mejor amiga una obsesa de las redes sociales que pasa de ella como de la mierda, su hermana una friki más preocupada por su gato que por ella, su exnovio y mejor amigo un auténtico calzonazos... la verdad es que sería difícil encontrar a alguien en el mundo con un entorno más insoportable.

Lo flipante es que Pía cree que lo tiene todo para ser feliz: tiene pareja, tiene un buen trabajo, tiene amigos, tiene dinero... Qué me pasa, dios míooooo???? Por qué soy tan infeliz y me dan taquicardias y ataques de ansiedad??

Para más inri, Pía lo sufre todo en silencio y no dice nunca nada, no se queja, no protesta, es extremadamente educada, sumisa, paciente, conformista... es un poco para hostiarla, la verdad. Hasta que un buen día va a un supuesto curandero chino y cuando sale de allí empieza a soltarlo todo tal cual lo piensa. Y ahí empieza lo divertido.

No es una gran película pero tiene su puntito. Lo más destacable es la crítica nada velada sobre la banalidad de la sociedad de la imagen, de las redes sociales, del Instagram y del Facebook, de esas vidas cuya única finalidad es ser mostradas a los demás; de ese paloselfie sin el que no se puede vivir... Y que levante la mano el que no haya dicho alguna vez en medio de un momento especial: vamos a hacernos un selfie!!!!

La verdad es que estamos todos, unos más y otros menos, un poco enfermitos. Y la peli, dentro de su intrascendencia, lo refleja y tiene su mensajito y su moraleja. Y tonto el que no la pille, porque en la crítica social que hace estamos todos en mayor o menor medida, probablemente incluso el propio director.

Es divertido reírse de la sociedad y parodiarla, y Nicolás López lo hace bastante bien. Todos los personajes son hiperbólicos, incluida la protagonista (por cierto, fantástica Paz Bascuñán), no hay nadie medianamente normal, pero esas caricaturas son las que dotan de comicidad al conjunto. Sin ellas la historia de Pía tendría unos tintes más bien dramáticos.

Sobre la moraleja final, una discrepancia: decir siempre la verdad y toda la verdad no es nada bueno; la sinceridad es una virtud (si es que lo es, que no estoy demasiado segura) muy sobrevalorada.

Pero eso sí, pasar de la gente que pasa de ti sí es muuuuuuuy bueno. Y prometo que no es un proverbio chino.

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