lunes, 19 de marzo de 2018

Desconexión, by Henry Alex Rubin

Ésta es una de esas películas que te hacen pensar mucho y que te remueven la conciencia profundamente. De las distintas historias que se cruzan a mí la que más me ha impresionado es la del ciberacoso, y me ha afectado más porque he sido consciente al verla de la capacidad de hacer daño que tenemos las personas, las más de las veces sin tener esa intención, sencillamente porque no creemos que nuestra actitud pueda provocar en la otra persona poco más que una leve molestia.

Durante años estuve enganchada a unos foros en Internet en los que había gente bastante perjudicada. Eran unos foros de mujeres, y en ellos había de todo: separadas que llevaban fatal la separación, chicas que no podían tener hijos y se sometían a interminables tratamientos de reproducción, en fin, cosas así. Yo no entendía muy bien las paranoias que se montaban, era incapaz de empatizar mínimamente con ellas, todas estaban completamente obsesionadas con su tema y no parecía importarles en  el mundo nada más. Bueno, pues mi entretenimiento favorito era descojonarme de ellas, lo reconozco. Algunas se ponían histéricas, se subían por las paredes y me soltaban auténticas barbaridades, estaban bastante desquiciadas en general. En fin, el caso es que al ver la película de repente me dio por pensar que lo que yo creía una inocente diversión sin consecuencias, igual a unas personas que estaban emocionalmente tan mal les hacía un daño real.

Para mí eso es difícil de entender porque a lo largo de mi periplo por la red me han dicho de todo menos bonita mil veces, me han deseado muertes terribles, a mí, a mi familia y hasta a mi perro, pero nunca le he dado a esas cosas la menor importancia, al revés, me hacía más gracia que otra cosa. Y cuanto más intentaban zaherirme más risa me daba a mí y más me choteaba. Por eso no me cabía en la cabeza que a alguien pudiera afectarle lo más mínimo lo que le pudiera decir un desconocido por la red. Pues bien, parece que no es así, que hay gente que sí que sufre con estas cosas. Es verdad que yo nunca me cebé con nadie en concreto, pillaba a las perjudicadas al azar, y cierto es que ellas intentaban arrearme estopa a mí también, aunque con bastante poco éxito. Pero eso no justifica que si tú eres más fuerte te diviertas tocándole la moral a personas más débiles.

En fin, entono un mea culpa y espero sinceramente no haber hecho nunca un daño irreparable. No lo creo pero me horroriza pensarlo, como me horrorizó ver en la película cómo el chavalillo que se hace pasar por chica para reirse del muchacho friki no es en absoluto consciente de lo que le está haciendo hasta que ya es demasiado tarde.

Lo que Robin plantea en esta historia es la rapidez con la que la tecnología ha entrado en nuestras vidas y la dificultad tremenda que tenemos para gestionar todo ese universo que nos apasiona por un lado pero que puede llegar a ser altamente peligroso. Amores falsos, fraudes, engaños de todo tipo, estafas millonarias... en fin, miles de posibilidades y nosotros ahí perdidos en medio del océano a la deriva.

Una historia llena de sentido y sensibilidad rodada con indiscutible talento. Gracias, Henry Alex Robin por hacerme pensar y por mostrarme la realidad que puede haber al otro lado de la pantalla. Y enhorabuena a Jason Bateman por ese papelón de padre atormentado por su incapacidad para comunicarse con sus hijos. En realidad, pensándolo bien,  ésta no deja de ser una sencilla historia de incomunicación.

martes, 6 de marzo de 2018

Tentación en Manhattan, by Douglas McGrath

Para una comedia romántica que me parece medianamente fumable resulta que tiene unas críticas demoledoras que la ponen a parir.

Yo no diré que me ha encantado ni que sea la película de mi vida pero al menos refleja con gracia y cierto encanto una realidad muy frecuente, la de la conciliación familiar.

Ahora que tan de moda está reivindicar los derechos de la mujer y el acabar con las brechas, con los techos de cristal y todas esas cosas, esta película es un vivo ejemplo de lo cuesta arriba que puede resultar para una mujer subir peldaños en su carrera cuando tiene que compaginarlo con una familia.

Y cuenta también unas cuantas cosas de las que bastantes de nosotras podríamos hablar largo y tendido. Cosas como:

- El sentimiento de culpa por trabajar y dejar a tus hijos al cuidado de personas extrañas.

- Los problemas de pareja que trae consigo dedicar al trabajo el mismo tiempo que le dedican ellos al suyo tranquilamente.

- La locura que supone llevarlo todo para adelante y tener la cabeza ocupada en mil cosas al mismo tiempo.

-  Los reproches de los propios hijos por no dedicarles todo el tiempo que ellos creen que debe dedicarles una madre, pero nunca un padre.

Para los que dicen que son tópicos... una mierda tópicos!  Es puro realismo, es el puro día a día de muchas mujeres que intentan tener una carrera profesional de éxito sin renunciar a formar una familia. Tópicos ni tópicos!

En un momento dado una de las amigas de la protagonista dice algo así como:

"La cabeza de una madre es como la torre de control de un aeropuerto".

Nada más cierto, nada más real.

Y aunque no soy nada fan de Sarah Jessica Parker y considero que es una actriz bastante mediocre  que siempre hace el mismo papel, en esta ocasión le voy a dar un voto positivo porque su personaje es un poco menos gilipollas que los que acostumbra a interpretar.

Y enhorabuena a McGrath, director de la fantástica "Emma", una película que me encantó en su día. Y con ésta ha rizado el rizo porque para que yo disfrute viendo una comedia romántica, de verdad que hay que ser muy fino filipino.

lunes, 5 de marzo de 2018

Wonder Wheel, by Woody Allen

Veo esta película de Woody Allen con el temor de estar viendo quizás su último trabajo, su canto del cisne, y esto ha podido ser así sin él saberlo. Después de Wonder Wheel ha rodado otra película más pero en medio de esta oleada de puritanismo ejemplarizante que inunda el cine norteamericano las últimas noticias son que es probable que nunca vea la luz. Es algo que sinceramente nunca llegaré a comprender. Estamos hablando de un genio que ha sido juzgado y condenado, no por un tribunal, sino por una sociedad completamente enloquecida para la que la presunción de inocencia es un mero palabro que no significa absolutamente nada.

Independientemente de la inocencia o culpabilidad de Allen respecto a la acusación que pesa sobre él, a mí como espectadora lo que me interesa es su trabajo. No le pido que sea intachable moralmente, lo que no quiero es perderme una sola de sus películas, porque este hombre hace un cine que a mí me llega al alma y me provoca la risa y el llanto como el de ningún otro director. Y no concibo que ese talento pueda ser borrado de la faz de la tierra por una condena social sin ni siquiera haber pasado por un juicio justo ante un tribunal.

Si ésta ha sido la última película de Allen para mí sería una despedida a lo grande, con una tragedia de ésas en las que se plantean los grandes dilemas morales del ser humano.  Al más puro estilo de "Match Point" o "Delitos y faltas" pero con un tono mucho más teatral. De hecho es puro drama allenmaníaco.

La maravillosa interpretación de Kate Winslet como Ginny llena la pantalla. Su papel lo podría haber escrito perfectamente  Tennessee Williams, no tiene nada que envidiar a la Blanche de "Un tranvía llamado deseo", igual de desquiciada, igual de aterrorizada ante el triste espectáculo de su juventud perdida. Uno de esos personajes femeninos que Woody clava y que pasarán a la historia del cine, como su Jasmine o su Annie Hall.

Me quedo con la escena del monólogo final de Ginny ante el espejo. Sencillamente inolvidable.

Y en clave más ligera con la charla del amante socorrista con su amigo filósofo en la que intenta discernir cuáles son sus verdaderos sentimientos hacia Ginny y hacia su hijastra. Un auténtico pozo de sabiduría alleniana.

No sé lo que este hombre habrá hecho en su vida personal pero lo que es capaz de hacer en el cine es pura magia.

Y sólo por eso yo me rindo una vez más ante su talento y su genialidad. Bravissimo, maestro!

viernes, 23 de febrero de 2018

Kiki, el amor se hace, by Paco León

A mí Paco León me parece un tipo simpático, me cae muy bien. Me lo paso genial con sus ocurrencias y además disfruto mucho con su vena cómica. Creo que es un tipo con buenas ideas y encima es encantador.

Dicho esto a modo de prólogo, de esta peli puedo decir poco más que lo obvio: es entretenida y se pasa un buen rato. El tema es atractivo, a mí las filias me encantan y además practico unas cuantas y simpatizo con otras pocas, y Paco hace una selección divertida. También me gusta el planteamiento, totalmente exento de juicio moral. Que cada cual piense lo que quiera. Pero vamos, de ahí a considerar éste un filme brillante, como he leído a alguna gente por ahí, va un trecho importante.

Yo creo que a Paco le quedan unos cuantos hervores para hacer películas brillantes. De momento vamos a conformarnos con que las haga divertidas y originales y con que al público le gusten. La brillantez vamos a dejarla para más adelante, si es que llega.

Me quedo con la historia de Candela Peña porque su filia me resulta particularmente conmovedora. A mí también me ponen bastante los tíos que lloran. Sobre todo los que saben llorar con contención y con sentido y sensibilidad, no los que berrean a moco tendido, ésos me dan muuuucho repelús. Que conste, por si alguien está pensando seducirme llorando.

domingo, 11 de febrero de 2018

Toma el dinero y corre, by Woody Allen

Yo le recomendaría esta comedia, la primera de Woody Allen,  a toda esa gente que dice que no sabe qué tiene este tío.

Para mí el primer Allen siempre será el mejor, el más fresco, el más divertido, el más puro y el menos viciado. Y aunque en esta película comparte la autoría del guión con otro señor que se llama Mickey Rose, realmente no sé qué parte puede atribuírsele a este otro caballero porque es puro y duro Allen.

La peli cuenta la historia de Virgil Starkwell, el niño de las eternas gafas rotas que se vio abocado a la delincuencia ante su incapacidad para ninguna otra actividad profesional. Cualquiera de los gags podrían servir de cebo para el espectador poco allenmaníaco, desde sus desventuras con el violonchelo hasta las declaraciones ante la cámara de sus padres, disfrazados con gafas y bigote para no ser reconocidos, pero yo me voy a quedar con la escena del atraco al banco.

Virgil entra en una sucursal, le entrega una nota al empleado de la caja, y ocurre más o menos lo siguiente:

- Aquí pone  "Le estoy apuntando con un al volver, actúe con naturalidad"?

- No, pone  "Le estoy apuntando con un revólver, actúe con naturalidad".

- No se lee bien lo que pone.

- Mire, está muy claro. Pone "Le estoy apuntando con un revólver, actúe con naturalidad"

- Pues será porque usted lo dice pero yo leo...

- Oiga, quiere hacer el favor de obedecer?

- Espere, voy a preguntarle al compañero. Qué pone aquí?

- Pone "Le estoy apuntando con un revólver, atuce con naturalidad"

-  Atuce? Yo leo "actúe".

- No, no, pone "atuce".

- A ver qué dice el director. Oiga, señor, qué pone aquí?

- Pone  "Le estoy apuntando con un al volver, actúe con naturalidad"

- Pues yo leo "atuce"

- Qué va, pone clarísimamente "actúe".

- Bueno, lo que está claro es que revólver no pone.

- Oiga, les estoy diciendo que pone "Le estoy apuntando con un revólver, actúe con naturalidad"

Y así fue como Virgil Starkwell terminó yendo a la cárcel por defender a capa y espada su ortografía.

Esto, señoras y señores, es Woody Allen. Para mí el cómico más grande de todos los tiempos.

miércoles, 17 de enero de 2018

Gru, mi villano favorito, by Pierre Coffin y Chris Renaud

No soy muy aficionada a los dibujos animados pero Coffin y Renaud me han ganado para la causa. Y  declaro a Gru solemnemente "Mi cabrón favorito".

No te lo pierdas, hermano, cómo mola este villano.

1. Por la ternura que esconde tras su maldad.

2. Por la carita de pena que se le ponía de niño cuando su madre lo despreciaba.

3. Por rendirse incondicionalmente al amor de las huerfanitas.

4. Por sus problemas financieros: los malvados también sufren.

5. Por su creatividad y su inventiva para idear maldades.

6. Por demostrar que la maldad y la bondad son dos caras de la misma moneda.

7. Por haberme hecho reir y emocionarme a la vez con sus cabronadas.

8.  Por haberme regalado 90 minutos de diversión que no tienen precio.

viernes, 12 de enero de 2018

Irrational man, by Woody Allen

Ayyyy Woody Woody, qué voy a hacer contigo?

Mira que te quiero y que te tengo ley. No hay fan más fiel ni cinéfila en el mundo que se lo haya pasado mejor contigo, palabrita. Pero todo tiene un límite, Woody.

Te puedo perdonar que repitas una y otra vez la misma película cambiando levemente los nombres de los personajes y un poco de la trama, porque si es buena no me importa verla mil veces.

Pero lo que no te perdono es que me aburras, que no me emociones, que tus diálogos estén vacíos, que tus personajes parloteen sin ton ni son, que ni te molestes en crear una atmósfera de intriga, que me dejes fría.

Ni siquiera Joaquin Phoenix, mi querido Joaquin, consigue salvar la película. Su personaje parece alelado todo el tiempo. No es que sea irracional, es que chochea. Me pasé toda la película con unas ganas locas de inflarle a hostias. Y a la tía ni te cuento. Qué dos loros!

Mi recomendación para todos los amantes del cine de Allen es que se salten esta película alegremente, que hagan como si no existiera, porque la verdad es que nunca debió existir.

Y tú, Woody, si no eres capaz de hacer una buena película al año no pasa nada; tienes ya más de 80, te lo podemos perdonar. Descansa, tómate un año sabático, jubílate, dale alguna alegría a Soon-Yi, llévatela de viaje, regálale flores, toca el clarinete... hay tantas cosas que puedes hacer.

Pero no la cagues más con bodrios como éste, por favor. Y deja también a Joaquin tranquilo, que le vas a arruinar la carrera. Hombre ya!

jueves, 11 de enero de 2018

Ida, by Pawel Pawlikowski

No es la primera vez que lo hago y siento repetirme pero es que cada vez que veo una de éstas no puedo evitar remitirme a los requisitos básicos para hacer una peli multipremiada. Sí, de ésas que ganan Oscar, Globos de Oro, Conchas, BAFTAS, Sundances y toda clase de de festivales a punta pala; de ésas con las que se corre de gusto Carlos Boyero.

Si hay por aquí alguien interesado en hacer un filme y garantizarse como mínimo un par de premios que apunte la receta infalible:

1. Diálogos casi nulos, que los personajes miren mucho y con los ojos muy abiertos pero que hablen lo justo. Es lo que yo llamo "El efecto búho". Si son mudos mejor, y si no lo son que hagan lo posible por parecerlo. Un par de frases cada 20 minutos es un buen promedio. Todo lo que sea pasarse de ahí pone en riesgo algún premio.

2. El blanco y negro ayuda muchísimo. No digo que sea imprescindible pero da como un toquecillo viejuno, clasicón. A los jurados les gusta muchísimo y a los gafapastas más. Siempre da la sensación de que las pelis sin color atraen solo a un público selecto, que la masa huye como de la mierda, y eso está guay para optar a un premio. Huir de lo comercial es básico, y el color, nos guste o no, vende. Hay muchísimas personas que preferirían morir a ver una película en blanco y negro.

3. Paisaje invernal, frío, desolador. Cuantos más escalofríos provoque mejor. Lo ideal es rodar en Siberia en pleno invierno, que traspasen la pantalla los  -20º. Que el espectador sienta la necesidad inmediata de taparse bajo 40 mantas y de poner la calefacción al máximo. Además tiene que dar mucha pena ver a los protagonistas moverse en un ambiente tan helado con apenas un abriguito de punto más bien pobre y raído. Y si son tías con medias de nylon y unos zapatitos de tacón, nada de botas de pelito ni mallas térmicas ni ningún otro material que se le parezca.

4. Miseria y fealdad.  Enlazando con lo anterior, cuanto más pobretones sean y más feúcha la ropa mejor. Las casas deben ser oscuras y poco acogedoras y los personajes de ésos que molesten a la vista. Me ha sorprendido mucho que en esta película las dos protagonistas no sean especialmente feas, incluso yo diría que la chica joven, Agata Trzebuchowska (menudo nombrecito, aunque este tipo de nombres  de difícil pronunciación también ayudan para los premios porque suenan muy raros y exóticos), es hasta mona, a pesar de la toca de monja, que no es un complemento muy favorecedor que digamos. También hay un chaval bastante guapete, pero intuyo que debe de ser el novio o algo del director porque ha arriesgado muchísimo metiéndolo ahí. Eso quita muchísimos puntos para obtener premios en festivales de prestigio. Menos mal que luego el resto de los personajes compensan estéticamente, sobre todo las monjas, que son feas a rabiar, como casi todas las monjas por otra parte.

En fin, Pawel Pawlikowski  (el nombre del director también es casi un reclamo en sitios como Cannes o San Sebastián; con ese nombre o te inflan a premios o es que eres rematadamente malo) se lo curra y cumple con casi todos los requisitos, y de hecho obtiene un éxito indiscutible. Se lo ha comido todo, incluído nuestro Goya a mejor película europea. Habríamos quedado fatal si no se lo hubiéramos dado, el prestigio de los Goya habría quedado por los suelos.

Por supuesto es obligado el aburrimiento, y puedo asegurar que viendo esta película el sopor llega a extremos estratosféricos. El número de bostezos por minuto es también un signo inequívoco. Este tipo de películas son estupendas para la gente que tiene algún oído taponado, se desentapona seguro. En este aspecto cumplen con una labor terapéutica importante que no se debe despreciar. Sólo por eso merece mis dos puntos.

martes, 9 de enero de 2018

El efecto mariposa, by Eric Bress y J. Mackye Gruber

Ésta es una de esas películas que con la clara pretensión de hacer meditar al espectador sobre el sentido de la vida y el destino al final lo que consiguen es que te partas el culo de risa.

La cosa va de un tipo que vive un momento traumático en su niñez con consecuencias funestas. El niño al hacerse mayor un buen día descubre que puede transformar el presente con solo volver al pasado y modificar alguna cosa. Y ya a partir de ese momento se pasa la película entera yendo y viniendo del presente al pasado y viceversa en un constante vaivén. Conste que no destripo nada porque esto aparece en todas las sinopsis del film.

De verdad que si el tipo hubiera viajado al pasado tres o cuatro veces igual hasta habría estado interesante; no deja de ser un tema fascinante. Pero es que aunque la cosa empieza así llega un momento en que el desgraciao se pasa la vida viajando al pasado para intentar arreglar el presente, y cada vez la caga más.

No sé, por poner un ejemplo. Imagina que en el presente estoy un poco bizca por algo que pasó un día cuando era niña. Bueno, pues vuelvo atrás y cambio ese hecho y eso me lleva a estar ciega. Así que vuelvo otra vez para atrás y consigo estar ciega y sorda. Como quiero arreglarlo vuelvo al pasado y ahora me quedo ciega, sorda y coja. Me voy otra vez y ahora vengo ciega, sorda, coja y sin dientes. Y así sucesivamente, un coñazo que no veas, el tío venga a ir para atrás y a joderla.

Llega un momento en el que ya te tienes que reir por huevos, lo cual mucho me temo que no era el objetivo de Bress y Gruber, los directores. Juraría que sus pretensiones eran algo diferentes.

Ashton Kutcher hace lo que puede con el personaje; el pobre da bastante penilla porque le pasa de todo, cada vez va a peor, se ve que ha nacido con un mal fario impresionante y que nada de lo que haga conseguirá arreglar el desastre de vida que le ha tocado. Y respecto a Amy Smart, la chica, pues tres cuartas de lo mismo. Cada ocasión en que el protagonista se va al pasado la jode a ella también un poquito más. Cuando no la convierte en puta es porque la convierte en puta y en yonki. Te dan ganas de decirle al tío: Anda hijo, estáte quietecito ya de una puta vez y deja a la muchacha tranquila. Joputa!

De verdad, de todas las cosas que podáis imaginaros a estos dos pobres les pasan todas las más peores. Y él venga a correr de un lado para otro intentando arreglar el desastre. Un agobio de película a la par que un cachondeo de la hostia. No puedo explicarme la puntuación tan alta que tiene. Salvo que la gente haya perdido la capacidad de reirse, algo que no me extrañaría porque está la cosa como para tener el sentido del humor en la Conchinchina.

Un rollazo, de verdad. Pero vamos, que si queréis pasar un ratillo divertido en plan coña no está mal.