viernes, 23 de agosto de 2024

En el nombre de ellas: El caso Kote Cabezudo (Miniserie documental), by Eduardo Mendoza

Supe de esta historia por una entrevista de Alex Fidalgo en su podcast a Melchor Miralles, el periodista que investigó la trama y que se jugó su prestigio profesional y su dinero, ya que produjo el documental con su propio dinero, siendo condenado inexplicablemente al ostracismo por la mayoría de medios de comunicación y por sus compañeros. Eduardo Mendoza y Gracia Solera son los responsables del guion y la realización, y han hecho un trabajo verdaderamente sobresaliente. Por fin, tras muchos avatares, Netflix se atrevió a emitirlo y esa valentía hay que agradecérsela. 

La historia va de un fotógrafo de San Sebastián, especializado en moda, que durante años abusó de las modelos con las que trabajaba, muchas de ellas menores de edad. Las chicas no sabían que usaba sus fotos y algunos vídeos que grababa sin ellas saberlo, en páginas eróticas o directamente pornográficas. Para más inri cuando ellas descubrían que esas fotos y esos vídeos circulaban alegremente por ahí, a menudo porque algún conocido se lo hacía saber, intentaban negociar con el tipo su retirada, le pagaban para conseguirlo, y el muy sinvergüenza se quedaba la pasta y encima no las quitaba de la circulación. Por todo ello el tal Kote Cabezudo, tras diez años de interminables avatares judiciales, una verdadera pesadilla para sus víctimas, fue condenado a 28 años de cárcel por delitos sexuales y por fraude y actualmente está en la cárcel.

Hasta aquí una triste historia más de un depredador sexual sin escrúpulos. Pero es que aquí hay otro componente que hace todo esto mucho más sórdido si cabe, y es que este tío estaba muy bien relacionado con el poder allá en su ciudad, San Sebastián,  y por estas relaciones el caso Cabezudo tuvo una trayectoria judicial vergonzante. La jueza que instruyó el caso puso todas las cortapisas imaginables, interrogó a las víctimas con una saña propia de los más abominables verdugos, puso en duda todas y cada una de sus declaraciones y dejó a las chicas casi más traumatizadas que el propio Kote con sus actos. Ni que decir tiene que ningún medio se hizo tampoco eco de lo que estaba ocurriendo.

Hablamos de más de veinte denunciantes cuyos testimonios ponen los pelos de punta. No sabemos cuántas víctimas más pudo haber que no se han atrevido o no han querido denunciar por X motivos. De lo que no cabe duda escuchando a estas chicas es de que había un modus operandi que se repetía con casi todas ellas, una forma de actuar que no es atribuible a una locura de amor pasajera, a una pasión incontrolable o algo así.

Que sí, que cuesta mucho entender por qué esas chicas seguían yendo a sus sesiones de fotos a pesar de los abusos, a pesar de que todas manifiestan su repulsión por lo que estaba pasando, de que han necesitado la gran mayoría ayuda psicológica para superar lo ocurrido y algunas no lo han conseguido, de que estaban asqueadas con el tipo y así lo repiten una y otra vez. Pero es que eran menores de edad, tenían entre 14 y 18 años, se habían sentido al principio atraídas por ese mundillo que podía llevarlas a la fama y se habían visto abocadas a esa situación muy poco a poco, y además algo común a todas ellas es que se sentían culpables por haber ido accediendo a actos que consideraban vergonzantes y que temían que llegaran a conocer sus padres y sus amigos. No tengo la menor duda de que su sufrimiento es real y de que son verdaderas víctimas de un cerdo desalmado.

Pero también entiendo que la justicia necesita pruebas. Soy una firme defensora de la presunción de inocencia y me alegro de vivir en un país en el que las acusaciones hay que demostrarlas. Y por desgracia muchas de las cosas que ellas denuncian son indemostrables judicialmente, tanto más al cabo de un montón de años. Por ese motivo de todos los cargos por los que el tipo fue acusado apenas fue condenado por un par de abusos, una violación, y algunos otros delitos menores como coacción, fraude, etc. Ni mucho menos por todas y cada una de las fechorías que cometió con todas ellas. Si así hubiera sido habría sido condenado a más de cien años, que era lo que pedía la acusación. Nuestro estado garantista le ha beneficiado en buena medida, pero aun así en la cárcel está. Eso sí, habéis oído hablar alguna vez de este caso??

Nos tiramos años machacados por casos mediáticos con el de la Manada, que fue solo una chica. No es que pretenda minimizarlo en absoluto pero no tiene mucho sentido que un caso con más de veinte denunciantes como este haya pasado desapercibido para la opinión pública. Meses y meses de bombardeo por un beso a una futbolista ante millones de personas, manifestaciones de repulsa de toooooodo el mundo que tenía algo que opinar... y alguien ha sabido algo de estas muchachas?? Da mucha rabia y mucha indignación esta doble moral.

Después de verlo queda una sensación amarga muy grande. Hace que una se pregunte cómo puede haber gente así por la vida, que solo piense en su propio placer, que no tenga nada de compasión, que además no tenga ni el menor cargo de conciencia. Porque estoy convencida de que ese señor siempre pensó y sigue pensando que él no ha hecho nada malo, que oye, las niñas iban allí porque querían, qué coño. En fin, para terminar solo me queda decir que... tengo claro que al tal Koke yo le arrancaba el cipote.

jueves, 15 de agosto de 2024

El embarcadero (Serie), by Álex Pina, Esther Martínez Lobato

Quiero dejar claro que la serie se deja ver, sobre todo si haces dejación de tu parte más racional y te abandonas alegremente a tu lado más demencial. La puedes disfrutar y pasártelo muy bien.

Si te gustan las escenas de sexo te lo puedes pasar bomba porque vas a encontrar de todo un poco:  lésbico, hetero, tríos, sexo en moto... Incluso hay una escena inolvidable en la que se ve un contundente polvo encima de una montaña de arroz. Personalmente esta me pareció de bastante mal gusto porque no pude dejar de pensar en la pobre gente que se tuviera que comer ese arroz. Aprovecho mi crítica para pedir, por favor, si tenéis la oportunidad alguna vez no folléis encima de comida que luego vaya a terminar en la mesa de otras personas. Un poquito de consideración.

Luego está la ambientación. Me ha encantado esa casita ideal en la Albufera, que perfectamente podría ser portada en una revista de decoración, así con un toque isleño hippy. Una casita en un lugar apartado, sin otra vivienda en kilómetros a la redonda, en la que viven solas una mujer joven y su hija pequeña, y cuyo principal atractivo es que jamás se cierra con llave para que pueda pasar cualquiera que llegue hasta allí e instalarse sin problema. Hala, tengo casa en la Albufera pa que en ella entre quien quiera.

Y qué os podría decir de esa pedazo de arquitecta, esa genia sin par, que te diseña un edificio único en el mundo en una noche loca en la que no tiene sueño, tiene una visión creativa, se levanta y se pone a dibujar. Y por supuesto los inversores se vuelven locos de alegría y ponen 400 millones como quien mete una moneda en la tragaperras. Venga, levantemos esa maravilla, quién dijo miedo.

En fin, amigos, solo puedo decir que Álex Pina y Martínez Lobato idearon en su día "La casa de papel", y dijeron aquello de "cría fama y échate a dormir". Luego Verónica Sánchez e Irene Arcos ponen caras y cuerpos bonitos que quedan genial en las escenas de sexo videoclipero, y asunto averiguao, como se dice en mi pueblo.

Aparte de lo del polvo en el arroz que ya he comentado antes tengo que decir que otra de las secuencias más bochornosas (y esto ya es spoiler) es la de las arquitectas convenciendo al jeque árabe de que invierta en su edificio. Nivel Dios de sonrojo, palabrita.

"Usted es árabe, un pueblo con sensibilidad, un pueblo con identidad propia... Como este edificio, que marca la diferencia. Aquí se paga la exclusividad, y yo les aseguro que esta inversión es totalmente segura."

Y va el jeque y se le hace el culo Pisicola. Hay que joerse, macho.