Jordi Frades es el padre de series de tremendo éxito como "Isabel" o "La señora", por lo que se le presupone un saber hacer que, en mi opinión, no se demuestra en este trabajo.
Para empezar tengo que decir que todo gira en torno a una historia de amor que da una pereza máxima. Ya sabemos que todas las historias de amor se parecen, y si son clandestinas se parecen todavía más, pero esta en cuestión es una catarata de lugares comunes que, para más inri, se repiten constantemente en cada episodio, que podrían matar de aburrimiento a una cabra.
- Ay, me siento fatal, esto no puede ser.
- Sí, tenemos que dejarlo, no nos estamos portando bien.
- Pero es que no puedo, es superior a mí.
- Yo tampoco.
Y nada, otro polvo. Donde toque, en un baño público, en la cocina de la casa, en el pasillo, en el despacho....
Y esto un día y otro y otro y así toooooooodos los días el mismo plomazo. De hecho, juro que estuve a puntito de potar con las babas de ese par.
Y luego, lo más flipante de todo. En la Universidad más cotilla de España, donde todo el mundo se pasa el día espiando a todo el mundo y chismorreando sobre lo que hace el vecino, resulta que nadie se dio cuenta de que estos dos pelmazos estaban enrollados. Nadie perdía comba de nada, pero la parejita en cuestión se pasaba los días echándose miraditas lánguidas y sobándose por los rincones... sin que ninguno de los chismosos del lugar se percatara lo más mínimo.
Eso sí, luego estaban al tanto de la calle de cualquier cosilla, de unas ojeras, de una discusión, de que a uno se le cayó un papel, de que la otra se cambió de bolso, de que esa silla estaba movida, de que a la rectora le faltaba un pendiente... Pero de un rollo amoroso de meses sin ningún disimulo nasti de plasti. Vengaaaaaa, hombreeeeeee!!
Por contra muy superfan de la pareja Miquel Fernández y Cristina Plazas, esa pasión vengativa llena de furia y mala leche me ha encantado. Aparte de que sus personajes me parecen mucho más interesantes, el trabajo actoral de ambos es muchísimo más notable que el de Verbeke y su partenaire, que son dos huevos sin sal tanto en interpretación como en química sexual, totalmente nula.
Tengo que decir que en mi opinión Cristina Plazas hace un papelón, y que ella sola levanta la serie. Bueno, y el comisario Godoy, que no me acuerdo del nombre del actor, que está genial. Pero es que ella tiene el mérito de hacer frente a un personaje con el que los guionistas juegan perversamente hasta convertirlo en imposible, y solo ella consigue salvarlo y hacerlo grande. Y esto me obliga a espoilear.
Spoiler. - Ese giro de guion que dan de repente en torno al octavo episodio, en el cual, sin explicación ninguna, la ingenua rectora interpretada por Plazas de repente se convierte en una verdadera arpía, una bruja clasista y ególatra que hasta el momento estaba escondida tras un alma cándida, eso carece absolutamente de credibilidad narrativa. Lo siento, pero no.
Aunque claro, era imprescindible para hacer medianamente tragable el desenlace, que pretende ser sorpresivo pero que no deja de hacer aguas por todas partes. Esa supuesta locura que nadie, absolutamente nadie, había sospechado jamás que pudiera existir porque no había ni un solo indicio. Y ya ni comentar el guiño de la rectora en la escena final: "Y si hubiera sabido en todo momento lo que estaba haciendo??" Por favooooooorrrrr!!