martes, 17 de diciembre de 2019

Shameless (Serie de TV), by Paul Abbott

Los Gallagher son lo peor, lo peor que se pueda imaginar. Son tramposos, gamberros, delincuentes, amorales, guarrillos y bastante cabroncetes. No tienen ataero ni por el pescuezo.  Pero los terminarás queriendo como si fueran de tu propia familia.

Frank, el padre, es alcohólico, drogadicto, egoísta, vividor, abusador, manipulador, guarro.... , un grandísimo hijo de la gran puta sin paliativos. Y sin embargo la vida le ha regalado algo que ya quisiera cualquiera: una maravillosa familia que le perdona casi todo y que cuando no le perdona, intenta olvidar sus interminables ofensas.

En esta serie no hay temas tabú, ni complejos dilemas morales. La supervivencia es la llave de cada capítulo, sólo que a Frank le interesa su propia supervivencia y a los Gallagher junior les interesa la supervivencia de la familia por encima de todo. Tanto es así que en esta casa el dinero se comparte en una caja común y todos aportan lo que pueden. Nadie se lleva un céntimo del bote. Vale, no tienen padre y no tienen madre pero ellos han conseguido crear un microcosmos familiar que les hace sobrevivir a todo.

Eso es lo que engancha de Shameless . Esa familia disfuncional y complicada que no se parece en nada a ninguna que conozcamos pero que sin embargo se parece en todos y cada uno de sus personajes. Y ese orgullo de linaje del que todos ellos presumen a pesar de todo.

Odiarás a Frank en cada capítulo a pesar de que no podrás evitar que las constantes muecas de William H. Macy te hagan partirte el culo de risa. Y te enamorarás sin remedio de Emmy Rossum, la bella y maternal Fiona y, cómo no, de Joan Cusack, la inefable Sheila, un personaje entrañable que va in crescendo en cada capítulo.

Gracias, Paul Abbott, por este magnífico regalo que me ha venido acompañando durante bastantes semanas de mi vida y que todavía me seguirá acompañando otras cuantas más. Temo que llegue el día que termine, echaré muchísimo de menos a los Gallagher.