lunes, 30 de mayo de 2022

Desaparecidos (Serie de TV), by Miguel Ángel Vivas y Jacobo Martos

Bueno, vamos a ver. He estado leyendo unas cuantas críticas de esta serie y la verdad es que me ha dado hasta penilla. Hay que ver cómo somos con la producción nacional. No tenemos compasión, de verdad.

Que sí, que vale, que buena parte de los actores son para echarse a llorar.

Que ya estamos un pelín hartos de polis guapos y guapas con caras de palo y de tensiones sexuales no resueltas que mejor que se resolvieran en el capítulo cero y así nos dejaban descansar de tanto gilipolleo.

Que los guiones dejan mucho que desear y que hay situaciones realmente increíbles que dan bastante vergüencita.

Todo esto es cierto, pero teniendo en cuenta que últimamente todas las series que me he puesto a ver, tanto de producción nacional como extranjera, me han aburrido soberanamente, tengo que decir en favor de ésta que por lo menos está entretenida y las tramas son interesantes. Si haces un pequeño esfuerzo y corres un tupido velo sobre todos esos defectillos que he enumerado anteriormente, la serie se deja ver.

Y luego ahí están Mínguez y Echanove, que siempre gusta verlos, aunque el perfil psicológico de sus personajes sea de pura pena. Pero cuando un buen actor coge un papel, por chusquero que sea, algo  exprime y algo saca.

Y luego tiene otra cosa buena. A pesar del excesivo edulcoramiento, de las caras de palo, de los diálogos a menudo sonrojantes o de las tramas secundarias que sobran, al menos no se adhiere totalmente al discurso políticamente correcto. Hay casos de tías que son malas y mienten (síiiiiiiii, lo prometo, palabrita), hay hasta algunos hombres, varones heterosexuales, que son buenas personas. Sí, sé que es difícil de creer, pero los hay. Y eso hoy en día es muy de agradecer.

Eso de que en una serie española actual no todos los tíos sean violadores potenciales ni todos los inmigrantes sean buenísimas personas, que algunas mujeres sean auténticas arpías y hasta alguna que otra psicópata... eso es muuuuuy raro. Y merece premio porque es "rara avis". Creo que es la única de todas las que he visto en los dos últimos años. Y creo que es porque la serie, aunque no reproduzca exactamente casos reales, sí se basa en muchos de ellos. Y en la vida real hay gente buena y mala, de todos los sexos, religiones, razas y procedencias. Si haces una serie sobre desapariciones de todo pelaje y no dejas ver esa realidad nadie se la va a creer.

Tienes que poner situaciones variadas, que al espectador les suenen, que las hayan visto en la tele y oído en la radio. Y eso es lo mejor que han hecho Miguel Ángel Vivas y Jacobo Marcos, contar los casos tal cual, por supuesto con sus licencias poéticas, pero respetando el fondo, aún a riesgo de que puedan acusarles de cualquier cosa en esta cultura de la cancelación horripilante en la que vivimos: de xenofobia, gordofobia, homofobia, gafofobia... Cualquier fobia es buena, basta con que cuentes una historia en la que alguien de un colectivo determinado no salga muy bien parado. Y ya estás listo de papeles.

Por tanto, voy a concederles una oportunidad a estos chicos. Magnánima me han pillado y les doy el aprobado.