martes, 29 de diciembre de 2015

Como agua para chocolate, by Alfonso Arau

Ole ahí esos amores que no pueden ser pero que son.

Ole ahí esos besos que no se pueden dar pero que se dan.

Ole ahí esos sueños que no se pueden tener pero que se tienen.

Ole ahí esa gente que se rebela y decide probar lo prohibido.

Ole ahí esas codornices con pétalos de rosa que despiertan la pasión.

Ole ahí ese calor del cuerpo que hace hervir el agua.

Ole ahí esa leche que mana de un pecho virgen solo por amor.

Ole ahí esos olores y esos sabores que nos llevan al cielo.

Ole ahí esas lágrimas en el puchero que hacen llorar a todo el que lo come.

Ole ahí esas mujeres y esos hombres que deciden vivir historias imposibles.

Ole ahí esa Laura Esquivel que fue capaz de concebir esta historia.

Ole ahí ese Alfonso Arau que con las palabras de Laura hizo magia.

viernes, 18 de diciembre de 2015

El lado oscuro del corazón, by Eliseo Subiela

La puta que vive en mí y su enemiga íntima, la hijaputa que también vive en mí, mantienen una acalorada discusión acerca de esta película.

Para abreviar llamaremos a la puta P y a la hijaputa H:

H: Vaya plasta, una peli gafapasta que empieza con un tío dándole tremenda chapa a una tía con un poema que termina tal que así: “si no sabes volar pierdes el tiempo conmigo”. Este capullo se ha creído Superman o qué.

P: Pues a mí el poema me ha gustado. Es más, a mí me dicen eso y hasta se me mojan las bragas.

H: Tú eres una tarada. Y encima el pollo se pasa el día o cotorreando con la muerte o con su otro yo, que le pasa como a mí contigo, que le tiene hasta los huevos. Que hasta le ha tenido que decir el pobre: “vamos a salir por ahí a buscar una amiga, que si no vuela por lo menos le damos de comer a la nutria”.

P: Pues a mi me ha gustado mucho lo de la casa con la entrada en forma de vagina. Y no me digas que no molaba el falo de 2 metros.

H: Te molará a ti, que eres una profesional del tema. Yo prefiero entrar a los sitios por puertas normales y usar las vaginas para lo que están, no para entrar a las casas. Y no, los falos de 2 metros no me seducen. Ya pasando de los 20 centímetros me sobra un cacho.

P: Bueno, por lo menos no me negarás que el invento del botón arrojapelmas está genial. Si pudiéramos echar tranquilamente de la cama a la gente una vez que ha cumplido con su función el mundo sería mucho mejor.

H: Ya, eso cuéntaselo a las pobres criaturas que caen al hoyo cada vez que al tío le da por apretar el botoncito. Como si estuvieran en el “Ahora Caigo”, pero en versión cama. Y luego qué me dices de que la madre del tío sea una vaca y de que cada vez que va al campo se ponga a hablar con ella?

P: Es un poeta, tía. Los poetas pueden permitirse tener madres vacas, focas, leonas marinas o elefantas. Y tampoco te gustó lo del orgasmo en la montaña rusa? Eso fue un flipe.

H: Yo prefiero los orgasmos más tranquilos, a ser posible con el culo asentado en algún sitio que no se mueva. Además si los orgasmos dieran la sensación de estar en una montaña rusa se iba a correr tu abuela.

P: Bueno, pero al menos no me dirás que Darío Grandinetti no está para comérselo.

H: Sí, para comérselo y vomitarlo después a lo más profundo de la taza del váter. El tío las chapas que va dándole a todo el personal, si hasta a la cajera del banco le suelta su poema de los cojones, que yo llego a ser la que está esperando el turno detrás y le largo un mamporrazo que se le quitan las ganas de recitar poemas pa to la vida. Tía, que estás muy perjudicada, que te gusta más un tío raro y chiflado que a un tonto un lápiz.

P: Pero bueno, entonces no te ha gustado nada?

H: Nada. Es pretenciosa, es pesada, es repetitiva, es un puto tostonazo. Si al tío no hay cristo que lo aguante al espantajo de la muerte dan ganas de darle hostias hasta en el cielo de la boca. Y a la novia puta o a la puta novia, que pal caso lo mismo da que da lo mismo, le daba yo a un botón que la mandara a Júpiter por lo menos. 

P: Qué saboría y qué poco sentimental eres, hija! Pues a mí la parte que más me gustó es cuando él llega al cabaret y se desnuda y se saca el corazón para dárselo a ella y luego se ponen a bailar. Me pareció un detalle superchulo.

H: Claro, el tipo de gilipolleces que a los zorrones gafapastas como tú les hace chapotear la almejilla. Anda tía, quédate con el bello Grandinetti y con el pelmazo del Eliseo Subiela este, que yo necesito una dosis de realismo pop. Me voy a ver un rato a los viceversos, que tienen bastante más sustancia que el rapsoda este de pacotilla.

P: Pos bueno, pos vale, pos vete, cacho cardo. Hijaputa, qué manera de joderme las pelis que me gustan, la tía asquerosa.

Y así, después de todo este rifirrafe entre la puta y la hijaputa que hay en mí, al final ganó como casi siempre la hijaputa.

Pero como a la puta que hay en mí la peli le gustó mucho muchísimo en esta crítica va a ganar hoy ella, porque para eso aquí la que parte el bacalao soy yo. Ea!

miércoles, 16 de diciembre de 2015

La ley del deseo, by Pedro Almodóvar

Siempre que me he enamorado ha sido de personas que en un principio me parecieron gilipollas o directamente impresentables. Luego resultó que en realidad ninguna lo era; está claro que mis primeras impresiones valen bastante poco.

Lo que quiero decir es que el amor y el deseo tienen caminos tan o más inescrutables que los del señor. Y en historias que reflejan esos tortuosos caminos Almodóvar es un verdadero maestro. Parece no concebir el amor si no es a través del dolor, la violencia, el miedo o la desesperación.

"La ley del deseo" es buena muestra de este tipo de historias al límite. Y algunos de sus personajes tienen un carisma innegable: la transexual de pasado turbio que interpreta Carmen Maura, maravillosa; Eusebio Poncela, esa mirada, esa presencia...; y hasta el mismísimo Banderas, que no es ni ha sido nunca santo de mi devoción, pese a su juventud e inexperiencia representa su papel de loco enamorado tannnnn bien (creando escuela con ese logradísimo "que estoy muuuuuuu loco").

Y algunas partes del guión son para hacer una antología del amor. Esa carta que Poncela escribe y que empieza tal que así: "Te escribiré la carta que me gustaría recibir de ti, para que la firmes y me la mandes". Hay tanta fuerza en esa frase!!

O la confesión de Carmen Maura en el hospital. Ese momentazo entre los dos hermanos: "No te juzgo, me da igual todo, me alegro de que seas mi hermana".

Y para antología del deseo la escena primera. Ese director dando instrucciones al chico para que se masturbe mientras los dos dobladores hacen como que llegan al orgasmo. Son cosas que de verdad solo se le ocurren a este tío y son un claro ejemplo de que en cuestión de inventiva está muy por encima del común de los mortales, pese a quien pese.

Y sin embargo... no, no es una de las películas de Almodóvar que más me hayan gustado. Pese a que le reconozco esos momentos de genialidad indiscutibles, creo que se le va la mano con el punto trágico un montón, sobre todo al principio.

Y además hay muchos secundarios que no aportan nada y que sin embargo distraen innecesariamente del argumento principal. Esta historia tiene un potencial tan grande per se que todos los aditivos están de más.

Sí, ya sé que Almodóvar es muy de meter a amiguetes a hacer cameos pero es que aquí sobran casi todos.  Y ni siquiera resultan graciosos como otras veces, que cumplen una clara función desdramatizadora. Aquí son insustanciales, incluso un poco irritantes: el médico, la niña (joder, qué jartura de niños artistas), la madre de la niña, la madre de Banderas... Solo haría una excepción: los dos policías, los Guillén padre e hijo, que están fantásticos y son un puntazo. En fin, Almodóvar tiene eso: algunas veces esos cameos son lo mejor de sus películas, y otras veces, como en este caso, suenan a chascarrillo vacuo y estropean ostensiblemente el resultado final.

Y a pesar de que el desenlace de la película es absolutamente genial (uno de los mejores finales del cine), y da todo el sentido al título porque es donde se ve con toda su fuerza la verdadera ley del deseo, que se tire la mitad de la película gilipolleando no se lo perdono. En fin, qué se le va a hacer?

martes, 15 de diciembre de 2015

La noche es nuestra, by James Gray

Hacía tiempo que no me reía yo tanto con una de polis, yo creo que desde la última de  “Loca Academia de Policía”. La diferencia es que aquella era una comedia y todo estaba planteado para descojonarse, y esta va supuestamente en serio, aunque es bastante difícil no tomarse a coña la serie de despropósitos que se suceden en la película.

Estamos ante un curioso caso de policía que está prácticamente retirado pero que decide tomar las riendas de un caso cuando a uno de sus hijos una panda de narcos mafiosotes le pegan un tiro y lo dejan casi grogui. Entonces, lejos de alejar a papá poli de la investigación por su obvia implicación personal, los jefes gordos deciden que el asunto lo lleve él, que para eso le han tocado las pelotas. Vamos a dejarle al hombre que se vengue a gusto!

Pero ahora resulta que el otro hijo, que nos había salido un poco díscolo y que se llevaba como el culo con papi y con el hermano, ahora decide implicarse también personalmente para vengar al susodicho. Y pide algo así como una incorporación temporal al cuerpo, mientras dure el caso este. Total, que le dicen que sí, que claro. Por lo visto debe de ser de lo más normal en los USA eso de que si le pegan un tiro a alguien de tu familia te dejen meterte a poli para resolver el caso.

Eso sí, le dejan clarinete al muchacho que si luego quiere seguir siendo policía tendrá que pasar por la Academia como todo hijo de vecino. No se vaya a creer que el chollo le va a durar ya para siempre por to el morro. A todo esto, la novia que se mosquea porque dice que lo de ser poli lo ve muy peligroso; al parecer, le gustaba más la tranquila y relajada vida anterior que llevaba su maromo, todo el día relacionándose con mafiosos rusos con unas pintas que acojonarían de pavor a una manada de tigres de Bengala.

En fin, desbarre va desbarre viene, así van transcurriendo los interminables 120 minutos de metraje entre típicas escenas de rigor de las pelis de acción: persecuciones, tiros, navajazos, alguna garganta cercenada, proclamas patrióticas a las heroicas fuerzas del orden y unas cuantas defunciones más o menos violentas. Entre tanto algunas escenillas de besitos y tocamientos con la novia en cuestión antes de que la muchacha entre definitivamente en modo pánico. Y poco más que recordar.

Lo único bueno es el elenco que ha conseguido juntar, no sé como, James Gray, el director del invento. No es fácil ver en una misma cinta a gente como Joaquin Phoenix (Ay, Joaquinito, en qué estabas pensando, hijo?), Mark Wahlberg y Robert Duvall. En honor a ellos tengo que decir que hacen lo que pueden, aunque infructuosamente, para salvar una historia que patina y chirría de principio a fin y que más bien parece la tropegésima secuela de “Loca Academia de Policía” que una auténtica peli de acción.

lunes, 14 de diciembre de 2015

La rosa púrpura del Cairo, by Woody Allen

Para mí, la mejor película del gran Allen. Todo en ella es brillo, ingenio, lucidez y magia.

El gran canto de amor al cine que solo un genio puede concebir.

MIS ESCENAS ESTELARES

1. Por supuesto, Tom el explorador saliendo de la pantalla.

2. Los actores discutiendo con el propietario del cine.

3. El público discutiendo con los actores.

4. El encuentro entre el actor y su personaje.

5. Cecilia explicando por señas a Tom qué es un embarazo.

6. La cara de Mia Farrow al final.

MIS DIÁLOGOS FAVORITOS

1. Cómo puede un actor haber salido de la pantalla? Nunca antes había ocurrido.

Que no hubiera ocurrido antes no significa que no pueda ocurrir.

2. Y el fundido en negro?

Qué fundido en negro?

En mi mundo cuando nos besamos aparece el fundido en negro y entonces hacemos el amor.

Aquí se hace el amor sin fundido en negro.

3. Cecilia, él no es real.

Pero es perfecto.

Pero no es real.

Un momento! Puedo aprender a a ser real.

4. Cecilia, soy valiente, viril, cariñoso, y además beso muy bien.

Pero no eres real.

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Estos son mis favoritos pero hay muchos más. En realidad son todos. Es genial de principio a fin.

Y la historia real de Allen y Farrow terminaría como el culo pero la declaración de amor que él le hace en esta película no tiene parangón posible.

Sobre todo esa Mia preciosa de la escena final mirando absorta en el cine a Fred Astaire y Ginger Rogers bailando "Cheek to cheek".

Heaven, I'm in heaven...

Sinatra: Todo o nada (Sinatra: All or Nothing at All), by Alex Gibney

Se cumplen 100 años del nacimiento de "La voz" (la auténtica, no el programa ese de mierda). Y hay que agradecer a Alex Gibney este homenaje que no deja de ser una canción de amor al cantante y también a la persona que fue, con sus luces y sus sombras, que por cierto no se obvian en absoluto. Habla él, pero también hablan sus hijos, sus mujeres, su familia, sus amigos, y hasta algunos de sus enemigos.

Pero por encima de todo están sus canciones y su voz. Y me ha encantado la forma en la que Gibney va paseando por la biografía del artista y la va recreando a través de sus canciones durante un único concierto. Canciones dedicadas a su juventud, a sus ambiciones, a su mujer, a sus hijos, a su historia demencial con Ava Gardner, a la guerra, al alcohol... Cada etapa de su vida tiene una canción y cada canción nos muestra a un Sinatra distinto.

Bueno y malo. Demócrata y republicano. Progresista y reaccionario. Machista y feminista. Frívolo y comprometido. Juerguista empedernido y padre. Borracho y sobrio. Un tipo controvertido que tocó el infierno y consiguió salir de él, pero que también tocó unos cuantos cielos que pocos han conseguido tocar. Un gran amante, un gran amigo, un mal marido, un padre regular, un artista inconmensurable, una vida intensa y apasionante.

Es difícil permanecer indiferente ante un personaje como Frank, para bien o para mal. Unos lo querrán, otros lo odiarán, pero es casi imposible no rendirse ante su indescriptible, imponente, celestial y mágica voz.

jueves, 10 de diciembre de 2015

Todas las cosas buenas, by Andrew Jarecki

Tengo entendido que Andrew Jarecki es un director de documentales al que un buen día le dio por meterse a glosar un crimen sin resolver en el que estaba envuelto un millonario americano bastante chifladillo.

El resultado es esta película de la que lo mejor que puedo decir es que me ha ilustrado sobre unas cuantas cosas, a saber:

1. Que puedes tener la malísima buena suerte de casarte con un rico pero que esté muy muy pirado.

2. Que, por mucho que cueste creerlo, Ryan Gosling puede llegar a dar bastante repelús.

3. Que me importa un pimiento lo que hagan los millonarios chiflados americanos con sus esposas cuando se hartan de ellas.

4. Que los hechos reales truculentos pueden resultar de lo más aburridos en manos de un director poco mañoso.

En fin, un trabajo bastante flojillo pero en el que cabe destacar las magníficas interpretaciones del susodicho bello entre los bellos Gosling, de la no menos bella Kirsten Dunst y de un secundario de postín como es el grandísimo Frank Langella.

Por lo demás, bastante prescindible.

domingo, 6 de diciembre de 2015

Las horas del verano, by Olivier Assayas

En realidad no sabría decir de qué va esta soporífera pijada de Olivier Assayas.

Tengo varias propuestas y todas ellas serían igual de válidas:

1. Lo coñazo que es pertenecer a una familia pija con ínfulas artísticas.

2. Lo coñazo que es tener una educación exquisita y no levantar nunca la voz.

3. Lo coñazo que es deshacerse del patrimonio familiar cuando los viejos la palman.

4. Lo coñazo que es negociar con el fisco el impuesto de sucesiones a base de ingeniería.

En cualquier caso hay algo indiscutible: es un puto coñazo.

Y para colmo Juliette Binoche teñida de rubio pa matarla. Aberración estética absoluta.

viernes, 4 de diciembre de 2015

Hoy empieza todo, by Bertrand Tavernier

Es duro para mí hacer una crítica negativa de una película con el trasfondo social de esta y con las buenísimas intenciones que ni siquiera intenta esconder. Pero es que no tengo más remedio. Tavernier, lo siento, no me convences. El profesor protagonista de tu película, con solo la mitad de conflictos en los que le metes, estaría más quemao que la pipa un indio.

Hubo un tiempo en el que yo también creía que todo lo malo podía resolverse fácil; era cuestión de educación, de implicación política, de buena voluntad y de gasto público... Pero esta peli data de 1999, todavía ni se olía la crisis brutal que ha asolado Europa, ni en Francia se vislumbraba el problema del yihadismo, hoy tan de triste actualidad. Y ya por entonces los servicios sociales, los educadores, las ONGs y hasta los políticos ponían todo su empeño en integrar a toda esa gente marginal en la sociedad.

Lo bueno  o lo malo de la vida es que el tiempo es el juez supremo que quita y da la razón. Y de 1999 a nuestros días ha pasado el tiempo suficiente como para poder comprobar los resultados de todo aquel movimiento político y social integrador, lleno de optimismo y buena fe. Los pobres siguen siendo pobres, cada vez más pobres además, y encima ahora los que pertenecían a otras culturas se aferran al fundamentalismo más cutre y pretenden destruir las bases de las que les han pretendido dar cobijo y protección. Y para más inri, con un absurdo sentimiento de culpa colectivo que lo corroe todo: "Es responsabilidad nuestra, no hicimos todo lo que podíamos haber hecho por ellos". Y ahí estamos todos machacándonos con esa mierda.

Hay un escena buenísima en la película en la que alguien dice algo así como: "No paran de pedir cosas, subsidios, ayudas, todo... Y si les niegas algo porque ya no se puede más, es fácil, se pasan a la extrema derecha". Y es que es así, joder! Se pasan a la extrema derecha o a la yihad, según la condición de cada cual. Esa frase es totalmente demoledora y tristemente cierta.

Me da igual, podéis llamarme pesimista, derrotista, ceniza o facha, pero cada vez creo menos en este tipo de cine lleno de buena voluntad, al que no le niego una intencionalidad encomiable de revelar al mundo LA VERDAD. Pero es que la verdad NO está en la cara del personaje que interpreta Philippe Torreton, ese maestro bueno rebueno, que quiere resolver la vida de la gente, que se lleva a casa los problemas de sus niños, que se pelea con todo y con todos, que sufre por todo lo que vive y por todo lo que ve.

Si la historia se hubiera quedado en eso juro que no estaría haciendo esta crítica negativa. Pero no, Tavernier se empeña en montar un final del que obviamente no puedo hablar pero que apunta hacia la esperanza. Hay música, colores, fiesta... y hasta una petición de matrimonio, que se supone que es lo más de lo más en cuanto a culminación del amor. En definitiva, hay un mensaje de "todo tiene arreglo, vamos a sacar a estos muchachos de la vida de mierda que les espera".

Muy bien, 18 años después esto es lo que hay en La France: periferias cada vez más marginales, violencia a tope, extrema derecha en alza constante, extremismos religiosos, ataques terroristas en el centro de París, gente muerta de miedo, gente aterrorizada, gente dispuesta a todo a cambio de su seguridad, gente que no es capaz ni de hablar con el vecino de puro pánico.

Tavernier tenía muy buena intención, eso es indiscutible. Pero hoy por hoy su mensaje de esperanza y buen rollito universal suena tan extemporáneo como el reloj que dicen que aparece en “Ben Hur”. Suena casi a chiste. De esos niños de la película a lo mejor, y con suerte, saldrá un par de ellos de la miseria y conseguirán romper la barrera social pero todos los demás terminarán quemando contenedores, destrozando escuelas y poniéndose hasta el culo de estupefacientes varios, si no les da por la religión y terminan inmolándose en un supermercado, en un tren, en un campo de fútbol o en una discoteca. Y eso es lo que hay.

jueves, 3 de diciembre de 2015

El maestro de música, by Gérard Corbiau

Es completamente innegable la belleza visual y acústica de esta película. La música es una delicia y la fotografía no se queda atrás. Todo es puro virtuosismo estético, una delicatessen solo apta para espíritus elevados. Hasta ahí totalmente de acuerdo con las críticas. Chapeau para Gérard Corbiau, artífice de la obra. Me quito el sombrero, caballero.

Ahora bien... qué es de la historia? Qué es lo que pasa aquí? Analizándolo friamente, una vez pasado el shock musical, reconozcámoslo: esto es algo así como una versión decimonónica de "La voz", el exitoso talent show televisivo, solo que circunscrito al ámbito de la lírica.

De hecho la historia es esa: el protagonista tuvo un duelo musical en el pasado con su gran enemigo, duelo que se reproducirá en el presente entre su alumno y el de su contrincante. Exactamente como los duelos de "La voz" pero trasladados al siglo XIX.

Ya, ya, que es ópera, que la peli es muy bonita y que cómo puedo comparar. Pues, amigos, no se echen las manos a la cabeza. Comparo porque es perfectamente comparable. Veamos:

- Tenemos a los coaches, los dos enemigos acérrimos que ya se enfrentaron en su juventud.

- Tenemos a los concursantes, ostensiblemente nerviosos porque se la juegan.

- Tenemos al entusiasta presentador de los jóvenes talentos.

- Tenemos al público, que es el que al final decide.

Falta algo? Nada. La película simplemente cuenta la historia de un talent decimonónico para cantantes líricos.

Hoy en día eso se llama "La voz", lo presenta Jesús Vázquez, los maestros se llaman coaches y en lugar de ser el barítono José van Dam son Malú o Alejandro Sanz, y el público vota electrónicamente.

Salvo eso, tal cual.

Eso sí, es muy bonita. Eso es indiscutible.

martes, 1 de diciembre de 2015

Alfie, by Lewis Gilbert

Ya lo ha dicho mucha gente antes que yo: Alfie es Michael Caine y Michael Caine es Alfie. Nunca entenderé por qué se empeñan en hacer refritos de películas que son irrepetibles porque es inseparable el actor del personaje y viceversa. Casos como "Psicosis" o "Alfie" son paradigmáticos. Pero en fin, la falta de ideas originales es lo que tiene, que al final hay que tirar de clásicos sí o sí.

Alfie es un gran personaje sin duda, pero sintiéndolo mucho por Lewis Gilbert, la película ha envejecido mal, en la misma medida en que las relaciones entre hombres y mujeres han cambiado, y ya ver a un personaje tan descaradamente machista como Alfie es casi como ver a un diplodocus.

Lo siento, Lewis, pero ya no existe ese tipo de tío, y si existe está tan mal visto que él mismo se encarga de camuflarse convenientemente para que no se le note. Hoy en día es impensable que un tipo como Alfie vaya por la vida con la sinceridad brutal que derrocha el personaje.

Y sin embargo algo me dice que detrás de todo hombre aparentemente sensible, igualitario, marido y padre ejemplar, que va con su pareja a las clases de preparación al parto y más tarde a las de baile de salón, se esconde un Alfie reprimido que a veces sale cuando menos se le espera. Cuando las cosas empiezan a ir mal. Por ejemplo, cuando hay que enfrentarse a la enfermedad, o a los conflictos con los hijos, o simplemente a la rutina conyugal... Y ahí está ese Alfie que casi todos los tíos llevan dentro.

Pero bueno, es verdad que la historia choca en la actualidad. Por ejemplo, el tratamiento del tema del aborto suena cantidad de cutre. Usar algo así para hacer recapacitar a un tío como Alfie sobre su egoísmo y su falta de empatía hoy día se podría calificar como absurdo. Alfie es un cabrón con las mujeres pero ver un feto muerto y llorar por él le convierte en mejor persona? Eso le redime de algo? En esa escena es en la que más se revela lo extemporáneo del personaje.

De lo que no cabe duda es de que hay para la posteridad pedazo de canción inspirada en el personaje. Y esa sí que no se pasa de moda porque no hay pop star que se precie que no haya hecho su propia versión de "Alfie". Hay alguna gran cantante americana que nunca haya cantado aquello de "What's it all about Alfie?". Cher, Houston, Streissand, Warwick... Un temazo que en mi opinión está muy por encima de la historia y que probablemente seguirá padeciendo nuevas versiones aprovechando el filón de los concursos de nuevos talentos. Se admiten apuestas.