lunes, 10 de abril de 2023

Ginny y Georgia (Serie de TV), by Sarah Lampert

Reconozco que me he divertido bastante viendo la serie, y que incluso me ha sabido a poco. A ver cómo os cuento sin hacer espoiler. Venga, allá voy.

Georgia es la madre de Ginny y de Austin. Son hijos de distintos padres y los tres mantienen una relación familiar un tanto "especial". Georgia tiene un pasado bastante turbio del que nos vamos enterando poco a poco. En resumidas cuentas, ha pasado casi por todo, abusos, malos tratos, embarazo adolescente, pero ha conseguido salir adelante con sus hijos casi milagrosamente, en parte gracias a una personalidad bastante psicopatilla. Vamos, que no se le ponga nadie por delante ni que vea ella que sus hijos corren el menor peligro.

Por su parte, Ginny es una adolescente brillante, buena estudiante, hija ejemplar. Ya un poco cansada de ir de ciudad en ciudad sin enraizarse en ninguna parte. Y cuando parece que por fin empiezan a asentarse en esta última localidad, los fantasmas del pasado de Georgia, que son muchos y variados, reaparecen.

En fin, la historia tiene de todo un poco, una relación muy peculiar entre madre e hija (nada que ver con las chicas Gilmore, por favooooor), unos personajes también bastante extravagantes (insoportables las amigas del insti de Ginny), conflictos adolescentes varios (autolesiones, trastornos alimentarios, distintas modalidades sexuales, conflictos raciales, amoríos de todo pelaje...), mucha diversidad, como en casi todas la series actuales, gente de distintas razas (demasiadas para resultar creíble), discapacitados (hay una familia entera que usa el lenguaje de los sordomudos), cuerpos no normativos, como se dice ahora... vamos, que no se deja un colectivo atrás.

A mí este tipo de esfuerzos por meter con calzador a tanta peña diferente me rayan bastante, pero bueno, ya estoy acostumbrada, y no voy a dejar que ese exceso de pundonor me fastidie una buena serie. Y creo que la autora crea una historia  al menos pasable, aunque muy irregular. Hay episodios muy buenos y otros que se hacen larguísimos, algunos también mixtos, con partes estupendas y otras infumables. Concretamente todo lo que tiene que ver con Ginny y sus superamiguis es francamente asqueroso, jartible y repulsivo. Una panda de pijas que, de verdad, hacen que una entienda esa costumbre que tienen los americanos de vez en cuando de entrar con un fusil en un instituto y liarse a tiros.

Pero una cosa que Sarah Lampert hace muy bien es cebar los episodios. Casi todos los finales son geniales, tiene unos giros de guión brutales y eso se agradece muchísimo en este tipo de historias. Los adictos a ver las series del tirón van a tener difícil no engancharse y ver ésta en un finde, con los parones justos para ir al baño o para abrir la puerta al repartidor de pizzas. 

Recomiendo encarecidamente pasar rápidas las partes en las que se juntan las amiguis adolescentes, para ir directos al grano. Os prometo que no os perderéis nada y que la serie gana un montón así. Siempre tenéis tiempo, si sentís curiosidad, de volver atrás y recuperar algunos de sus absurdos diálogos de pijidisminuidas neuronales. Éste es mi veredicto final. Si te saltas lo coñazo hasta puede molar mazo.