jueves, 29 de febrero de 2024

Saben aquell, by David Trueba

Tenía interés en ver esta película porque soy una gran admiradora del humorista Eugenio y había oído hablar bastante bien de ella. Además me suelen gustar las pelis de David Trueba, que en mi opinión es de lo más presentable en el panorama cinematográfico español actual.

Tengo que decir que la intepretación de David Verdaguer me parece magistral, no hay pero posible que ponerle. Es merecedor de todos los premios que se le han concedido ya y de los que aún estén por concederle. No solo es un calco del verdadero Eugenio, a veces difícil de distinguir del original, sino que consigue expresar a la perfección los vaivenes emocionales del personaje.

Y sin embargo, pese a todo esto, me ha faltado veracidad y me ha sobrado ideación en lo que respecta a la relación de pareja que es la base del relato. Sé que Eugenio estaba muy enamorado de Conchita y que el hombre lo pasó fatal cuando ella murió de cáncer, muy joven y dejándolo viudo y a cargo de dos hijos con apenas 40 años. Y también sé que esta película se basa en la biografía de su hijo mayor Gerard. 

Y es posible que sea esto lo que falle porque la historia de amor está tan idealizada que suena a irreal, sobre todo teniendo en cuenta que Eugenio era un tipo bastante disoluto, muy aficionado a la noche, al alcohol (más tarde también, por lo que he sabido, a las drogas) y que no fue precisamente el marido perfecto. Tengo bastantes dudas de que Conchita fuera, además de esa mujer volcada en sus hijos y en la carrera de su marido que la película nos muestra, tan benevolente con "aquell que diu" que aparecía por su casa lo justo para cambiarse de calzoncillos y que durante toda la enfermedad de ella se dedicó básicamente a desaparecer  del lugar de la tragedia porque no podía soportar la crueldad de su dolencia.

En mi opinión Eugenio fue un tipo que contaba chistes muy bien y que creó un personaje artístico exitoso pero como marido y como padre, por lo que he podido documentarme después de ver la película, dejaba mucho que desear. En la peli se le ve constantemente fumando y bebiendo vodka con naranja, esa imagen tan inolvidable,  pero no se le ve casi en ninguna escena borracho, lo cual me parece francamente imposible teniendo en cuenta lo que se metía a diario en ese cuerpo. No se le ve apenas discutir con Conchita, que durante todo el tiempo se muestra como una mujer encantadora y encantada con ese marido ausente y poco comprometido. Y esto no me casa mucho con un alcoholismo recalcitrante como el del protagonista. Estoy segura de que la realidad no tuvo demasiado que ver con esta ficción, y eso en una peli biográfica es fatal.

Trueba nos cuenta la versión de Eugenio y Conchita que su hijo ha querido mostrar al mundo. Es casi como si nos fiáramos de Rociito para hacer una biografía de Rocío Jurado y Pedro Carrasco, que según ella vivieron y murieron mutuamente enamorados aunque llevaran años separados y casados con otras personas. Es que la visión de los hijos del matrimonio de sus padres es a menudo una visión impostada por el propio deseo de que la realidad sea así, y suele ser muy poco fiable, salvo que el relato se haga desde la absoluta honestidad, con crudeza y sin paliativos, que no es el caso este. 

Así que vemos un matrimonio que roza la idealidad romántica, un alcohólico que nunca tiene malos modos ni el menor síntoma de embriaguez y unos hijos que en toda la película no crecen ni medio centímetro porque siempre están igual a lo largo de los años.

Y la sensación es que es una bonita historia de amor, muy sentimental, muy dulce, de esas de lagrimita final inevitable. Pero yo me quedo sin conocer nada del verdadero Eugenio, que es el personaje que realmente me interesaba. Se pasa tan por encima de sus demonios, sus depresiones, su tormentosa personalidad, sus adicciones, que todo me parece completamente falso. Vamos, que no me creo yo a este macho que nunca sale borracho.

viernes, 16 de febrero de 2024

Succession (Serie de TV), by Jesse Armstrong

Vaya por delante que nunca me he codeado con magnates industriales, por lo cual todo lo que voy a comentar en adelante es por simple intuición. Evidentemente cuando hay pasta de por medio sale lo peor del ser humano. A veces incluso por cantidades miserables. No hay más que ver los líos que hay en algunas familias por herencias que a veces se reducen a la vivienda familiar. Así que me puedo imaginar cómo será la cosa cuando son grandes fortunas las que están en juego.

Y sin embargo me cuesta mucho creer que la gente rica pueda ser tan absolutamente subnormal como la familia esta. Empezando por el padre, que parece luchar a muerte por destruir su propio imperio, más que nada para tener a los hijos puteados y arrearles estopa a diestro y siniestro. El más perjudicado, que siempre sale con el rabo entre las piernas, es el hijo segundo, al que da vida el actor Jeremy Strong, que ha recibido un montón de Emmys por este trabajo. La verdad es que el tipo tiene una cara de alelao que no puede con ella, pero no sé yo hasta qué punto la lleva de fábrica o es el mérito interpretativo que le ha llevado a obtener tantos premios. Esa duda me queda.

La serie, te das cuenta en cuanto llevas varios capítulos, es una especie de día de la marmota eterno. Todo el tiempo la cosa consiste en ilusionar a alguno de los hijos con que él o ella va a ser el heredero del imperio familiar para terminar dándole un hachazo en el último momento y señalar a otro "favorito" del clan.

Y lo más alucinante es que los muy giliperas caen una y otra vez. Strong, el de la carapapa, es el que más veces sale escaldado. El padre los putea constantemente y el juego es siempre el mismo, pero cada vez que señala a alguno de los hermanos éste le mira con cara de carnero degollado y se vuelve a tragar la trola. Y los tipos no escarmientan de una vez para otra. De resultas de lo cual todo es un dejavù permanente que sigue más o menos el siguiente esquema: 

- Hijo, estoy pensando que tú vas a ser el heredero.

- De verdad, papá?? Estás seguro??

- Segurísimo. Y para demostrarme que vales para el puesto te voy a hacer un encargo.

- Lo que tú digas, papi. Tus deseos son órdenes para mí.

Y el muy desgraciado cumple las órdenes del padre punto por punto para que en el siguiente capítulo el viejo se encapriche de otro hijo y siga el mismo esquema. No falla.

Aparte del padre y los hijos tenemos a cuatro personajes secundarios que dan vidilla:

1. El primo medio imbécil que se integra en la familia como el perfecto jarrillo de mano.

2. El yerno medio imbécil que se escuda tras el sobrino medio imbécil.

3. La abogada, que es la más lista de todos con diferencia.

4. La mujer libanesa del padre, que parece dulce y encantadora pero que es más mala que un dolor.

Y así, con estos mimbres, Jesse Armstrong ha montado una trama superexitosa por la que se ha llevado un buen montón de premios, pero que a mí, ya a partir de la segunda temporada, me empezó a parecer bastante cansina en tanto en cuanto la acción se repite más que el ajo.

La multipremiadísima serie está en mi opinión más que sobrevalorada. Es verdad que las historias de poder y traiciones tienen mucho morbo y enganchan un montón, pero es que 40 episodios siguiendo un patrón constante terminan hartando al más pintao. A mí por lo menos sí. Y la gran conclusión que saco es que, pa consuelo mío y tuyo, la pasta te hace capullo.