miércoles, 29 de septiembre de 2021

Nine Perfect Strangers (Miniserie de TV), by David E. Kelley, John-Henry Butterworth

Nueve perfectos idiotas que están como nueve chotas.

Nueve perfectos colgados completamente chiflados.

Nueve kilos de Tranxilium necesitas en Tranquillium.


Nueve hostias como panes le daría a estos rufianes.

Nueve a Kelly, a Butterworth, y otras nueve pa Nicole.

Nueve más por ese morro con botox a cascoporro.


Nueve horas he pasado visionando a estos chalados.

Nueve mierdas, nueve truños, nueve cacas como puños. 

Nueve veces te diría: no veas esta porquería.

sábado, 18 de septiembre de 2021

Little Fires Everywhere (Miniserie de TV), by Liz Tigelaar

A menudo cuando las hijas llegan a la adolescencia desearían tener otras madres. De repente empiezan a envidiar a las madres de sus amigas. Casi todas les parecen mejor que la suya propia. Esto es un hecho, es real, ocurre en las mejores familias, y si eres madre y no lo sabes aún, es bueno que te vayas haciendo a la idea. Algún día tu hija te mirará con asquito. Pero tampoco te asustes, luego pasará el tiempo, tendrá sus propios hijos y se dará cuenta de la clase de gilipollas que ha sido.

Esta serie va justo sobre eso, las complicadas relaciones entre madres e hijas adolescentes. Los personajes masculinos no tienen apenas relevancia, son puras muletas de las féminas. Los maridos, hijos, hermanos no pintan aquí nada, son una fuente de conflicto más, como mascotas. La cosa va de mujeres básicamente. La creadora es mujer y las principales protagonistas también.

Pero hay un añadido social interesante que crea una triple confrontación. Madres blancas y negras, madres ricas y pobres, madres solteras y casadas... Y con todo esto la creadora, Liz Tigelaar, monta su particular totum revolutum de maternidade. Reese Witherspoon es la madre blanca, rica y casada, Kerry Washington es la madre negra, aparentemente pobre y soltera. Y con esto está el conflicto servido. El conflicto fácil, claro. Porque en esta serie es inconcebible, por ejemplo, que la madre soltera y pobre pueda ser la blanca. Tampoco se concibe que la negra pueda estar felizmente casada. Os aviso desde ya: la negra es pobre y muy guay, y la blanca es una puta arpía a la que la pasta le sale por las orejas. Además no es espoiler, se ve desde el principio. Pero es que conforme más va avanzando, más arpía es una y más buena la otra. Esto es así.

Y luego para remate de la pera aparece una china. Ésta es la típica china que abandona a su hija recién nacida, hija que es adoptada por una familia americana, naturalmente de blancos, heteros y asquerosamente ricos, que no pueden tener hijos. Porque como todos sabemos, los únicos que tienen problemas de infertilidad y adoptan niños son los blancos ricos, los chinos pobres todos tienen unos espermatozoides y unos óvulos como soles. Ah, y las madres adoptivas además de blancas y ricas son unas hijasdeputa; las biológicas, aunque hayan abandonado a sus niños a la intemperie en una fría noche invernal, son sistemáticamente buenas, sobre todo si son chinas.

En fin, una más de tópicos típicos, típicos tópicos.  Me habría encantado ver una serie sobre pequeños incendios en vidas normales. De gente que no es muy rica ni muy pobre, ni muy blanca ni muy negra ni muy china. Habría estado chulo que uno de los ricos hubiese sido negro, por ejemplo.  O gordo. En esta serie curiosamente no aparece gente ni gorda ni con gafas ni calva. Todos, tanto blancos como negros como chinos, tanto ricos como pobres, todos tienen el peso ideal, un pelo aceptable, buena dentadura, una vista estupenda y una dicción supercorrecta. Ningún tartamudo, por ejemplo. Ahora que caigo, tampoco hay nadie feo. En la carrera por la diversidad se han quedado muy cortitos. Suele pasar, la gente es tan variopinta, tan rara, tan cabrona, que por mucho que quieras hacer una serie en la que aparezcan reflejados todos los colectivos marginales, siempre siempre siempre te vas a dejar alguno atrás y vas a quedar como el culo con ese colectivo. Alguien debió advertir de esto a la señora Tigelaar.

jueves, 16 de septiembre de 2021

Momentos decisivos: El 11-S y la guerra contra el terrorismo (Serie de TV), by Brian Knappenberger

Ahora que se ha cumplido el aniversario de los atentados que cambiaron el mundo, las televisiones se han entregado con ahínco a recordar la efeméride. Éste es sólo uno más de las decenas de documentales con los que nos han bombardeado. De momento es el único que he visto.

Se trata de cinco capítulos en los que Knappenberger va desgranando distintos aspectos. En la primera parte de cada uno se rememoran los hechos, con profusión de testimonios de supervivientes. En uno las Torres, en otro el Pentágono, el vuelo 93 que se dirigía supuestamente al Capitolio...  Bueno, lo de siempre, imágenes impactantes que nunca dejan de asombrarnos por muchas veces que las veamos, casi la misma incredulidad de entonces, la sensación de que estamos viendo una película, etc. Pero desde mi punto de vista la parte más interesante es la que analiza tanto la situación previa como la posterior, es decir, las causas y las consecuencias del mayor atentando terrorista de la historia de la humanidad.

A muchos se nos escapa lo que había detrás de todo ese odio que llevó a los terroristas a preparar durante 3 largos años aquellos atentados. Qué era lo que estaba pasando en la recámara mientras el mundo dormía plácidamente sin saber lo que estaba por llegar. Qué hilos se estaban moviendo en la oscuridad mientras nadie podía imaginar que la vida, tal y como la conocíamos, iba a terminar para siempre. Los últimos tiempos en los que nos sentimos realmente seguros. Porque a partir de entonces todo ha sido miedo, normas de seguridad exhaustivas, sospechas... y muchos otros atentados tal vez menos espectaculares pero que no han cesado en ningún momento y que han hecho mucho daño: Madrid, Londres, Barcelona, París, Niza... La locura se ha adueñado del mundo a partir de aquel día que nunca podremos olvidar.

El documental aclara muchos aspectos de esa intrahistoria, pero también creo que contribuye a la confusíón en otros. Entiendo que el director no quiere mojarse demasiado dando una perspectiva personal, lo cual es en principio bueno en un documental, cuanta más objetividad mejor. Pero es que llega un momento en el que no sabes bien qué pensar sobre lo que se hizo bien o mal. Es sencillo a posteriori ver los fallos de las decisiones que se tomaron, pero qué difícil debió de ser tomarlas en aquellos momentos.

En fin, creo que es un buen documento y por ello recomiendo a la gente que lo vea. Pero me quedan miles de dudas. Tal vez porque no haya respuestas realmente. No podemos juzgar los hechos a través de consecuencias que en aquel momento eran imprevisibles. Sé que la guerra de Afganistán al final salió como el culo, pero... en aquellos días de locura colectiva, de conmoción mundial, de estupefacción absoluta... qué otra decisión se podía haber tomado?  Sólo hubo una senadora que se opuso a la respuesta bélica. El país entero se puso en su contra, recibió amenazas de muerte incluso. La cuestión es si el mundo estaba preparado para no responder a ese ataque con contundencia. Creo sinceramente que no. Nadie lo hubiera entendido. Que levante la mano quien crea que sabe lo que se debió hacer.

miércoles, 15 de septiembre de 2021

Outlander (Serie de TV), by Ronald D. Moore

A ver cómo lo explico para que se me entienda. Tú vas un día por el campo y tocas una piedra y de repente te despiertas unos cuantos siglos atrás tirada en el mismo campo. Y en la época en la que estás ahora sólo hay tíos que quieren violarte todo el tiempo. Todos menos uno, que curiosamente es el único guapo, cachas y con un corazón que no le cabe en el pecho. Y eso que tiene un tórax en el que cabe todo todo todo.  Y unas espaldas que... Y unos brazos que..... uffffffff!

En fin, a lo que vamos. A pesar de la indiscutible beldad del protagonista confieso que no pasé del episodio cinco de la primera temporada. Después de tragarme todo un capítulo dedicado a una noche de bodas. Tooooodo un capítulooooo!!!!! Que se dice pronto.

El susodicho capítulo se podría resumir así: que si yo te miro, que si tú me miras, que si ahora te desato un cordoncito del corsé, que yo a ti te toco el pelo, que ahora te paso una mano por el culo, cinco minutos de tocarte el culo, te lo aprieto, te lo amaso... ahora una teta, quince minutos después la otra... y así toooooodo el tiempo, durante una horaaaaaaa!!!!! Una puta hora interminableeeeee!!!!! La noche de bodas más infumable de la historia de la televisión.

Sólo habría tenido sentido si hubiera terminado con un primer plano de sexo oral explícito. O anal. O yo qué sé, sexo del que sea.  Grupal incluso, una orgía hubiera justificado plenamente esa hora absurda. 

Lo siento, señor Moore, esta serie no es para mí. Ni siquiera puedo concebir que haya alguien que no bostece 70.000 veces viendo algo así. Que haya personas capaces de tragarse las 5 temporadas es algo que no sé cómo interpretar. Si como un logro de la humanidad al hacer tanto acopio de paciencia o como la prueba definitiva de que esta especie se va al carajo. Probablemente lo último.

miércoles, 1 de septiembre de 2021

Atípico (Serie de TV), by Robia Rashid

Otra de familias atípicas.  Últimamente me ha dado por lo atípico. He estado viendo al unísono la historia de la familia polígama de "Big love" y esta otra serie sobre una "familia autista", y la verdad es que creo que me estoy volviendo un poco rarita yo también. Más, si cabe.

Lo cierto es que en la familia de un autista casi todo gira en torno a él. La familia entera se adapta a ese síndrome que implica un montón de extrañezas, y así poco a poco todos se van volviendo igualmente atípicos. Hay que especificar que en este caso no se trata de un autismo "normal", sino de alto rendimiento, que es bastante diferente. El protagonista es una persona con altas capacidades que, con mucha voluntad por su parte y la inestimable ayuda de sus allegados, puede llegar a llevar una vida "casi" normal. Esto no puede decirse de todos los autismos, por desgracia.

Para relacionarte con un autista y empatizar con él te tienes que meter en su mundo. Tienes que entender sus terrores: los ruidos, el caos, todo lo que no esté perfectamente reglado por normas estrictas, las estridencias de todo tipo, sus aficiones obsesivas, y sobre todo, la tremenda lucha diaria de enfrentarse a un mundo que no está pensado para personas como ellos. Cada detalle, cada elemento fuera de lugar, cada distorsión de su realidad cotidiana puede convertirse en un drama. 

Y sin embargo en esta serie te ríes bastante. Porque su creadora, Robia Rashid, ha conseguido que Sam sea un personaje que, a pesar de su frialdad autista, inspire en el espectador una ternura irresistible.

La pasión de Sam son los pingüinos, y sólo a través de ellos él es capaz de entender un poco el mundo. Y luego está su amigo Rashid, un personaje fundamental que además de poner el punto de humor en cada capítulo, es realmente el único que ha captado la esencia de Sam. Luego está su hermana, más pequeña que él pero que ejerce perfectamente de cuidadora y al mismo tiempo de mosca cojonera. Y Elsa, la madre que ha dedicado su vida al autismo de su hijo y que teme perderlo más que a nada en el mundo. Incapaz de verlo crecer y despegarse de su vínculo inquebrantable. Hay que decir también que es un personaje un tanto cargante. Cuesta digerirla. El padre... bueno, ni fu ni fa. Es un personaje un tanto insípido.

Otro punto de interés son las relaciones de Sam con las chicas. Su novia Paige, su psicóloga Julia, sus compañeras de clase, todas tocadas por la varita mágica de alguna rareza. En fin, todo un mundo de frikismo generalizado puesto a disposición de Sam. En este sentido lo que menos me ha gustado de la serie es el exceso de flowerpowerismo. Es un universo sin maldad, todo paz y amor, donde todo el mundo entiende todo (bueno, todo menos algo tan normal, mondo y lirondo como una infidelidad, que es por lo visto lo más de lo más de lo más en materia de cosas imperdonables, en fin...). Me hubiera gustado algo más de realismo en lo que es la vida diaria de un autista, que me temo que se parece muy poco a lo que se ve en la serie. Teniendo en cuenta, naturalmente, que no está planteada como una comedia.

Por último, un breve repaso al elenco. De entre todas, destacaría las excelentes interpretaciones de Keir Gilchrist en el papel de Sam, y de Brigette Lundy-Paine como su hermana Casey. A ver, interpretar a un discapacitado puede ser para un actor un caramelito, porque hay un montón de tics físicos a los que recurrir. De hecho suelen ser papeles muy agradecidos, pero tengo que reconocer que Gilchrist lo hace de sobresaliente. 

En cuanto a Lundy-Paine, consigue expresar estupendamente el conflicto adolescente de identidad sexual que su personaje va desarrollando. Luego he sabido que en su vida real la actriz se define como "no binaria", una de esas nuevas modalidades de género (o mejor dicho, de no género) que nos resultan tan complicadas. La crisis de identidad de Casey da lugar a una trama argumental paralela tan interesante como la del autismo.  

En definitiva, una serie grata de ver, sin grandes pretensiones, pero que para mi gusto peca en exceso de ese defecto tan común en la ficción actual de presentar la realidad edulcorada, envuelta en papel de caramelo para que no nos cueste demasiado digerirla. Y sigo flipando con el puritanismo americano, según el cual, aún hoy en día, lo peor que puede pasar en una familia es una puta infidelidad. Por favor! Me explota la cabeza.