viernes, 21 de enero de 2022

La asistenta (Miniserie de TV), by Molly Smith Metzler

Esto empieza con una tía que tiene una bronca con el marido. Él en mitad de la refriega, bastante borracho, le pega un puñetazo a la pared y le hace un pedazo agujero, y entonces ella se larga con la hija de ambos y sin dar ninguna explicación desaparece. Luego es acogida en una casa para mujeres víctimas de violencia de género en la que le explican que aunque su marido nunca la haya pegado es muy probable que si le dio un puñetazo a la pared algún día pudiera terminar pegándola a ella.

A ver, igual me falta un poco de "perspectiva de género" cuando veo este tipo de productos televisivos, pero me gustaría entender por qué razón hay que recurrir al rollo del género para justificar que es saludable y recomendable abandonar a una pareja, sea hombre o mujer, que es incapaz de controlar su ira y que recurre sistemáticamente a la violencia verbal, social, física o psicológica. En este caso además concurre la circunstancia del alcoholismo del marido. Por qué esto tiene que ser un asunto de género? Nadie conoce a ninguna mujer alcohólica y/o agresiva?

Igual soy yo la única persona del mundo que ha visto alguna vez en mujeres comportamientos bastante parecidos a los que se ven en esta serie por parte del marido. Mujeres celosas, posesivas, controladoras, irascibles... No, vale, no existen. No existen las mujeres que sospechan de cuernos y tratan de controlar el móvil de la pareja. Ni existen las mujeres que cuando pierden los nervios chillan, tiran cosas, golpean objetos o lanzan miradas asesinas a sus parejas. No existen, nunca las hemos visto, vamos a hacer como que no sabemos que hay mujeres así.

Pero al menos podemos entender que nadie puede desaparecer y llevarse a sus hijos sin decir ni mu, salvo que haya ocurrido algo muy gordo que pueda justificar este comportamiento. Imaginemos un mundo en el que un grito en una discusión, o un golpe en la pared, o un súbito lanzamiento de objetos, o una ofensa verbal (tipo "zorra", "maricón", "hijoputa", "cerda") fueran causa más que suficiente para alejar para siempre a un padre o una madre de sus hijos.

Bueno, pues lo terrorífico es que eso no es ficción, eso ya es algo real. No sé si en los USA pero aquí sí. Hoy por hoy se está intentando aprobar (creo que a estas alturas aún no lo está, pero podría equivocarme) una ley según la cual la mera acusación de una mujer por cualquiera de esos hechos que antes he mencionado sería motivo para alejar a un padre de sus hijos de forma permanente, al menos hasta que la causa se resuelva (y todos sabemos la celeridad de la justicia en este país).

La base de esta legislación estaría en casos terribles de filicidios (ahora denominados violencia vicaria) como los de José Bretón o Tomás Gimeno. Como si no existieran casos exactamente iguales pero perpetrados por mujeres contra sus maridos. Hagamos otra vez como que no existen mujeres que asesinan a sus hijos por venganza. O porque les sobran en sus vidas. O porque no los quieren sin más. Que no hay mujeres malas, que no hay malas madres. Obviemos igualmente que la mayoría de filicidios los comenten las madres.  Eso sí, cuando ocurren siempre es porque estaban muy enfermas, deprimidas, no sabían lo que hacían. 

"Tenemos en el plató a una psiquiatra experta en este tipo de crímenes que nos ayudará a entender cómo esa mujer ha podido... blablablabla". Pero oye, nunca hay psiquiatras expertos que ayuden a entender estas cosas cuando las hace un tío. Y no los hay porque ni falta que hacen. Es violencia de género y punto pelota. Alguien tiene algo que discutir? Ah, vale, seguro que eres de Vox!

Y con este edificante contexto social te pones a ver esta serie. Que, además, va de una tía que se dedica a limpiar casas para sobrevivir. Y ésa es otra. Porque la colega es una auténtica fiera, esta chica es buena pieza en esto de la limpieza. En cada capítulo sale limpiando algo así como dos segundos porque casi siempre hay algo en la casa que llama su atención: o los cajones, o el paisaje, o el contenido del frigorífico, o el ordenador de la dueña. Limpiar, lo que se dice limpiar, limpia más bien poco. Se pasa casi toda la jornada laboral curioseando o dedicada a sus reflexiones personales, pero eso sí, a las dos horas todas las casas están perfectamente recogidas y escamondadas, y las propietarias más contentas que unas pascuas con el trabajo de nuestra amiga.

Lo confieso, no soy una experta en limpieza. Pero sí creo que puedo saber que en cuatro horas nadie, salvo que se trate de un superhéroe con poderes paranormales, es capaz de ordenar y dejar como los chorros del oro una mansión de varias plantas que al llegar estaba como una puta mierda.  Mucho menos si te has tirado la mitad del tiempo cotilleando los cajones.  Nada más en limpiar los cristales de las enormes ventanas de esas mansiones te puedes tirar el día entero. Las dotes limpiadoras de esta mujer son sobrehumanas y dejan en bastante mal lugar a prácticamente cualquiera que se dedique a este honrado trabajo. Vamos, que deja a todas las asistentas del mundo a la altura del betún. En fin, creo que la creadora de la serie, una tal Molly Smith Metzler, no ha limpiado una casa en su vida.

En definitiva, entre los vaivenes que se trae con el marido, los rollos con la madre, que está como una cabra (y que, por cierto, es Andie MacDowell, su madre en la vida real, aquel bellezón de "Cuatro bodas y un funeral", pero convertida en vieja loca. Señor, pa lo que hemos quedao!), y lo de la limpieza mágica... aparte de las gilipolleces que la tía hace (por ejemplo, pasar como de la mierda de un tío que bebe los vientos por ella, que es arquitecto,  que le cuida a la niña, que cocina como Dios, que vive en un casoplón,  que le regala un coche, que además está bueno que te cagas... pero que, no se sabe el por qué, no le convence del todo a la muchacha para salir con él)... pues eso, que no hay por dónde pillarla. Entran ganitas de moñearla, de verdad. Y no soy un machirulo heteropatriarcal, que conste. Sólo soy una tía que con un trapo y una escoba es incapaz de hacer milagros y que le jode que le cuenten milongas.

lunes, 17 de enero de 2022

La isla interior, by Félix Sabroso, Dunia Ayaso

Termino de ver una serie, me pongo a zapear con tremenda pereza y me encuentro con esta peli en la 2. La pillo ya empezada pero me quedo flipada al ver el elenco. 

Cuando llego me encuentro de sopetón con Candela Peña. Al momento veo a Antonio de la Torre, y dos segundos después a Alberto San Juan. En la siguiente escena... Geraldine Chaplin. Hossssstia, qué peliculón me estoy perdiendo! Juntar a toda esta gente no debe de ser nada fácil. Aquí me quedo.  Cuanto menos, interesante tiene que ser.

Media hora después estoy hasta el moño de la familia esta. Vale, entiendo que la peli va de salud mental. O más bien, de falta de salud mental. Pero... de verdad es posible que en una misma familia haya tanto... perjudicado, por decirlo finamente? No, muy normal no es. Aunque claro, parece ser que el padre de familia es esquizofrénico. Pero además se ve que le pega también a otras cosillas que no son precisamente propias de este tipo de enfermos. Y la madre, Geraldine, tampoco está muy para acá.  Entre ellos y los hijos podrían documentar todo un tratado de Psiquiatría y no necesitarían a nadie más.

Esta intensidad de insania mental me abruma, hasta el punto de que con mi hipocondría habitual empiezo a notarme síntomas de todas las rarezas de estas personas. Hostia, pues yo también a veces hago tal, o eso que hace ese lo he hecho yo alguna vez... Mira que si estoy como una puta cabra. La sintomatología de cada miembro de la familia se me va pegando. Llega un momento en el que me autodiagnostico de trastorno bipolar, esquizofrenia, TOC varias y ansiedad crónica. Igual no tengo mal nada, pero igual estoy chiflada.

A punto estoy de salir corriendo a Urgencias, cuando termina la peli y veo que hay entrevista después con el director y con Candela Peña. Me entero de que los directores y guionistas son Félix Sabroso y Dunia Ayaso, la famosa pareja y luego expareja y más tarde amigos y compañeros de curro y por último Sabroso ex viudo de Ayaso. Le escucho hablar del trasfondo de la historia, de cómo refleja parte de sus experiencias personales, de lo que significa para él, y ya sí que empatizo lo más grande con este hombre. Termino llorando por la irreparable pérdida de Ayaso, que tuvo que ser una pedazo de tía. Para colmo, Candela habla también de lo tarados que andamos todos por la vida y de que necesitaríamos tratamiento a cascoporro el que más y el que menos.  Y cuenta anécdotas del rodaje que, efectivamente, dan a entender que todos están bastante de aquella manera. A estas alturas la peli adquiere tintes de Máster en Salud Mental.

No me gustaría parecer insensible, pero... aunque aceptemos la premisa de que en esta sociedad estamos todos como chotas, realmente era necesario concentrar tal cantidad de taras mentales en estas pobres personas, con la discutible coartada de que la genética se ha cebado maléficamente en ellas, como si de una flecha maldita se tratara? Quizás, y digo quizás, un mínimo de normalidad en algunos de ellos habría ayudado un poco a dar verosimilitud a la historia. Porque, en serio, yo sé de muchas familias muuuuuy perjudicadas, pero, hostia, de verdad... tío, con ésta os habéis pasado 20 pueblos.  

viernes, 7 de enero de 2022

Mujercitas, by Greta Gerwig

Reconozco que lloré con estas mujercitas del mismo modo que he llorado durante toda mi vida con las distintas versiones que he visto, que han sido casi todas.

Reconozco igualmente que creo que Greta Gerwig ha tenido la mejor de las intenciones al abordar esta adaptación de un clásico tan mitificado. Prácticamente todas las generaciones de mujeres premillennials hemos crecido adorando "Mujercitas". 

Y no es fácil enfrentarse a eso. Y hacerlo con el sano propósito de acercar esta historia a gente (básicamente a chicas, seamos sinceros) que de otro modo jamás habrían accedido a un relato con tanta fama de ñoñez y sentimentalismo. Pese a que esa misma generación se ha tragado y se sigue tragando bodrios infumables y vomitivos, edulcorados hasta la náusea, tanto en cine como en televisión, y ya no hablemos de música o de literatura "juvenil".

En fin, Mujercitas arrastra ese sambenito de peli navideña sólo apta para madres y para abuelas muy viejunas. Soy testigo de lo difícil que es intentar convencer a millennials y postmillenials de que vean estos clásicos. Y ya si hablamos de blanco y negro, date por muerta. Eso para ellos es lo peor de lo peor, aunque luego se tiren horas poniendo el filtro de blanco y negro en sus fotos de Instagram.

Son malísimos tiempos para la historia en general; a casi nadie le interesa. Y la del cine en particular yo diría que a nadie.

Y una vez dejado claro que alabo muchísimo las intenciones de Gerwig y que no he dejado de llorar en toda la película, voy ya a poner en marcha el dispositivo de demoliciones.

Por favoooooor! Josephine March no necesitaba nada de eso para ser una tía de la hostia. Siempre, en todas las versiones, fue esa rebelde a la que le importaba un pimiento ser guapa o fea. Que sólo soñaba con ser una gran escritora. Que no necesitaba a nadie, y menos a un hombre, para vivir. 

Jo siempre fue la gran heroína de "Mujercitas", la que todas queríamos ser. Es el personaje principal en todas las versiones. Ninguna chica quería ser la estúpida y frívola Amy, ni la insulsa y bondadosa Beth, ni muchísimo menos la hermana mayor, que por muchas versiones que haya, es un personaje tan soso y tan intrascendente que ni me acuerdo de su nombre. Todas, absolutamente todas, adorábamos a Jo March.

Y daba igual la cara que tuviera esa Jo.  Siempre fue nuestra favorita, nuestro sueño. Ella en sí misma era el mejor alegato feminista que nadie podría concebir. Qué niña de los años 50, 60, 70, 80, no quiso ser Jo March?

Esta versión sólo era necesaria para atraer comercialmente a un público que sólo ve cine actual y que desprecia todo lo rodado antes de los 2000. 

Mejor les hubieran hecho un videojuego sobre las 4 chicas March luchando con bolas de nieve.  Eso les habría llegado al alma. Puede que se pasaran horas intentando esquivar bolazos, superentretenidos. Y a Meryl Streep siempre la puedes meter en algún rol secundario para darle caché a la cosa. Y en la siguiente versión, que Beth conduzca un camión.

No, en serio, si de lo que se trata es de atraerse a un público esquivo, yo en la próxima revisión de la historia pondría directamente a las Kardashian.  Buenos culos, buenas tetas. Y siempre tienen algo que contar en sus stories. Seguro que tendrían seguidores a mansalva y lo petarían en las redes.

Pero por favor, déjennos a las hermanas March tal y como eran cuando fueron creadas.  Dejen que Jo siga siendo nuestra heroína. Así la concibió su creadora y así la hemos recordado durante años y años millones de mujeres, de mujercitas, que no sabíamos qué era esa cosa del heteropatriarcado, pero que comprendíamos perfectamente a esa chica que prefería vestir con pantalones, revolcarse en la nieve, cortarse la melena para ayudar en casa, soñar con otro destino que no fuera tener marido e hijos.

Querida Greta, antes de tu historia, Jo siempre fue Jo. Y todas, o casi todas, quisimos ser ella.