miércoles, 2 de septiembre de 2020

Parenthood (Serie de TV), by Jason Katims

Prometo que pensaba hacer una crítica bastante laudatoria de Parenthood, contando las cosas que me habían gustado más de la serie y obviando en la medida de lo posible los defectillos.   

Pensaba hablar de la pareja Adam y Kristina y de mi debilidad por Peter Krause, a pesar del papel extremadamente edulcorado que le ha tocado interpretar; de la desquiciada Sarah y sus hijos Amber y Drew, y de la relación filial tan bonita entre los hermanos; del piradísimo Crosby y la petardísima Jazmine; del inefable patriarca Zeek; de los adorables Julia y Joel y su pequeña Sidney; de Camille, la maravillosa madre del clan....

Pensaba hablar también de Max, el hijo Asperger de Kristina y Adam. Un personaje basado en el hijo de Jason Katims, creador de la serie, que también padece este síndrome. Pensaba alabar el trabajo del chaval que lo interpreta, que lo hace genial;  de lo bien tratado que está el tema; de lo que podía reconfortar a las personas que tuvieran a alguien cercano con algún trastorno del espectro autista.

Pensaba que ya a punto de empezar la sexta y última temporada tenía los suficientes elementos para valorar la serie en su totalidad. Y éstas eran mis intenciones cuando de repente.... vamos a espoiler.

(espoiler)

A ver, ya me había dado cuenta antes de que los guionistas habían tenido algunos despistes espacio-temporales un tanto cantosos. Cosas como un fantástico melenón por debajo del hombro que le sale en 8 meses a un personaje tras un duro tratamiento de quimioterapia; niños que nacen a los cuatro meses de embarazo; otros que crecen en dos meses lo que un niño normal crece en dos años; otros a los que le sale bigote a las dos semanas de soltar el chupete.... en fin, sobre todo en los cambios de temporada pegaban unos cantes muy gordos.

También podía aparecer un personaje ubicado en un sitio inesperado sin explicación previa alguna. Por ejemplo, cuando Sarah aparece viviendo en un piso, además siendo la casera del edificio, cuando en la temporada anterior la habíamos dejado viviendo tan ricamente en la casita de invitados de sus padres. En fin, pensaba pasar por alto todo eso y hacer mi crítica laudatoria. Pensaba eso hasta que....

Empieza la sexta temporada y.... de repente APARECE UN NIÑO NEGRO DONDE EN LA TEMPORADA ANTERIOR HABÍA UN NIÑO BLANCOOOOOOOOOO. 

Palabrita. Lo prometo. No, Katims, no, por ahí ya no paso.

Al principio me chocó ese niño negro que no había visto nunca antes pero fue mi hija la que destapó el tarro de las esencias.

- Mamáaaaaaaa, el niño de Crosby se ha vuelto negroooooooooo.

- Hosssstia, es verdaaaaaaaad.

- El niño era blancoooooooo.

- Joder, ya me pones en la duda. Yo juraría que sí, que era blanco. Es más, juraría que al nacer Jazmine comentó lo blanquito que había salido.

- Vamos a comprobarlo. Volvamos al capítulo último de la temporada anterior, que terminaba con una reunión familiar en la que estaban todos.

- Vamos.

Efectivamente nos vamos a ese capítulo, lo pasamos entero y llegamos a la reunión. Y sí, bingoooooooooo. El niño aparece en brazos de Jazmine completamente blancoooooooo. No diré albino para no exagerar, pero blanco blanco como un huevo blanco. No naranja como Trump, ni marrón como un mulato ni amarillento. Era totalmente blancooooooo. Era incluso rubitooooooo. Lo prometo. Palabrita del niño Jesús.

Y van en la sexta temporada y ponen a un niño negrooooooooo.

Hay que pensar que el espectador es muy imbécil para no darse cuenta de que en dos meses que se supone que pasan desde el final de la temporada anterior al inicio de ésta el niño de Crosby se ha vuelto negro de sopetón. Un bebé que no tenía ni una sola mancha en la cara. Un bebé de un blanco impoluto. Que por cierto aparece como de seis meses en ese capítulo y en el siguiente, cuando ya se ha vuelto negro, cuando sólo han pasado esos dos meses, aparece ya andando. Pero claro, ese salto temporal al lado del salto cromático del chiquillo es pecata minuta. Que haya crecido 20 meses en dos tiene un pase, pero que le cambien el color al chaval eso sí que no lo paso.

Esa chapuza imperdonable no tiene perdón de Dios. Katims, vete a la mierda.

Ps. El final me ha encantado.

Ps2. Vale, Katims, te perdono lo del niño negro.