miércoles, 23 de agosto de 2023

La caza. Guadiana (Miniserie de TV), by Agustín Martínez y Luis Moya

Este es el fin de una trilogía, de momento, mientras a los creadores no les dé por seguir viajando por territorio patrio.  Por ahora tenemos caza en Monteperdido (Pirineos), Tramuntana (Baleares) y Guadiana (Huelva).

Me he pensado bastante si hacer una crítica por cada una de ellas o limitarme a la entrega final, que es lo que he decidido hacer porque a fin de cuentas esto es un conjunto, hay una autoría común y un hilo argumental que justifica una crítica única. Aunque muchos de los personajes cambien hay una protagonista indiscutible, que es Megan Montaner, la sargento Sara Campos, y hay unos creadores, Agustín Martínez y Luis Moya, y también hay un proyecto general que abarca las tres temporadas y que se desarrolla a través de las distintas tramas argumentales.

Pienso que la serie va en cuanto a calidad in crescendo y que en la última entrega lo termina dando todo en tensión, suspense y vueltas de tuerca. A ver, y hay que reconocer, que tampoco es posible menos verosimilitud. Me temo que tendré que espoilear para decir por qué.

Cosas comunes a las tres historias: escenarios naturales maravillosos, personajes oscuros y cierto mensaje buenrrollista.  Por ejemplo, el problema de la salud mental de la sargento Sara Campos. A ver, lo digo sin ningún tipo de acritud. Solo de pensar que haya alguna chiflada como esta mujer en la Guardia Civil, con un arma al cinto, sin ningún tipo de control ni de sus superiores ni de ella misma, se me ponen los pelos como escarpias. Que no es que yo tenga nada contra las personas que no están bien de la cabeza. Me parecen superrespetables, pero hombre, de ahí a darles una placa, una pistola y dejarlas ir por la vida haciendo justicia va un trecho. Gente que lo mismo te ve a ti que ve la cara de su padre que ve a un fantasma y habla con él. No sé, me inquieta sumamente la idea.

También en la última historia, la del Guadiana, el protagonista es un chaval bastante piradete que hace once años perpetró una matanza en el mercadillo de su pueblo en la que murieron tres personas, medio pueblo prácticamente porque casi todos son familia. Cuando el muchacho sale del psiquiátrico y vuelve a su casa la sargento no entiende cómo es posible que le caiga tan mal a sus vecinos, tanto él como su familia, que por cierto, en todos esos años no ha visto la necesidad de mudarse a otro sitio a pesar de que absolutamente nadie les dirige la palabra, qué sorpresa. No sé, como que a la inteligentísima sargento Campos le  extraña sumamente la falta de popularidad de esta familia, incluso el padre del chico asesino encuentra de lo más incomprensible que sus vecinos de enfrente, a los que su hijo mató durante la carnicería aquella, no le tengan muchas simpatías. Se ve que como el muchacho no mataba por gusto sino porque estaba un tanto perjudicado y tenía alucinaciones pues los vecinos del pueblo tendrían que haber recibido su vuelta a casa entre vítores y aplausos o algo así. Todo como muy loco, de verdad.

Aparte de esto tengo que decir que en esta última entrega la dicción de los actores es de pura pena. Amigos, como andaluza que soy, tengo que elevar una protesta por lo cochambrosamente que se imita el acento andaluz por parte de los actores españoles. No se entiende absolutamente nada, harían falta subtítulos para enterarse medianamente de la trama. Y lo peor no es eso, lo peor es que los mismos actores andaluces impostan nuestro modo de hablar de una manera bochornosa, como si tradujeran primero del andaluz al madrileño y después de vuelta pero ya con el filtro de la finura castellana. Oigan, un poquito de pundonor, hagan el favor, que tampoco es tan complicado.

Bueno, al espoiler. No termino de entender,  aparte de muchas otras cosas, por qué Alicia se carga primero al guardia Víctor y luego ya al final a su novio de toda la vida, Diego. Víctor no sabía que ella era el famoso Duarte, y Diego no iba a hacerle nada, solo le estaba pidiendo que se entregara. Habría bastado con tirarle al agua, salir corriendo y pasar de él. Da la sensación de que la chica sale de su encierro con unas ganas locas de cargarse gente compulsivamente a diestro y siniestro, sin razón alguna. En fin, todo un despropósito. Desde luego entre la sargento Campos y sus diálogos fantasmas, el niño esquizo y la personalidad múltiple del enigmático Duarte, es para comerse el coco que hayan juntao tanto loco.