domingo, 31 de julio de 2022

The Staircase (Miniserie de TV), by Antonio Campos

Mató este señor a su señora o fue un accidente? That's the question.

Una empieza a ver esta serie sin buscar demasiado en Internet, dado que como es un caso real y está basada en un documental sobre el juicio, no es bueno saber más de la cuenta. Por aquello de mantener la intriga hasta el final. Pues bien, lo he conseguido, y no sólo hasta el final, sino hasta el postfinal, porque a día de hoy y habiendo visto hasta la última escena y los títulos de crédito yo sigo sin tener ni la más remota idea de quién es este señor. Sé lo que pasó a posteriori, sé lo que la justicia dictaminó, sé los hechos que sucedieron a la muerte de su señora, sé lo que ha sido de su vida y de lo que es en la actualidad, pero no podría decir nada ni a favor ni en contra de este hombre.

El personaje es tan brutalmente ambiguo, como ser humano, como hombre, como padre, como marido, que sólo un pedazo de actorazo como Colin Firth podría haberlo interpretado. Cada dos minutos cambias de opinión sobre él, es alucinante. Si en un momento estás convencida de su inocencia al siguiente te convences de todo lo contrario, te parece rastrero, vil, embustero patológico y perfectamente capaz de haber asesinado a su mujer.

Me han sobrado bastante, también lo reconozco, todos esos saltos constantes en el tiempo. Para adelante para atrás, para atrás para adelante... Ufff, qué mareo, tú. Realmente no sé hasta qué punto era necesario tanto ir y venir del presente a los distintos pasados de la historia. Esa mezcla de escenas de un juicio a otro, que sólo intuyes en cuál estás por la cantidad de canas de los personajes... de verdad, son ganas de volver loquísimo al personal. Cada vez echo más de menos las historias que siguen una continuidad cronológica. Claro que en este caso puede tener cierta intencionalidad porque todos esos saltos sirven para explicar esa personalidad completamente impenetrable del protagonista. Dudo mucho que los propios hijos de este hombre tengan la menor idea de quién es su padre, mucho menos nosotros, meros espectadores de una película sobre su vida.

Ni siquiera tengo capacidad de discernir si el creador, Antonio Campos, tiene alguna opinión sobre el tipo. Ni qué quiere contar con esta serie, cuál era su pretensión al rodarla. No sé si quiere contarnos cómo se hace un documental sobre la justicia americana o realmente quiere mostrarnos la psique de un individuo tan inquietante como éste. 

Sólo sé que no sé nada, salvo que estoy fascinada.

miércoles, 27 de julio de 2022

La amiga estupenda (Serie de TV), by Saverio Costanzo

"Historia dulce e inocente;  dos chicas que llevan dentro la fuerza de un tren de mercancías; amistad elástica y duradera; maravillosa amistad inquebrantable entre dos mujeres; esa competitividad, ese anhelo, esa admiración y dependencia mutuas; el espíritu feminista de la obra..." Todo esto son frases literales que he extraído de diferentes críticas a esta serie. De hecho, algunas de ellas fueron las que me indujeron a verla con ferviente entusiasmo. 

Obviamente, hemos debido de ver series distintas.  Porque yo lo único que he visto desde el principio hasta el final es una relación totalmente tóxica entre dos mujeres. Un tipo de relación que, dicho sea de paso, se repite abundantemente en la realidad, por mucho que nos quieran convencer de que las relaciones entre mujeres suelen ser limpias y puras y basadas en la más encomiable sororidad. Aquí hay un esquema muy común en relaciones tóxicas femeninas: la amiga dominante, exigente, manipuladora y con nula capacidad de empatía frente a la amiga comprensiva, sumisa, dependiente y sin voluntad propia. Todo el tiempo se repite este esquema, aunque quizás para dar un poco de verosimilitud a la historia, de vez en cuando durante algún capítulo se cambian un poco las tornas y se deja ver la debilidad de la dominatriz y la fuerza íntima de la sumisa. Pero muy de tarde en tarde.

No he leído las 4 novelas de Elena Ferrante en las que se basa la serie, partamos de ahí. No sé qué parte de la historia se debe a la escritora y qué parte al creador de la serie, Costanzo Saverio. Pero sí sé que lo que yo he visto ha sido una relación de pesadilla. Lila y Lenú en ningún momento se relacionan en condiciones de igualdad. Lila es cruel y tiene un punto de sadismo tremendo tanto con Lenú como con sus otros amigos, su familia, sus amantes, sus pretendientes... Lenú es una mera espectadora de la vida de Lila, siempre en un segundo plano, siempre atenta a sus deseos y caprichos, con pequeñísimos momentos de rebeldía (curiosamente casi siempre provocados por traiciones amorosas de su "amiga"; vaya por Dios, en una serie supuestamente feminista los hombres siempre de por medio). De hecho así es como empieza la serie: alguien llama a Lenú, ya pasada la sesentena, para decirle que Lila ha desaparecido. Y es entonces cuando ella decide contar la historia de ambas. Harta ya de coles, de ser una especie de sombra cuidadora de la amiga díscola y caprichosa, se rebela con este relato de su supuesta "amistad".

He leído también alabanzas múltiples a las dos actrices que interpretan a ambas amigas. Yo no sé si de verdad he visto la misma serie que todo el mundo. Para empezar, el casting es de pura pena. Tenemos a Lila, la sex symbol del barrio. No olvidemos el lugar y la época: Nápoles, años 50. Recordemos las mujeres que en el cine representaban el modelo femenino de los tiempos: Gina Lollobrigida, Anna Magnani, Sofía Loren, Claudia Cardinale... Mujeres rotundas, curvilíneas, potentes, físicamente imponentes... Pues bien, nuestra sex symbol Lila, que tiene enamorados locamente a todos los hombres del barrio, ricos, pobres, altos, bajos, delgados, gordos, calvos o melenudos, por la que todos se pegan de hostias y están dispuestos a matarse entre ellos... es una especie de palo de fregona, un escuerzo sin formas, sin nada que pueda recordar ni lejanamente a ese tipo de mujer que en aquellos tiempos era el referente masculino. En cambio Lenú sí responde a ese referente, pero curiosamente salvo algún despistadillo que no ha caído en la cuenta de la inmensa belleza de la escuálida Lila, nadie se fija en la pobre Lenú. Es como la sombra que se desliza invisible al lado de su mejor amiga. Pasa desapercibida a ojos de todo el barrio, si no es para preguntarle constantemente unos y otros por los avatares vitales de la problemática Lila. Qué sabes de Lila, dónde está Lila, con quién sale Lila, a qué hora crees que llegará Lila?

Todo el tiempo Lila lleva la voz cantante en esa relación. Ella decide, ella marca los tiempos, ella hace y deshace, ella va al volante de la historia. Lenú se limita a seguirla, a perdonar sus desplantes y sus traiciones cual perro fiel, a narrar sus hazañas, sus subidas y sus bajadas a los infiernos y a intentar disculparla y congraciarla con unos y con otros. La actriz que interpreta a Lenú apenas sonríe, mantiene en todo momento una expresión hierática, curiosamente sólo se permite reír y pasarlo bien en las temporadas que se mantiene alejada de su "amiga". Vamos, una relación tóxica de manual. Mientras Lila vive la vida al margen de su mejor amiga, sin importarle un pimiento lo que ella piense o sienta, Lenú está constantemente pendiente de ella, y vuelve una y otra vez a ser su paño de lágrimas, su lazarillo, su salvadora y su asidero vital.

Es cierto que la serie engancha, que mantiene la intriga todo el tiempo, pero no es menos cierto que para nada refleja todo eso que he leído en esas críticas que de algún modo alaban una relación que para mí es totalmente desequilibrada y perversa de principio a fin. A mi modo de ver ambos personajes son odiosos, Lila por su egocentrismo y su falta de empatía, Lenú por su insoportable sometimiento y por su falta de rebeldía. No sería capaz de decir en cada capitulo a cuál de ellas habría abofeteado con más fuerza, porque en todos ellos he terminado subiéndome por las paredes al ver el retorcimiento insano de la una y la estupidez crónica de la otra.  A cuál peor. En definitiva, que esta amiguita estupenda no mola nada a mi menda.

viernes, 15 de julio de 2022

Intimidad (Serie de TV), by Laura Sarmiento y Verónica Fernández


El tema de la violación de la intimidad y de la difusión de imágenes comprometidas en este mundo de nuevas tecnologías que a veces se nos escapan de las manos es algo que me parece bastante preocupante. Por eso al leer de lo que iba esta serie pensé que podría ser interesante verla. Lo pensé, y la cosa prometía. Hasta que en el capítulo segundo ya me di cuenta de que una vez más había caído en la trampa de las series españolas de última generación. El tema estaba planteado, cómo no, desde la inevitable "perspectiva de género". Y como tantas otras cosas, este asunto era uno más de los que nos pueden ocurrir a las mujeres solo "por el hecho de ser mujeres".

Las mujeres, por el hecho de ser mujeres, podemos ser apaleadas, violadas, asesinadas, abusadas de todas las formas y colores, insultadas, vejadas, etc. Por el hecho de ser mujeres nos puede pasar de todo, y en ese todo entra, por supuesto, ser grabadas mientras mantenemos relaciones y que luego esas imágenes se difundan por las redes para uso y disfrute de un amplio público, preferentemente masculino.

Es una de esas cosas que, como nos pasan por el hecho de ser mujeres, naturalmente nunca le podría pasar a un hombre. Sin embargo, cosa curiosa, hace unos días fue trending topic la noticia de que circulaban por ahí imágenes bastante comprometidas de un conocido actor y presentador de televisión manteniendo relaciones sexuales con una señora que por lo visto no era la suya legítima. Se formó tremendo escándalo y se acusó a este caballero de las cosas más aberrantes que se puedan imaginar, hasta el punto de que la señora legítima en cuestión se vio obligada a salir en defensa de su marido y de su derecho a mantener relaciones con quien le diera la real gana sin verse sometido a juicio público, recordando que se había cometido un delito muy grave contra su persona (la del marido) al difundir esas imágenes íntimas.

También recuerdo que uno de los casos más sonados de este tipo de delito se cometió hace muchísimos años, bastante antes de la llegada de estas nuevas tecnologías y de las redes sociales que tan de cabeza nos traen, en la persona de un famosísimo director de periódico que fue grabado vestido de lagarterana, en actitud poco decorosa, mientras una señora le daba azotillos en el culete y él pedía unos poquitos más porque se había portado muy muy mal.

Es decir, que dos de los casos más conocidos en nuestro país de este tipo de invasión y acoso a personas y personajes públicos, han tenido como víctimas a hombres. Y sin embargo estas señoritas, Laura Sarmiento y Verónica Fernández,  han convertido el asunto de la violación de la intimidad en nueva arma arrojadiza del feminismo.  Una vez más, este tipo de desgracias nos suceden a las mujeres "por el hecho de ser mujeres". Claro que sí. Así que, cual pardilla que soy, volví a caer en la trampa de la ficción televisiva española (y también no televisiva). Imposible ver un producto, trate de lo que trate, en el que se haga un análisis medianamente serio e imparcial del tema, sin caer en el tremendismo victimofeminista.

Lo digo y lo advierto. Esta es una caca más de las cientos que hemos visto y seguiremos viendo mientras no consigamos salir de este círculo de inanidad y estupidez en el que estamos metidos desde hace años, según el cual ser mujer en esta vida es casi tan terrible como ser cochino en un matadero. Quien lo quiera ver que lo vea, yo me limito a avisar. Y la que avisa no es traidora.  Amiga, si eres mujer prepárate a padecer. 

sábado, 2 de julio de 2022

Los Durrell (Serie de TV), by Simon Nye

He estado leyendo algunas críticas de esta serie y, la verdad, con algunas me he reído mucho, sobre todo con las más crueles y demoledoras. Pero hombre, como últimamente estoy bastante magnánima, con buen ánimo y sin acritud las voy a discutir.

Como no he leído la trilogía en la que se basa la serie no puedo opinar sobre la fidelidad a las memorias del zoólogo y naturalista Gerald Durrell. Supongo que, como de costumbre, hay mucho cuento y mucho rollo para intentar atrapar al espectador. Si las memorias son tan deliciosas y divertidas como dicen no habría hecho falta tanto rollo, es posible. Pero la tele es la tele, amigos, seamos realistas.

Luego hay quien se queja de que la falta de verosimilitud clama al cielo. Hombre, pues es verdad, eso es indiscutible. Esa familia inglesa, en la ruina absoluta, que se va a Corfú a buscarse la vida y encuentran un casoplón con unas vistas alucinantes al mar, justo encima de una roca, y ahí nadie pega palo al agua pero viven como Dios, con un zoológico en casa, con criada, con chófer personal, con invitados de todo pelaje que se les acoplan, y con lo que cuesta dar de comer a dos hijos, ellos sin un duro le dan de comer a media población de Corfú y a toda la fauna local... bueno, pues sí, canta mucho, para qué nos vamos a engañar?

Pero mira, yo sólo puedo decir que la historia me ha encantado, que nada más los fantásticos dibujos de la entradilla ya me ponían de buen humor, que no ha habido capítulo que no haya terminado con una sonrisa de oreja a oreja, que los diálogos entre la madre y los hijos, por increíbles que fueran, me parecían divertidísimos, tanto como las caras y los gestos de unos y de otros. Que, fuera más o menos fiel a la realidad de la familia Durrell, yo lo que he visto es a una gente muy libre, con la lengua muy larga y la rebeldía frente a lo establecido como norma de vida. En muchos aspectos me ha recordado a mi propia familia, que es también muy loca, aunque ciertamente nosotros no vivimos en un sitio tan mágico y las vistas de mi casa no dan al mar sino a los dos principales hospitales de mi ciudad. Qué le vamos a hacer?

Ya la gente que protesta por si se ridiculiza a la población griega o por un supuesto supremacismo anglosajón... me parece absurda totalmente. Jamás entraría en ese tipo de disquisiciones con una serie tan "blanca" en su tipo de humor y en sus diálogos. Por no hablar de que tanto o más se ridiculiza el convencionalismo de la sociedad inglesa que el retraso consuetudinario de la griega, muy parecida, por cierto, a la española en cuanto a costumbres. Creo que en la comparación entre el espíritu mediterráneo y el anglosajón sale ganando por goleada el nuestro. La prueba es que los Durrell, a pesar de no tener electricidad ni baños en las habitaciones, no quieren volver a Inglaterra ni a tiros.

En fin, que la he encontrado encantadora. Que creo que lo que ha hecho Simon Nye con las memorias de Durrell es una adaptación televisiva apta para todo tipo de públicos, que atrapa y que nos ha hecho a muchos conocedores de esta historia familiar a la que de otro modo nunca habríamos llegado. Lo siento por los que leyeron la obra inspiradora y se sienten defraudados. Que sepan que los que no la hemos leído estamos encantados con estos Durrell, y que no somos gilipollas y sabemos perfectamente que ni mucho menos la historia real sería tan idílica ni tan romántica. Y que seguramente la auténtica señora Durrell no era ni la mitad de fina y guapa que Keeley Hawes. Y que lo del romance con el taxista Spiro es probablemente una licencia poética de Nye que en la vida real jamás ocurrió ni se les pasó a ninguno de los dos por la cabeza. Pero bueno, quién no pondría en su vida una fantasía como ésa, un taxista las 24 horas del día a su disposición. Chófer, amigo, conseguidor, asesor espiritual...  y platónicamente enamorado hasta la médula. Ya quisiera yo un Spiro pa que me diera un respiro.