viernes, 1 de septiembre de 2023

Néboa (Serie de TV), by Xosé Morais, Víctor Sierra y Alberto Guntín

Nos encontramos ante el típico producto televisivo de crónica negra que se caracteriza por un paisaje brumoso, unos personajes muy tortuosos que casi nunca se ríen y todos tienen un montón de cosas que ocultar, y un misterio sangriento que resolver. En este caso, para darle más vidilla aún a la cosa, el trío Lalalá de creadores, Morais, Sierra y Guntín, se montan también un triple misterio, uno por cabeza. Resulta que el crimen actual (ocurrido en 2019) es un calco de una cadena de crímenes cometidos en 1919 y repetidos en 1989. Vamos, que en la isla esta, Néboa, cada X años aparece un tarado que se dedica a asesinar a cinco personas, siempre cinco, disfrazado con una careta de Urco, que por lo visto es un personaje popular de la cultura tradicional gallega. El sujeto en cuestión aprovecha las fiestas de carnaval, en las que todo el mundo va bien camuflado, para perpetrar sus crímenes y así darle mayor suspense a la cosa.

A ver, el argumento en sí mismo es tan rebuscado, lioso y rocambolesco que la credibilidad desde el minuto uno queda bastante en entredicho. Y ya cuando aparece la inspectora de la Guardia Civil, que no es otra que Emma Suárez, acompañada por su hija adolescente, que la trae con ella porque el novio le ha pegado una paliza y para quitarla del peligro no se le ocurra nada mejor que traérsela al curro en una isla en la que hay un asesino en serie suelto, pues mira, ya apaga y vámonos. La teniente todo el día de arriba abajo, la niña sola en el pueblo, relacionándose alegremente con los sospechosos como si nada, la madre pasando olímpicamente de la criatura, en fin, un despropósito tras otro de principio a fin.

Luego, para darle al lugar un aspecto lo más tétrico posible ponen constantemente una niebla que no se ve un carajo. Bueno, no ves un carajo tú, que eres el espectador, porque la teniente ve perfectamente con una linternita de éstas mini que se suelen tener en casa por si se va la luz. Y la tía se pega unos tutes de correr por mitad del monte con esa niebla espesa que tú no te puedes explicar cómo es posible que no se pegue un guarrazo detrás de otro. Otro despropósito.

Luego hay otra inspectora, interpretada por Isabel Naveira, esta perteneciente al paisanaje isleño, que se encarga también del caso pese a que su marido y su hijo están entre los principales sospechosos. Una cosa como muy loca, porque como todo el mundo que haya visto alguna vez una serie de polis sabe, un detective cuya familia está implicada en un caso es apartado inmediatamente del mismo. Bueno, pues aquí no, aquí la señora empapándose de todo y luego yendo tranquilamente a su casa a comentar el tema con la parentela. De verdad, se han jartao de chinchón pa escribir este guion?

El mafioso local, que por supuesto se dedica al narcotráfico, como no podía ser de otra manera en la costa gallega, es el principal sospechoso, y sus fechorías con las drogas dan lugar a la obligada trama paralela que nunca puede faltar en un thriller a la española. 

Y luego tenemos la otra trama, la de la niña y el novio maltratador, que tampoco falte nunca la dosis de violencia de género en un producto nacional, por favor. Luego pasa lo que pasa, que ganamos un Mundial de fútbol femenino y al final el evento pasa a la historia por un beso. Como dijo el poeta, por un beso de la flaca aquí liamos la traca. 

En fin, que la serie, a pesar de todos los despropósitos, cumple con su función de entretener, pero muy poco memorable, la verdad. Por cierto, tengo que decir que yo al tercer episodio ya tenía calado al asesino.  Y hasta aquí puedo contar.