Se cumplen 100 años del nacimiento de "La voz" (la auténtica, no el programa ese de mierda). Y hay que agradecer a Alex Gibney este homenaje que no deja de ser una canción de amor al cantante y también a la persona que fue, con sus luces y sus sombras, que por cierto no se obvian en absoluto. Habla él, pero también hablan sus hijos, sus mujeres, su familia, sus amigos, y hasta algunos de sus enemigos.
Pero por encima de todo están sus canciones y su voz. Y me ha encantado la forma en la que Gibney va paseando por la biografía del artista y la va recreando a través de sus canciones durante un único concierto. Canciones dedicadas a su juventud, a sus ambiciones, a su mujer, a sus hijos, a su historia demencial con Ava Gardner, a la guerra, al alcohol... Cada etapa de su vida tiene una canción y cada canción nos muestra a un Sinatra distinto.
Bueno y malo. Demócrata y republicano. Progresista y reaccionario. Machista y feminista. Frívolo y comprometido. Juerguista empedernido y padre. Borracho y sobrio. Un tipo controvertido que tocó el infierno y consiguió salir de él, pero que también tocó unos cuantos cielos que pocos han conseguido tocar. Un gran amante, un gran amigo, un mal marido, un padre regular, un artista inconmensurable, una vida intensa y apasionante.
Es difícil permanecer indiferente ante un personaje como Frank, para bien o para mal. Unos lo querrán, otros lo odiarán, pero es casi imposible no rendirse ante su indescriptible, imponente, celestial y mágica voz.
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