jueves, 2 de mayo de 2024

El caso Asunta (Miniserie de TV), by Ramón Campos

La verdad es que me ha sorprendido muy agradablemente esta serie. Empecé a verla como si de un crimen real más se tratara, con su morbillo y tal, y no ha sido así exactamente.

El caso ya de por sí se sale bastante de lo normal, porque aunque se trate de un crimen resuelto judicialmente quedan demasiadas lagunas que nunca quedaron claras. De hecho la sentencia de culpabilidad está tan cogida por los pelos, con unas pruebas tan circunstanciales y poco concluyentes, al menos en el caso de Alfonso Basterra, que de algún modo esperaba que la serie fuera  más esclarecedora. Pero no, la verdad es que todas esas dudas siguen ahí, y es cuando te das cuenta de que hay cierta posibilidad de que en este caso haya un inocente en la cárcel pagando por un crimen que nunca cometió.

Y es que los dos personajes, Rosario Porto y Alfonso Basterra, son tan fascinantes psicológicamente que, aunque no se hubiera cometido ningún crimen, solo estudiarlos a ellos y la extraña relación que mantenían da para 40 capítulos de un serial. Esa dependencia mutua, la incapacidad de Porto de solucionar ningún problema sin él, su inutilidad práctica para el día a día, el control absoluto de él sobre todo lo concerniente a la familia, a la niña, a la salud de su mujer... él le suministraba la medicación para la depresión, si no a ella se le olvidaba. Todos esos pequeños detalles de un día a día completamente anómalo son ya de por sí toda una historia, no sé si de amor, de desamor, de terror o de canibalismo. 

Y lo más terrible es que en ningún momento el espectador puede comprender el móvil de ese crimen. Ni apareció en el juicio por ninguna parte ni se revela en la serie. Y esto es lo que convierte esta historia en diferente a las demás. Porque en el género criminal es muy raro encontrar un asesinato a sangre fría sin un motivo claro, diáfano, que explique los hechos.  Esto es totalmente inexplicable, y en ninguno de los interrogatorios ni en el juicio ni en las conversaciones informales con abogados, policías y demás secundarios se vislumbra qué pudo llevar a esa mujer a matar a su propia hija.

Nada queda claro y todo sigue en las mismas tinieblas en las que concluyó el caso en su día. A estas alturas, con Rosario ya muerta (se suicidó en prisión) y Alfonso tan hermético como siempre, dudo que nunca sepamos por qué murió Asunta. Él sigue proclamando su inocencia, jamás ha reconocido su intervención, y además sigue hablando de su hija con una ternura solo concebible en un padre hecho polvo por una pérdida tan brutal. Puede fingir durante tantos años una persona?? Pues no lo sé, pero la duda sigue estando ahí. De hecho no ha disfrutado de ningún permiso penitenciario por no reconocer los hechos, que se dice pronto.

Cómo no terminar alabando el increíble trabajo de Candela Peña y Tristán Ulloa. Todo lo que diga es poco porque ya se ha dicho todo sobre la excelencia de ambos, cada cual dentro de la idiosincrasia de su papel. Obviamente el de Rosario luce más por la cantidad de tics y por el desequilibrio emocional del propio personaje, pero de verdad, Ulloa no desmerece en absoluto. También  hace un trabajo increíble Javier Gutiérrez en el papel del juez Vázquez Taín, uno de esos jueces estrella con tantos claroscuros como aristas personales. Consigue plasmar perfectamente el modo obsesivo con el que lleva la causa contra el matrimonio, convencido desde el principio de su culpabilidad. Todos los secundarios están magníficos, pero su papel es como más relevante por ese enfrentamiento personal con la pareja.

Creo que Ramón Campos y su equipo han reflejado con total fidelidad los hechos, y eso es muy de agradecer cuando se trata de recrear algo tan doloroso y tan reciente en la memoria colectiva. Han hecho un trabajo excelente. Y como punto final decir que me ha encantado el modo en que han retratado la repugnante carnicería mediática en la que se vio envuelto todo este asunto desde el minuto cero.

Y como no tengo absolutamente ninguna pega que ponerle, aunque me llamen demente le doy un sobresaliente.