Tengo entendido que Andrew Jarecki es un director de documentales al que un buen día le dio por meterse a glosar un crimen sin resolver en el que estaba envuelto un millonario americano bastante chifladillo.
El resultado es esta película de la que lo mejor que puedo decir es que me ha ilustrado sobre unas cuantas cosas, a saber:
1. Que puedes tener la malísima buena suerte de casarte con un rico pero que esté muy muy pirado.
2. Que, por mucho que cueste creerlo, Ryan Gosling puede llegar a dar bastante repelús.
3. Que me importa un pimiento lo que hagan los millonarios chiflados americanos con sus esposas cuando se hartan de ellas.
4. Que los hechos reales truculentos pueden resultar de lo más aburridos en manos de un director poco mañoso.
En fin, un trabajo bastante flojillo pero en el que cabe destacar las magníficas interpretaciones del susodicho bello entre los bellos Gosling, de la no menos bella Kirsten Dunst y de un secundario de postín como es el grandísimo Frank Langella.
Por lo demás, bastante prescindible.
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