miércoles, 28 de junio de 2023

Días mejores (Serie de TV), by Cristóbal Garrido

La serie parte de una buena idea: un grupo de personas que se conocen en una terapia de duelo. Quién no ha pasado alguna vez por la muerte de un ser querido? Siempre reconforta ver este tipo de productos dramáticos porque te sientes acompañada en el sentimiento. Pero la cuestión es que esa buena idea inicial va a desembocar, como era de esperar, en lo que desembocan casi todos los productos made in Mediaset, o sea, en una buena dosis de sentimentalismo barato, enredos amorosos (bastante previsibles) y situaciones absurdas de nula verosimilitud.

Desde un punto de vista narrativo, la elección de personajes no está mal, y en esto hay que felicitar al creador, Cristóbal Garrido. Son variopintos y su diversidad da bastante juego. Son cinco: una chica joven cuyo novio ha muerto y le ha pedido que se insemine de él para tener un hijo póstumo; una treinteañera que acaba de perder a su marido por muerte súbita; un músico argentino que vuelve para cuidar a sus hijos adolescentes cuando la madre de los chicos muere; un empresario bastante insoportable que también acaba de enviudar y que es odiado por sus hijas; y por último la terapeuta, interpretada por Blanca Portillo con su solvencia habitual. Ésta también tiene su propia historia de terror particular, que saldrá a la luz en uno de los episodios. En mi opinión la suya es la mejor historia, la más creíble y la que menos se presta al esperpento.

Confieso que nunca he asistido a una terapia grupal, por tanto no puedo hablar por experiencia, pero de lo que deduzco por la serie es algo bastante chorra. La gente va allí y cuenta cómo le va y el resto del grupo, empezando por la terapeuta, le dan consejos que parecen salidos de un manual de autoayuda, del tipo: tienes que perdonarte, tienes que hablar con tus hijos, si quieres puedes, tienes que empezar a vivir, con el tiempo te darás cuenta de que, no te machaques, sal con tus amigas... En fin, nada que no puedas leer tranquilamente en tu sofá por cinco euros, o incluso gratis en cualquier web de asesoramiento emocional.

Me imagino que el truco está, más que en las chorradas que se dicen unos a otros, en tener la sensación de que esa gente te comprende bien porque ha pasado por lo mismo que tú. De ahí que en la serie se establezcan rápidamente entre los personajes unos lazos amistosos, casi familiares, que en cualquier otra situación resultarían muy poco creíbles, dadas las distancias tanto sociales como culturales como de personalidad que los separan.

En fin, no voy a ser mala del todo, creo que se puede aprobar, porque la cuestión es que entretiene, que si podemos pasar por alto las situaciones más rocambolescas y vamos al meollo de la historia, lo cierto es que una puede identificarse con facilidad con uno u otro personaje en distintos momentos. También hay toques de humor que ayudan a tragar la pastilla. Y aparte de Blanca Portillo, una actriz que siempre eleva el nivel de cualquier producto, destaca también el trabajo de Francesc Orella, un actor de reparto habitual en ficciones nacionales, que aquí hace de empresario malafollá con bastante acierto, vamos, que el tipo consigue caer como el culo. El resto la verdad es que ni carne ni pescao, ni fu ni fa, ni chicha ni limoná. Ni cuadrao ni redondo, aprobao mondo y lirondo. 

1 comentario:

  1. Tengo que decir que el último episodio sube un montón el nivel, el desenlace de todas las historias me ha gustado mucho, pero no digo nada más porque sería espoilear, y ya sabéis que yo no hago esas cosas.

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