jueves, 11 de enero de 2018

Ida, by Pawel Pawlikowski

No es la primera vez que lo hago y siento repetirme pero es que cada vez que veo una de éstas no puedo evitar remitirme a los requisitos básicos para hacer una peli multipremiada. Sí, de ésas que ganan Oscar, Globos de Oro, Conchas, BAFTAS, Sundances y toda clase de de festivales a punta pala; de ésas con las que se corre de gusto Carlos Boyero.

Si hay por aquí alguien interesado en hacer un filme y garantizarse como mínimo un par de premios que apunte la receta infalible:

1. Diálogos casi nulos, que los personajes miren mucho y con los ojos muy abiertos pero que hablen lo justo. Es lo que yo llamo "El efecto búho". Si son mudos mejor, y si no lo son que hagan lo posible por parecerlo. Un par de frases cada 20 minutos es un buen promedio. Todo lo que sea pasarse de ahí pone en riesgo algún premio.

2. El blanco y negro ayuda muchísimo. No digo que sea imprescindible pero da como un toquecillo viejuno, clasicón. A los jurados les gusta muchísimo y a los gafapastas más. Siempre da la sensación de que las pelis sin color atraen solo a un público selecto, que la masa huye como de la mierda, y eso está guay para optar a un premio. Huir de lo comercial es básico, y el color, nos guste o no, vende. Hay muchísimas personas que preferirían morir a ver una película en blanco y negro.

3. Paisaje invernal, frío, desolador. Cuantos más escalofríos provoque mejor. Lo ideal es rodar en Siberia en pleno invierno, que traspasen la pantalla los  -20º. Que el espectador sienta la necesidad inmediata de taparse bajo 40 mantas y de poner la calefacción al máximo. Además tiene que dar mucha pena ver a los protagonistas moverse en un ambiente tan helado con apenas un abriguito de punto más bien pobre y raído. Y si son tías con medias de nylon y unos zapatitos de tacón, nada de botas de pelito ni mallas térmicas ni ningún otro material que se le parezca.

4. Miseria y fealdad.  Enlazando con lo anterior, cuanto más pobretones sean y más feúcha la ropa mejor. Las casas deben ser oscuras y poco acogedoras y los personajes de ésos que molesten a la vista. Me ha sorprendido mucho que en esta película las dos protagonistas no sean especialmente feas, incluso yo diría que la chica joven, Agata Trzebuchowska (menudo nombrecito, aunque este tipo de nombres  de difícil pronunciación también ayudan para los premios porque suenan muy raros y exóticos), es hasta mona, a pesar de la toca de monja, que no es un complemento muy favorecedor que digamos. También hay un chaval bastante guapete, pero intuyo que debe de ser el novio o algo del director porque ha arriesgado muchísimo metiéndolo ahí. Eso quita muchísimos puntos para obtener premios en festivales de prestigio. Menos mal que luego el resto de los personajes compensan estéticamente, sobre todo las monjas, que son feas a rabiar, como casi todas las monjas por otra parte.

En fin, Pawel Pawlikowski  (el nombre del director también es casi un reclamo en sitios como Cannes o San Sebastián; con ese nombre o te inflan a premios o es que eres rematadamente malo) se lo curra y cumple con casi todos los requisitos, y de hecho obtiene un éxito indiscutible. Se lo ha comido todo, incluído nuestro Goya a mejor película europea. Habríamos quedado fatal si no se lo hubiéramos dado, el prestigio de los Goya habría quedado por los suelos.

Por supuesto es obligado el aburrimiento, y puedo asegurar que viendo esta película el sopor llega a extremos estratosféricos. El número de bostezos por minuto es también un signo inequívoco. Este tipo de películas son estupendas para la gente que tiene algún oído taponado, se desentapona seguro. En este aspecto cumplen con una labor terapéutica importante que no se debe despreciar. Sólo por eso merece mis dos puntos.

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