lunes, 5 de marzo de 2018

Wonder Wheel, by Woody Allen

Veo esta película de Woody Allen con el temor de estar viendo quizás su último trabajo, su canto del cisne, y esto ha podido ser así sin él saberlo. Después de Wonder Wheel ha rodado otra película más pero en medio de esta oleada de puritanismo ejemplarizante que inunda el cine norteamericano las últimas noticias son que es probable que nunca vea la luz. Es algo que sinceramente nunca llegaré a comprender. Estamos hablando de un genio que ha sido juzgado y condenado, no por un tribunal, sino por una sociedad completamente enloquecida para la que la presunción de inocencia es un mero palabro que no significa absolutamente nada.

Independientemente de la inocencia o culpabilidad de Allen respecto a la acusación que pesa sobre él, a mí como espectadora lo que me interesa es su trabajo. No le pido que sea intachable moralmente, lo que no quiero es perderme una sola de sus películas, porque este hombre hace un cine que a mí me llega al alma y me provoca la risa y el llanto como el de ningún otro director. Y no concibo que ese talento pueda ser borrado de la faz de la tierra por una condena social sin ni siquiera haber pasado por un juicio justo ante un tribunal.

Si ésta ha sido la última película de Allen para mí sería una despedida a lo grande, con una tragedia de ésas en las que se plantean los grandes dilemas morales del ser humano.  Al más puro estilo de "Match Point" o "Delitos y faltas" pero con un tono mucho más teatral. De hecho es puro drama allenmaníaco.

La maravillosa interpretación de Kate Winslet como Ginny llena la pantalla. Su papel lo podría haber escrito perfectamente  Tennessee Williams, no tiene nada que envidiar a la Blanche de "Un tranvía llamado deseo", igual de desquiciada, igual de aterrorizada ante el triste espectáculo de su juventud perdida. Uno de esos personajes femeninos que Woody clava y que pasarán a la historia del cine, como su Jasmine o su Annie Hall.

Me quedo con la escena del monólogo final de Ginny ante el espejo. Sencillamente inolvidable.

Y en clave más ligera con la charla del amante socorrista con su amigo filósofo en la que intenta discernir cuáles son sus verdaderos sentimientos hacia Ginny y hacia su hijastra. Un auténtico pozo de sabiduría alleniana.

No sé lo que este hombre habrá hecho en su vida personal pero lo que es capaz de hacer en el cine es pura magia.

Y sólo por eso yo me rindo una vez más ante su talento y su genialidad. Bravissimo, maestro!

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