lunes, 15 de enero de 2024

Esto no es Suecia (Serie de TV), by Aina Clotet

Pensaba hacer una crítica demoledora de este extraño producto a medio camino entre la tragicomedia costumbrista y el esperpento. 

Pero a última hora me lo he pensado mejor y creo que voy a ser pelín magnánima porque le veo dos utilidades importantes: 

1. Será reconfortante para los padres que estén en plena crianza porque es imposible ser más mantas que la pareja protagonista.

2. Es de hecho reconfortante para personas que, como yo misma, ya hemos superado la etapa de la crianza y hemos conseguido sacar adelante a nuestros vástagos sin pasar la mitad de calamidades que pasan los dos capullos estos.

Ya, ya sé que la idea es hacer una parodia de lo que es la maternidad y la paternidad en los tiempos que corren. No se me escapa el sarcasmo y la ironía de los guiones ni tampoco la pretensión de caricaturizar e hiperbolizar la realidad.

Pero de verdad, es que la pareja que componen Aina Clotet y Marcel Borrás (pareja además en la vida real, qué horror!) da tantísima grima que no puedo evitar sentir muchísimo rechazo. En ningún momento me inspiran simpatía ni ternura, son odiosos de principio a fin. Ese giliprogresismo de baratillo del que hacen gala yo lo he visto en la realidad, y hay un trasfondo cuasi religioso detrás de él.

Es que veo claramente que ellos son así. Que vale, que pretenden reírse de cómo son, y eso dice mucho a su favor. Pero es que convertir el hecho de tener hijos en algo así como un tetratlón, algo imposible de superar salvo que se sea superhéroe y se esté megaentrenado, es muy cansino. 

A los que hemos criado a nuestros hijos con las lógicas dificultades de compatibilizar trabajo y familia, y a veces incluso estudios, oposiciones, etc., y no vemos en ello ninguna clase de hazaña, de verdad, esta gente que cree que poco menos que está descubriendo la piedra filosofal nos toca un poquito el sisilisco. Ya está bien de tanto pego y tanta tontería. Esta generación de treintañeros recién estrenados en la paternidad destila un victimismo que da mucho asquito. 

Por no hablar de que estos además, para más delito, son pijiprogres de la burguesía catalana, jóvenes adinerados, bien situados, con profesiones liberales y suficiente dinero en el banco como para poder montárselo como Dios. El tío se dedica a la robótica y se puede permitir dejar de trabajar y dedicarse a los niños porque ha cobrado la patente de un videojuego o no sé qué chorrada. La tía, de un petardo infumable en su totalidad, decide montar una empresa no lucrativa, de cooperación al desarrollo. Cómo no, no podía faltar una ONG como telón de fondo. Es que ya la idiosincrasia de tales personajes haría vomitar a las cabras.

Creo que la mejor descripción del asquito que dan se ve en el episodio inaugural, cuando ella va a comprar unas alfombras a un pueblo africano y se la ve negociando con las mujeres del pueblo (mujeres racializadas, que dirían ellos). La conversación entre las señoras artesanas es bastante ilustrativa de lo que piensan de este tipo de gente: "Cuéntale rollos muy tristes, que así les sacas más."

En fin, cero empatía hacia los personajes, ni siquiera en su condición paródica. Sobre todo porque no me termino de creer esa condición, particularmente porque es muy evidente la empatía de los realizadores hacia ellos. Pobrecitos, es que están muy perdidos. Nooooo, no están perdidos, es que son gilipollaaaaaaas!!!!

Lo dicho, la parte buena es que subirá la moral de todos los que le echan mucho menos cuento a esto de la crianza y sobreviven a esta etapa sin tantos aspavientos. Si a veces te sientes una mierda como madre o como padre no te pierdas a estos dos lerdos. Será tu mejor terapia. Al lado de esta chalada cualquier madrastra es un hada.

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