lunes, 8 de enero de 2024

La sociedad de la nieve, by J. A. Bayona

Fui en su día rendida admiradora tanto del libro "¡Viven!" como de la película a la que dio lugar. Es sin lugar a dudas de esas historias que marcan profundamente a las personas. Me aprendí de memoria las fotos que aparecían en el libro, fotos emblemáticas que tanto en aquella película como en esta de Bayona son calcadas en distintos fotogramas. No puedo decir que visualmente no se refleje fielmente el recuerdo que yo tenía en la mente.  

A lo largo de los años he seguido con interés entrevistas y documentales sobre la tragedia de los Andes. El instinto de supervivencia de estos chicos junto con su profunda religiosidad, el conflicto que para ellos suponía tener que alimentarse del cadáver de sus compañeros muertos, es de los dilemas morales más complejos que puede hacerse el ser humano.

No puedo reprochar a la película de Bayona absolutamente nada en cuanto a maestría técnica y espectacularidad. Como ya sucediera con las imágenes del tsunami en "Lo imposible", el impacto visual del accidente aéreo es innegable. Pocos directores ruedan con tal derroche de recursos y con tal perfección este tipo de escenas brutales. Pero es que para mí ese es el único aporte de la película, todo lo demás me deja casi tan fría como las nevadas montañas que constituyen el escenario de la tragedia.

Estaba muy bien predispuesta para dejar mis emociones fluir viendo esta nueva versión de la historia. Ya había oído hablar de la espectacularidad e incluso había visto algún trailer.  Y me disponía a revivir todo lo que sentí hace años leyendo el libro o viendo la anterior película. Sabía perfectamente que esta versión partía de otro libro, así que no se podía hablar propiamente de remake, sino más bien de puntos de vista diferentes. Sabía también que aparecían cameos de los verdaderos Nando Parrado, Roberto Canessa y Carlitos Paéz, y por todo ello tenía muchísimas ganas de verla.  Por otro lado las críticas que había leído eran fervientemente admirativas.  Sin embargo tengo que decir que a mí no me ha llegado en absoluto como esperaba.

No niego que sea muy de alabar que los intérpretes sean uruguayos, al igual que los protagonistas de los hechos. Eso le da realismo, sin duda alguna, pero también hace que se pierdan muchos matices de los diálogos. Hay algunos que prácticamente no se entienden nada. No tengo nada contra el acento uruguayo pero le pasa como al andaluz (y que nadie se moleste porque yo soy andaluza), que para el no hablante de esa variante lingüística es muy difícil de seguir. 

En cuanto a las interpretaciones son también irreprochables. Si acaso destacaría la de Agustín Pardella, impecable en el papel de Nando Parrado, que es uno de los personajes más complejos de la historia, en principio porque empieza siendo víctima al perder a su madre y hermana en el accidente y termina siendo el líder del grupo. Sin embargo, a excepción de él, de Roberto Canessa y del narrador, el resto de los personajes quedan muy difuminados. Son como el coro, no tienen entidad propia. Cuando al final salen junto a las fotos de los supervivientes es difícil que el espectador pueda recordar apenas sus nombres, tal es su falta de esencia. Lo cual me parece bastante injusto porque aunque haya unos protagonistas que destaquen por su especial aportación los demás también estuvieron allí como individuos y no como meros miembros del grupo.

Finalmente decir que me han sobrado bastantes de las reflexiones del narrador, que me han sonado un pelín a libro de autoayuda. Creo que la sola visión de la inmensidad de esas montañas en las que estaban perdidos y abandonados a su suerte los muchachos era suficiente para captar el dramatismo de la historia. Esa voz en off cavernaria y de ultratumba tenía la peculiaridad de ponerme muy nerviosa porque me distraía de las emociones que despertaban las imágenes.

En definitiva, en mi opinión muy sobrevalorada. Mucho alarde visual pero me he quedado igual.

No hay comentarios:

Publicar un comentario