domingo, 26 de marzo de 2017

La chica del tren, by Tate Taylor

Terminé ayer de leer el libro de Paula Hawkins y estaba loca por ver la peli. La novela es un best-seller típico, con mucho suspense y gran capacidad de enganche. No está mal escrito de todas formas, tiene una fórmula que casi garantiza el éxito: una intriga relatada desde tres puntos de vista, tres mujeres que tienen un vínculo entre sí, y con muchos saltos en el tiempo. Y aunque es una novela aparentemente muy cinematográfica a la hora de la verdad la adaptación es difícil porque siempre es complicado trasladar al cine la complejidad de una trama novelística.

No acostumbro a comparar versiones literarias y cinematográficas porque creo que son dos lenguajes totalmente diferentes. Sin embargo en este caso he leído el libro y visto la película con tanta cercanía temporal que no puedo evitar haberme sentido impresionada por el excelente trabajo de adaptación que ha llevado a cabo Tate Taylor.

Mis felicitaciones más entusiastas al guionista. Capta perfectamente la desesperación de Rachel por no poder recordar, su angustia por las lagunas mentales que no le permiten ver con claridad qué ha ocurrido, qué ha visto, qué ha hecho ella. Capta la confusión de Megan, sus contradicciones, sus miedos... Y capta la angustia de Anna cuando empieza a comprender que su vida no era tan idílica como ella creía.

Todo esto ocupa muchas páginas en el libro y está relatado de una determinada manera que en la adaptación cinematográfica tiene por fuerza que comprimirse en X escenas. Y a mí ese proceso de compresión me ha parecido excelente. Magistral incluso.

Por último destacar a Emily Blunt en el papel de la alcohólica Rachel. En la novela el personaje es un auténtico despojo humano y físicamente está descrita como lo peor de lo peor, lo que es una persona deteriorada al máximo por el alcohol. Lo que es asombroso es que Blunt, una tía preciosa, consiga sin muchos aspavientos que se vea en ella esa degradación física que está tan perfectamente descrita en el libro.  Muy buen trabajo, Emily.

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