Jaco Van Dormael dirige y escribe esta divertidísima producción belga que se sitúa a medio camino entre la parodia, el surrealismo, el universo flowerpower de Ameliè y la irreverencia de los Monty Phyton. La peli no tiene desperdicio de principio a fin.
Ese Dios cervecero, hijodeputa, maltratador, pendenciero, cabronazo y para más inri belga (fantástico Benoît Poelvoorde), que se divierte planificando catástrofes naturales, guerras terribles, líos entre los humanos, tragedias de toda clase y putadas de todos los colores.
Esos monólogos impagables de su hija Ea contando al espectador lo pedazo de cabrón que es su padre. Geniales las charlas de Ea con su hermano J. C., que años atrás huyó de casa y se juntó con doce apóstoles para intentar paliar en lo posible el mal hecho por su padre.
Esa madre medio lela aficionada a coleccionar cromos de béisbol.
Ese momento de rebeldía en el que Ea revela a todo el mundo vía móvil la fecha de su muerte para joder a su padre y para que la gente haga con su vida lo que quiera, ya sabiendo cuándo va a morir.
Ese vagabundo semianalfabeto que será el encargado de escribir el nuevo Nuevo Testamento.
Y luego esos seis apóstoles que faltan para formar los 18 del equipo de béisbol:
1. Esa chica guapa sin brazo. Fantástico el baile de la mano de silicona.
2. Ese ejecutivo que sigue a una bandada de pájaros.
3. Ese obseso sexual que se encuentra en el doblaje de una peli porno a la chica de la que se enamoró de pequeño en la playa.
4. Ese asesino enamorado que ya no quiere matar.
5. Esa señora rica que se prenda de un gorila.
6. Willy, el niño que quiere pasar los últimos días de su vida siendo niña.
Lo mejor:
- Las historias de amor: El asesino y la bella, Ea y Willy, el obseso y la actriz de doblaje, la señora y el gorila, el ejecutivo arrepentido y los pájaros…
- Bueno, y el personaje de Kevin, el chaval al que le quedan 64 años de vida y al saberlo se dedica a tirarse de rascacielos y de aviones porque sabe que no va a morir. Buenísimo.
En mi opinión lo único que le sobra es algo de flowerpowerismo; se pasa un poco, pero incluso ese exceso no consigue deslucir un guión tan completo y tan lleno de matices. Por cierto, cuando la madre de Ea pinta el cielo de flores parece talmente un anuncio de compresas.
En resumidas cuentas, una película muy divertida pero que también da que pensar. No estoy yo demasiado segura de que el Dios supuestamente auténtico del que nos han hablado toda la vida no sea igual o aún más hijodeputa que este Dios belga. Se admiten apuestas.
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