jueves, 13 de agosto de 2015

Tres colores: Azul, by Krzysztof Kieslowski

"Azul" tiene dos cosas por las que merece la pena verse: la cara de Juliette Binoche y la música de Zbigniew Preisner. Punto y pelota.

Ya sé que habrá quien diga: "Claro, tú eres un cardo borriquero, un callo malayo, un grano en el culo de la cinefilia, y como tienes la sensibilidad en el idem, no eres capaz de apreciar los matices, la belleza y la intensidad metafórica del gran Kieslowski".

Pues mira, no te digo yo que no. Es verdad que me pierdo mucho con este hombre. Por ejemplo, no entiendo muy bien por qué en su trilogía sobre los colores de la bandera francesa ha elegido el azul para representar la liberté. En cambio sí he entendido perfectamente que lo elija como símbolo de la infinita tristeza de la protagonista (no en vano en inglés azul y tristeza vienen a ser la misma cosa). Tranquilos, que esa metaforilla la he pillado.

Y también soy capaz de apreciar la belleza de las imágenes, la exquisitez de la fotografía, ese fondo azul casi permanente que se mezcla con la intensidad dramática de la música de Preisner y encoge el corazón al más pintado. Qué es lo que no entiendo entonces? Pues no entiendo lo fundamental: la historia. Y eso en cine es letal.

Quiero decir que qué clase de mujer pierde a su marido y su única hija en un accidente y, en lugar de suicidarse o darse a la bebida o pillarse una depresión del carajo, se muda a otro barrio y decide dedicarse a "no hacer nada"? Ni una borracherilla para olvidar, ni una salida de tono, ni un grito de dolor... nada. Efectivamente el personaje no hace nada. Al menos nada de lo que sería de esperar en un caso así.

Yo esto lo veo más como un videoclip superchulo que como una peli. La protagonista tira a la basura una partitura sobre fondo azul. Luego se come un caramelo con envoltorio azul. Después se pasea por todo París con una lámpara de cristales azules, no sin antes haberse follado al ayudante de su difunto marido en una habitación azul. Y de vez en cuando, para desfogarse, va a nadar a una piscina... a que no adivináis de qué color?

Bonita es bonita que te cagas. La música, brutal, ole los huevos de Preisner. Binoche guapa y estilosa hasta decir basta. Pero... por qué no consigo creerme nada de las historias que cuenta este hombre? Por qué no siento que esa muchacha de verdad se esté muriendo de pena?

Igual es porque cuesta creer que una tía pretenda olvidar una gran tragedia personal simplemente cambiando de barrio y dedicándose al ocio absoluto, y que la tía siga paseándose por la vida igual de estilosa, monísima e ideal, con un corte de pelo supermoerno de la muerrrte y sin un solo trasquilón, unos modelazos impresionantes y sin faltarle un detalle a su maquillaje.

Alguien ha visto alguna vez a una persona real que ha perdido a un marido y a un hijo? Desde luego Kieslowski no.

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