viernes, 13 de enero de 2012

The Boxer, by Jim Sheridan

Jim Sheridan es un director que me provoca sensaciones contradictorias. Cuando sus películas tratan de Irlanda y de los irlandeses me conmueve hasta el tuétano pero en su etapa americana, cuando le sale la vena yanqui, me parece un majadero total.

También puede tener mucho que ver que en su filmografía irlandesa cuenta casi siempre con la inestimable colaboración de Daniel Day-Lewis, que es un pepino de actor y que contribuye con su sola presencia a elevar a los altares cualquier película. Vaya desde aquí mi más rendida admiración hacia ese pedazo de monstruo de la interpretación.

En "The Boxer" Sheridan vuelve a tocar el tema del IRA, como ya hiciera con "En el nombre del padre", en una historia que tiene mucho de compromiso personal pero también de reflexión sobre el odio, la opresión y el miedo. La paradoja es que el boxeo, un "deporte" que es pura violencia, aquí representa justo el contrapunto de esa violencia. Es la salida, la única vía de escape de los personajes, la salvación.

La película toca especialmente la fibra en tanto que vivimos en un país también azotado por el terrorismo, y en un momento igualmente delicado en el que hay quien apuesta claramente por la superación de las diferencias y por la paz y hay quien sigue empecinado en mantener el odio a toda costa. Es exactamente la situación que se narra en la película. Y cómo suena el lenguaje! El "conflicto", "las familias de los presos"... Casi podríamos ponerles nombres y apellidos vascos a los personajes.

Probablemente no soy nada objetiva en esta crítica porque mi apuesta personal es la misma que la del boxeador, y la misma de Sheridan. Me cuesta entender que haya gente que quiera continuar aferrada a la violencia y al rencor, con todo el daño que ya han hecho.

Y que no me digan que eso es porque no soy vasca y no entiendo el famoso "conflicto", porque hay muchos vascos que piensan como yo, que ya está bien y que quieren vivir tranquilos. Creo que la inmensa mayoría. Casi siempre son sólo unos pocos los que no nos dejan a los demás vivir en paz.

Ah, y por si hubiera suspicacias, pienso lo mismo de las rencillas guerracivilistas y de la obsesión de algunos por remover la mierda. Si decidimos perdonar y echar borrón y cuenta nueva, eso vale para todos y para todo, no sólo para lo que nos interesa.

Ojalá el mensaje de esta película le llegara por ciencia infusa a todo el mundo. Anda que no cambiarían muchas cosas!

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