martes, 3 de enero de 2012

Dulce pájaro de juventud, by Richard Brooks

Mezclamos en una cocktelera a Tennessee Williams, Paul Newman y Geraldine Page con una historia a medio camino entre "La gata sobre el tejado de zinc", "Crónica de una muerte anunciada" y "El crepúsculo de los dioses"; agitamos enérgicamente y... voilà, tenemos "Dulce pájaro de juventud".

O lo que es lo mismo: estrella de cine en el ocaso de su carrera, chulazo buenorro ávido de fama, magnate local corrupto y sin escrúpulos, novia joven, inocente y locamente enamorada... y mucha mala leche por todas las partes menos por una. Añadir alcohol, drogas, sexo, poder, y hemos completado el pack. A que la cosa promete?

Pues sí; promete y cumple. Las ambiguas relaciones entre los personajes van evolucionando a lo largo de la historia hacia una tensa claustrofobia que domina todo el guión. La actriz decrépita y alcohólica se enamora y se desenamora por momentos del chulazo que a ratos la utiliza y a ratos se compadece de ella. Los demás son sólo una comparsa en esta apasionante y sórdida relación de intereses a veces comunes y a veces contrapuestos.

Qué falla? Pues algunas interpretaciones claramente desmesuradas, como la del magnate interpretado por Ed Begley, y un cierto regustillo hiperglucémico en algunos diálogos, pero están perfectamente compensados por esos otros ácidos y geniales entre Page y Newman, que son probablemente lo mejor de la película.

Ah, que no se me olvide: la banda sonora, una maravilla. Sólo comparable a la gran maravilla mundial llamada "Newman".

Para terminar, una frase patética de Tennessee Williams para el recuerdo: "La gran diferencia entre la gente no está entre ricos y pobres o entre buenos y malos, sino entre los que supieron amar intensamente y los que jamás lo lograron porque no conocieron el amor." Y un cuerno! No te lo crees ni tú.

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