miércoles, 19 de marzo de 2014

Pudor, by Tristán y David Ulloa

A ver, a ver qué me pido para esta noche. Uyys, mira, en la 2, en “Versión española”, ponen una española que tiene buena pinta. Guay, y además con tertulia incorporada. Y por la sinopsis parece chula: “historia sobre los deseos, obsesiones, secretos y miedos que no confesamos ni siquiera a quienes más queremos… Al igual que ocurre en muchas familias, los personajes sufren la peor de las soledades: la soledad en compañía”. Qué bien, ésta es de las mías, me la pido.

Pues sí, efectivamente, deseos, obsesiones, secretos y miedos hay a puñados en esta familia. Una familia triste, tortuosa, tensa e intensa. Lo que pasa es que de tan intensa y tan tensa y tan triste y tan tortuosa no hay quien se la crea. Luego en la tertulia posterior David Ulloa confiesa que tal vez se pasaron un poco de vueltas. Un poco no, David, os pasásteis siete pueblos.

Qué familia, madre mía, a cuál más perjudicado. Desde el niño, que ve fantasmas, a la madre, que recibe anónimos guarros, no hay por dónde pillar a ninguno. Qué penosos, qué mohínos, qué mustios, qué cabizbajos, qué compungidos, qué atormentados todos. Pues sí, David y Tristán Ulloa, os pasásteis siete pueblos. Menudo dramón.

Dice también Tristán Ulloa que retratan a una familia en un momento determinado en el que todos sus miembros están en crisis. Vale, pues igual ahí está el error. No existe esa familia; en todas las familias hay situaciones críticas de alguno o algunos de sus miembros, pero de todos a la vez… No jodas, tío. Eso no es una familia, es una puta pesadilla.

Eso sí, Elvira Mínguez está estupenda en ese papel en el que ya parece haberse especializado de mujer infeliz, torturada y sexualmente insatisfecha. Por cierto, por qué será que esta mujer sale masturbándose en casi todas sus películas. O delante del ordenador, o en un retrete público o donde le pille, pero el caso que el dedito no falla. Frente a ella, Nancho Novo se queda bastante cortito, tal vez porque las tribulaciones de su personaje le superan.

En definitiva, lo que pudo haber sido una buena historia sobre la incomunicación en el seno de la familia termina en esperpento por obra y gracia del tremendismo y la visión hiperbólica de los hermanos Ulloa, cosa que por otra parte ellos mismos reconocen al ver la película con la perspectiva que da el tiempo. Al menos tienen ese punto de lucidez.

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