miércoles, 3 de septiembre de 2014

Aquí y ahora, by James Ponsoldt

Se ve que a James Ponsoldt, que en su momento me gustó bastante como director en "Tocando fondo", el tema alcohólico le llama, porque es una constante en sus películas. Aunque sea, como en este caso, en plan rollo morollo.

En cambio, a Shailene Woodley, la multipremiada petardilla repelente de "Los descendientes", yo aquí la veo para Oscar. Lo que son las cosas. Porque vamos a ver, la chica hace lo que puede para salvar con su presencia rotunda y solvente esta pegotada, a pesar del pasteloso papel que le ha tocado, que se tira la pobre media película diciendo "cariño" y "mi amor".

Supuestamente la cosa va de alcoholismo adolescente, pero a mí me ha sonado a moralina barata desde el minuto cero, cuando apareció por primera vez la petaquilla saliendo del oculto bolsillo de la chaqueta del prota. Vamos a ver, las petaquillas son una chulada, son cuquis, molan en plan "mira lo que teeeeengo". Pero hosssstias, ningún alcohólico de pro lleva una petaquilla a ninguna parte, que es que, además de cantar un huevo, como mucho da para un par de cubatas, y eso con suerte. Pero qué clase de alcohólico de mierda es ése?

Es que es muy cutre. Cualquiera, cuando va a un concierto o a una fiestuqui pobretona lo que se agencia es una botella de agua o una de coca-cola para llevar por lo menos para cuatro copazos. Y quien dice cuatro dice tres y un chupito. Pero qué clase de alcohólicos de pacotilla son estos tíos?

En fin, aquí el amigo alcohólico se pasa la vida sacando la petaca y una piensa: cuándo la rellena, si el tío está todo el día dale que te pego. Porque las petacas no se van rellenando solas conforme te vas hincando su contenido. Y si eres un alcohólico medianamente serio ese contenido te lo pules en un par de horas como mucho, y eso si eres un borrachuzo en ciernes, que uno ya maduro y formado se lo pule en menos de media hora.

Vamos, que no me creo nada. Que el tío, más que borrachete, parece meramente gilipollas sin más. Y que la mayoría de los diálogos sí que parece que están escritos bajo los efectos no ya de una botella de whisky, sino además de varias setas alucinógenas y por lo menos media docena de canutos. Un bodriazo, en definitiva.

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