viernes, 2 de octubre de 2015

Mistery Train, by Jim Jarmusch

Decidí ver esta película, a pesar de estar sospechosamente catalogada como “de culto”, por su título. La palabra “train” tiene para mí cierto magnetismo evocador que hace que me sea imposible resistirme a su encanto.

Craso error el mío: el tren solo sale un momento al principio de la primera historia y otro momento al final de la tercera. Así que me he tragado este truño infumable completamente en balde.

En fin, por si alguien tiene curiosidad, cuento lo que he visto:



DOS JAPOS EN MEMPHIS

Una pareja de japos viaja a Memphis para recorrer los lugares más emblemáticos de la ciudad. Ella charla mucho y él casi nada. Cuando se cansan de dar vueltas cogen una habitación en un hotel muy cutre. En un momento dado ella le pregunta: “por qué no eres feliz, por qué nunca sonríes?”. Y él contesta: “sí soy feliz, ésta es mi cara”. Entonces ella se pinta los labios de rojo, le da un morreo y él se queda con boca de payaso. Y ella le dice: “Ahora sí sonríes”. Luego echan un polvo.

UNA ITALIANA EN MEMPHIS

Una italiana viaja con un ataud donde reposan los restos de su marido. Llega a Memphis y se sienta en un bar a tomar un café. Un tipo se le apalanca y le cuenta una historia sobre el fantasma de Elvis. La italiana le da 20 dólares para que se vaya y la deje en paz. Luego se pilla una habitación en el mismo hotel cutre de los japos y decide compartirla con una desconocida que no para de hablar. Las dos escuchan a los japos follando en la habitación de al lado, y por la noche a la italiana se le presenta el fantasma de Elvis.

TRES SUBNORMALES EN MEMPHIS

Tres tontos muy tontos se pillan una papa en Memphis y al más tarado de los tres se le cruzan los cables y le dispara a un tipo en una licorería. Luego empiezan a dar vueltas por la ciudad y cuando se cansan de hacer el imbécil se van al mismo hotel cutre de los japos y la italiana y allí duermen la mona.




Y básicamente ésta es la triste chorrada que se le ha ocurrido a Jim Jarmusch para quedarse con el personal y perseverar en su condición de director de culto. Conste que no he contado nada esencial que no se diga en todas las sinopsis, entre otras cosas porque es que en la película no pasa nada.

Naturalmente una mamarrachada como ésta tenía que pasar ipso facto a la categoría de película de culto, como no podía ser menos teniendo en cuenta la cantidad de capullos que hay por ahí dispuestos a venerar, reverenciar e idolatrar la primera mierda que se les ponga por delante.

Personalmente ya le he echado la cruz al tipo este. Una vez he caído y se me puede tachar de ingenua; la segunda vez ya sería para darme una paliza. Desde aquí me limito a advertir a los pobres ingenuos como yo para que no sufran ni la primera.

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