Esta es una película difícil de clasificar en cuanto a género.
Está claramente dividida en dos partes totalmente contrapuestas:
1ª parte: comedia, felicidad, amor, risas, vino, rosas...
2ª parte: drama, tristeza, desamor, llantos, hiel, espinas...
Y un coro muy divertido en la primera parte y muy trágico en la segunda.
Pero qué pretende decirnos Noémie Lvovsky?
Cuál es el mensaje de esas dos partes tan contrapuestas?
Pues pura moralina. Básicamente se podría resumir en:
1. La infidelidad siempre tiene un precio, y es caro.
2. Después de las risas siempre llega el llanto.
3. Todas las rosas tienen espinas.
4. Gozar es malo, pecado mortal. Y se paga.
Pero claro, planteado así estaba cantado. Si te enamoras de tu vecina y ella y tu mujer son amigas y tú y su marido sois amigos... eso va a terminar como el culo. Se ve venir, hombre.
Sin embargo yo para animar al personal más pendoncete tengo un mensaje positivo sobre la infidelidad y la dolce vita. Unos cuernos no tienen por qué terminar en tragedión griego si te lo montas bien, con sabiduría y savoir faire.
Pero criatura, vete un poquito más lejos, imbécil. No te líes con la vecina, ni con la niñera de tus hijos, ni con la amiga de tu mujer, ni con tu cuñada, pordiossssss. Líate con alguien que te convenga, que no te comprometa, que no vaya a joderte la vida y que te garantice un final feliz para ese maravilloso y estimulante romance. Si no quieres terminar como acaba en esta peli el pobre y patético Jean-Pierre Bacri (por cierto, fantástico actor) sé infiel, pero mira con quién, hombre.
Y quien dice hombre, dice mujer. Que estos sabios consejos valen indistintamente para todos los sexos y tendencias. Que luego me tachan por ahí de machista y algunos hasta de machorra.
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