Estaba zapeando y totalmente por sorpresa me topé con "Mujercitas". Agradable sorpresa, debo añadir, porque no podía habérmela encontrado más a destiempo. En Semana Santa "Mujercitas"! Un imposible, un sindiós. Qué será lo siguiente? "La pasión de Cristo" en Nochebuena?
Como muchas otras personas de mi edad y de edades colindantes, para mí las Navidades siempre han estado vinculadas a "Mujercitas". Me encantaba, me quedaba embobada viendo una y otra vez la historia, aunque ya me la supiera de memoria. Y lloraba como una descosida cuando veía a esas niñas desviviéndose por su madre y adorando a su padre ausente. Que era ñoña? Pues sí, pero es que entonces yo era igual de ñoña, así que no es de extrañar que me gustara tanto.
Pero lo realmente alucinante es que mil años después, en pleno siglo 21 y ya curada de todo resto de ñoñez, yo esté zapeando y me encuentre esta película y sea incapaz de apretar el mando para quitarla. Que lo agarre una y otra vez con ánimo de largarme a otra parte y que no pueda, que siga igual de embobada que cuando era un moquillo.
Nostalgia de esos tiempos felices y despreocupados de la niñez, muy probablemente. Pero me sigue fascinando ese paisaje nevado que contrasta brutalmente con la calidez que reina en el hogar de Meg, Jo, Amy y Beth. Y me importa un pimiento que Meg sea la caricatura de la tontería femenina, y Jo la caricatura de un machopingo, y Amy la caricatura de la frivolidad y Beth la caricatura de la moñería. Incluso me da igual que una inconmensurable actriz como Elizabeth Taylor haga probablemente el papel más tonto de su vida.
Mervyn LeRoy hizo un trabajo muuuuuy bueno. Tan bueno que hasta un cardo borriquero como yo, que huye del sentimentalismo barato como de la peste, sigue enganchada a esta historia que no tiene nada que ver con la vida de hoy en día; que es como un cuento de hadas, irreal e imposible.
Pero qué bonito cuando creía que el mundo era así y que la bondad era el estado natural del ser humano. Ayyyyyy, nostalgia, puta nostalgia!
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