jueves, 6 de junio de 2013

El dilema (The insider), by Michael Mann

Una gran película de Michael Mann. Certera, tensa, extensa, impecable en su desarrollo e intachable en su estética. Una banda sonora memorable. Y un duelo interpretativo de díficil resolución; no se sabe si es mejor Pacino o Crowe. Personalmente me quedo con el segundo, que para mí es un actor mucho más versátil. Pacino en el fondo siempre hace lo mismo: se mueve todo el rato de un lado para otro haciendo muchos aspavientos y de aquesta pose igual te hace de mafioso que de policía que de periodista, como en este caso.

El argumento supongo que ya lo sabéis. Basado en hechos reales, es la historia de un periodista y su fuente, un científico que saca a la luz el uso por parte de las tabacaleras de sustancias fuertemente adictivas muy peligrosas para la salud cuyo principal objetivo es acelerar el proceso de dependencia al tabaco. La tabacaleras quedan como el culo y este señor como un héroe que, tras una ardua lucha consigo mismo, resuelve su dilema y revela al mundo el gran secreto.

Mi problema es que yo en este contencioso voy con las tabacaleras. A ver, no es que considere que son unas hermanitas de la caridad, ni mucho menos; pero el tabaco es un negocio y estos tíos hacen lo que pueden, y sobre todo, "lo que les dejan" para rentabilizar al máximo su negocio. Y ahí está el quid de la cuestión, en ese "lo que les dejan". Porque queda claro que lo hacen porque hay alguien que les deja hacerlo.

Yo eso es lo que no entiendo. Cómo, tras salir a la luz el uso de esas sustancias peligrosísimas en un producto de consumo masivo, los gobiernos siguen permitiendo su venta tan ricamente. Pones un negocio de hostelería o de venta de alimentos y tienes un día sí y otro también a los inspectores ahí para comprobar que no te has saltado la menor norma de higiene en el trabajo, pero llegan éstos, le meten veneno a mansalva a su producto... y ahí no entra ni un inspector, tú. Ya le pueden meter matarratas, que como es un negociazo vía impuestos, les dejan que vendan legalmente y sin el menor obstáculo la mierda que les dé la gana. Y los malos de la película son las tabacaleras? O por lo menos, son los únicos malos?

Y luego está "la pobre víctima", el fumador.  Porque no olvidemos que todo este asunto tenía como finalidad última el terminar culpando a las tabacaleras de los cánceres que su producto provoca. Todo el mundo sabe a estas alturas que el tabaco es una droga fuertemente adictiva, que lleva sustancias peligrosísimas y supercancerígenas destinadas a que la nicotina llegue antes al pulmón y lo machaque con más brío. Y la gente sigue fumando igual. Desde cuándo nadie se ha echado para atrás al consumir una droga porque conozca los peligros que puede correr.

No, mire usted. Yo he sido fumadora un montón de años y un buen día me harté de ser esclava de un cacho de mierda liado en papel y de dar besos con sabor a cenicero, y lo dejé. Y jamás he echado la culpa a nadie de mi vicio; fui adicta porque me dio la gana y dejé de serlo cuando me dio la gana. Yo soy la única responsable de las consecuencias que mi adicción tuviera o pudiera tener en el futuro sobre mi salud, y abomino de todo intento de culpar a nadie más de lo que yo he hecho porque he querido y cuando he querido.

Y por eso esta película, por muy impecable que cinematográficamente pueda ser, que lo es, me parece falsaria, deshonesta y tramposa. Lanza un mensaje peligrosísimo al espectador: no te preocupes, no es culpa tuya que fumes tres cajetillas al día de esa porquería que te metes en el cuerpo; la culpa es de los hijosdeputa que te han creado la adicción en contra de tu voluntad. Tú no sabías, tú no querías, tú eres un buen chico. Y un cuerno! Puede que ese mensaje valga en una sociedad infantiloide como la norteamericana, pero conmigo no cuela. Qué coño!!!!

3 comentarios:

  1. No me gusta esta crónica pues se va por las ramas y opina demasiado en un asunto ya muy trillado, cuando lo que tenía que hacer es haber desarrollado el párrafo inicial respecto de una obra maestra del cine reciente. Una película que analizada bajo cualquier punto de vista es perfecta en su ejecución formal y de fondo. Un clásico moderno que lo tiene todo. Por cierto, siempre me quedaré con Pacino, uno de mis actores fetiche, si bien llevas razón pues suele repetirse, pero es que si lo escuchas en versión original es tío es impresionante. Me gustaría que vieras Éxito a cualquier precio, en la que tiene un monólogo espectacular y en la que también está Lemmon, uno de tus actores favoritos o tu favorito.

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  2. Discrepo enérgicamente, Martínez. El cine es forma pero también es fondo y en esta historia hay un mensaje-trampa muy claro. Puede que la forma sea intachable, y así lo reconozco, pero el mensaje es falsario, repugnante y, para colmo, muy muy muy peligroso.

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  3. Pues claro que es fondo, pero el fondo no está en la evidente responsabilidad que tenemos todos de nuestros actos, entre ellos fumar o matarnos a quince coñac diarios, el problema y la esencia de la película está la remota posibilidad de enfrentarse al poder económico y mercantil, o es que no tenemos pruebas evidentes hoy en día de ello. La historia está ahí, pues nadie duda de que todos sabemos por activa y por pasiva (ya se encargan desde hace décadas de decírnoslo, antes no, pues ya las cuentas empiezan a no salirles a las aseguradoras y a los gobiernos, que en realidad les importa un puto pimiento nuestra salud, solo si las matemáticas entre ingresos fiscales por el impuesto del tabaco y los gastos sanitarios son o no rentables). Es solo un tema de cuadrar cuentas, si las mismas son muy, muy rentables, no dudes que las campañas contra el tabaco se reducirían notablemente.

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