lunes, 10 de junio de 2013

Lost in translation, by Sofia Coppola

Hola, me llamo Sofía Coppola, soy asquerosamente rica y os voy a contar cómo nos aburrimos los ricos.

Os sitúo: Tokio. Qué clase de personas creéis que se pueden morir de aburrimiento y de asco en un lugar tan fascinante. Pues sí, por increíble e incluso insultante que os parezca, esa gente existe.

Una joven aparentemente sana, estupenda, monísima y sin taras visibles (Scarlett Johansson) ha viajado hasta allí con su marido pero, como él se pasa el día trabajando y ella parece ser incapaz de pasárselo bien sola, se aburre como una ostra. Mira por la ventana; se rasca la nariz; coge un libro; lo mira; lo suelta; bosteza; se tumba en la cama; mira por la ventana; se vuelve a rascar la nariz... Sí, señores, en Tokio.

Un viejo actor cuya carrera pega los últimos coletazos (Bill Murray) viaja a la ciudad para rodar un anuncio, y entre toma y toma también se aburre como otra ostra. Éste mata las horas en el bar tomando whisky y escuchando a una petarda americana cantar. Sí, señores, en Tokio.

Pues sí, la vida es así, Dios le da gafas a quien no tiene ojos y pañuelo a quien no tiene mocos, qué se le va a hacer.

Luego estos dos se conocen, simpatizan, empatizan, surge la química y... se dedican a compartir su aburrimiento el uno con el otro. Y ya lo de siempre: yo te hago ojitos, tú me echas una sonrisita, yo te cojo la manita... y el suspense: cuándo coño se acostarán estos dos y dejarán de marear la perdiz. Y básicamente éste es el argumento de la película.

Pasemos por alto los siete pares de hostias que les daríamos a cada uno; pasemos por alto la terrible injusticia de que este par de gilipollas se puedan permitir viajar a un lugar al que ni tú ni yo ni medio mundo podrá ir jamás. Pasemos todo eso por alto y vayamos al grano: por qué coño se aburren tanto los ricos. Por qué son tan terriblemente desgraciados. Qué coño le pasa a esta gente. Y sobre todo, por qué disfruta tanto esta tía contándonos siempre en sus coñazos de películas lo mal que se lo pasan.

4 comentarios:

  1. Una película que frisa la obra maestra y que, una vez más, eres incapaz de apreciar. Algunas veces pienso que eres especial y otras que eres un auténtico náufrago de la sensibilidad. Una de las historias más desoladoras e inteligentes que he visto en las últimas décadas. Besos

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  2. Igual soy un poco bipolar. O un montón, quién sabe.

    Pero en esta crítica hay un mucho de envidia cochina y de incomprensión de clase, Martínez. Lo reconozco.

    Simplemente no puedo entender que la gente asquerosamente rica se aburra tanto en su tiempo libre. Tú no serás asquerosamente rico, no, Martínez?

    Porque pienso sinceramente que los ricos ociosos son los únicos que disfrutan de verdad con las pelis de Coppola junior.

    Y con lo de obra maestra te has pasao siete pueblos, Paco. Incluso aunque seas muy rico y los millones te salgan por las orejas, cuando te pasas, te pasas. Sin acritud.

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  3. Pero Inma qué tendrá que ver el tema de una película para desacreditarla por ello. Sería tanto como denostar a Sabrina o Historias de Filadelfia por el hecho de tratar de clases de sociales pudientes o similar.

    De la niña de Coppola solo me fascina ésta, pues las demás son auténticos plomos bañados en mercurio. Y no, no soy acomodado, tan solo subsistente pero sin cancelar.

    En cuanto a la película diría que es exquisita pues Lost in Translation se enamora de sus fuentes, se vislumbra un "Breve encuentro" entre Éric Rohmer y Jim Jarmusch. Aproximación a un instante, a un roce imposible, a un encuentro de soledades, de posibilidades inalcanzables y utópicas. No es más que la verdad desnuda o vestida, el arrebato quebrantado por los tiranos de la edad, el silencio, la posición y los prejuicios, donde la belleza y la brutal ironía copulan sin sexo.

    Puede que el sexo de la epidermis sea mucho mas brutal y desgarrado que los confines de las profundidades. Puede que la seda, la piel y las complicidades no estén hechas para náufragos de la sensibilidad como te decía. El tiempo queda etéreo, en silencio, visitándonos como lo ha hecho desde los comienzos. Y nos subimos a su carruaje sin reloj.

    Un milagro de musa y perdedor, de áurea princesa sin rascacielos y "poeta" publicitario. El tiempo suspendido entre miradas, caricias, posibilidades impermeables y la vida a veces insoportable, siempre irónica. Una de las más hermosas, profundas, sensibles y cotidianas historias de amor, mejor ternura entre dos almas solitarias y perdidas entre gigantescos monstruos urbanos pintados de luces de neón, tal que colosos de hierro y cemento en búsqueda de un roce solo afectivo. Puede que todo sea tan solo la historia de un roce, de ese milagro que aún nos hace diferentes. Inma tan solo es un cuento de búsqueda y de perdedores.

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  4. Martínez, no se trata de desacreditar a una película por su temática. Se trata de que lo que te cuentan te parezca completamente nimio y vacuo.

    Ya sé que la soledad es un sentimiento universal pero a mí en este tipo de gente me sigue pareciendo un sentimiento snob.

    No me llegan los personajes, no me llega el mensaje ni me llega la historia. Y no me llegan porque simple y llanamente no me los creo. Porque son falaces y porque tienen tanta credibilidad como si Bárcenas se pusiera mañana a llorar y a contarnos lo triste que es estar solo en Suiza esquiando en uno de sus viajes para poner al día sus cuentas. Pos oye, no.

    Pero vamos, que me parece genial que a ti te parezca genial.

    Faltaría más.

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