Si te metes en la Wikipedia buscando a Amy Tan te encuentras con la siguiente entrada: “Escritora de Estados Unidos que explora las relaciones entre madres e hijas y lo que significa ser parte de la primera generación de Asiáticos Americanos”.
Pues ya está todo dicho. Con esta presentación queda claro para quién fue escrita esta novela y para quién fue hecha esta película. Porque salvo que seas una madre o una hija o seas inmigrante asiática esto es un rollo macabeo de proporciones monumentales.
Y mira, aunque seas una madre o una hija, puede seguir siendo un rollo insoportable, porque además (esto se le olvidó decirlo a los de la Wikipedia) esta mujer ahonda en relaciones madre-hija, pero “superconflictivas”, vamos, que si tienes unas relaciones más o menos normales con tu madre o con tu hija, con sus más y sus menos pero nada digno de ser elevado a los altares de la literatura, pues esta historia te parecerá un coñazo de padre y muy señor mío, que es lo que me pareció a mí.
Porque es muy poco probable que te encuentres en una misma película a tantas madres juntas con un pasado traumático y a tantas hijas con unas relaciones tan problemáticas con sus madres. Os cuento un poco por encima: una madre que mató a su propio hijo allá en la China, otra que abandonó bajo un arbolito centenario a sus dos hijas gemelas, otra que fue brutalmente violada… y así todas las madres.
Y luego las hijas, cuatro hijas igualmente incomprendidas por sus cuatro madres. Ninguna madre está, en principio, contenta con la hija que le ha tocado, aunque luego al final resulta que no, que todo era una falsa impresión y que las cuatro progenitoras están en realidad superorgullosísimas de sus hijas, las cuales, por supuesto, terminan siendo todas hijas ejemplares completamente dignas de la más exigente mamá asiática.
Wayne Wang adapta la novela con total fidelidad a la intención lacrimógena de Tan y nos obsequia con una historia (magníficamente ambientada y sustentada por un estupendo elenco de actrices asiáticas de todas las edades, eso hay que reconocerlo) que puede interesar básicamente a quien interesen las novelas de la escritora, o sea, a mujeres problematizadas por sus relaciones familiares y preferiblemente orientales.
Si eres hombre directamente te aburrirás como una ostra y no entenderás nada. Si eres mujer pero mantienes una relación más o menos normal con tu madre o con tu hija esto te sonará a chino, que además es lo que es. Y si eres mujer y tienes problemas con tu madre o con tu hija de todas formas te sonará un poco raro que se puedan juntar en un mismo relato tantas mujeres con tantos problemas con sus madres y con sus hijas.
Ahora bien, si eres fan de las historias lacrimógenas de Amy Tan esta película te encantará. Y si en general te gustan los dramones de todo pelaje, principalmente familiares, también te lo puedes pasar pipa. Al resto del personal le aviso desde ya de que es superlarguísima y supercoñazo y que verla entera puede ser muy heavy.
Pues ya está todo dicho. Con esta presentación queda claro para quién fue escrita esta novela y para quién fue hecha esta película. Porque salvo que seas una madre o una hija o seas inmigrante asiática esto es un rollo macabeo de proporciones monumentales.
Y mira, aunque seas una madre o una hija, puede seguir siendo un rollo insoportable, porque además (esto se le olvidó decirlo a los de la Wikipedia) esta mujer ahonda en relaciones madre-hija, pero “superconflictivas”, vamos, que si tienes unas relaciones más o menos normales con tu madre o con tu hija, con sus más y sus menos pero nada digno de ser elevado a los altares de la literatura, pues esta historia te parecerá un coñazo de padre y muy señor mío, que es lo que me pareció a mí.
Porque es muy poco probable que te encuentres en una misma película a tantas madres juntas con un pasado traumático y a tantas hijas con unas relaciones tan problemáticas con sus madres. Os cuento un poco por encima: una madre que mató a su propio hijo allá en la China, otra que abandonó bajo un arbolito centenario a sus dos hijas gemelas, otra que fue brutalmente violada… y así todas las madres.
Y luego las hijas, cuatro hijas igualmente incomprendidas por sus cuatro madres. Ninguna madre está, en principio, contenta con la hija que le ha tocado, aunque luego al final resulta que no, que todo era una falsa impresión y que las cuatro progenitoras están en realidad superorgullosísimas de sus hijas, las cuales, por supuesto, terminan siendo todas hijas ejemplares completamente dignas de la más exigente mamá asiática.
Wayne Wang adapta la novela con total fidelidad a la intención lacrimógena de Tan y nos obsequia con una historia (magníficamente ambientada y sustentada por un estupendo elenco de actrices asiáticas de todas las edades, eso hay que reconocerlo) que puede interesar básicamente a quien interesen las novelas de la escritora, o sea, a mujeres problematizadas por sus relaciones familiares y preferiblemente orientales.
Si eres hombre directamente te aburrirás como una ostra y no entenderás nada. Si eres mujer pero mantienes una relación más o menos normal con tu madre o con tu hija esto te sonará a chino, que además es lo que es. Y si eres mujer y tienes problemas con tu madre o con tu hija de todas formas te sonará un poco raro que se puedan juntar en un mismo relato tantas mujeres con tantos problemas con sus madres y con sus hijas.
Ahora bien, si eres fan de las historias lacrimógenas de Amy Tan esta película te encantará. Y si en general te gustan los dramones de todo pelaje, principalmente familiares, también te lo puedes pasar pipa. Al resto del personal le aviso desde ya de que es superlarguísima y supercoñazo y que verla entera puede ser muy heavy.
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