miércoles, 18 de diciembre de 2013

The Deep Blue Sea, by Terence Davies

Como no teníamos bastante con Madame Bovary y todas sus congéneres adúlteras, aquí tenemos otro caso más de descerebrada que deja casa, marido solícito y complaciente, hijos en caso de que los hubiere, y todo tipo de comodidades para salir corriendo en pos del primer capullo igual de descerebrado que le dice por ahí te pudras.

A mí es que me cuesta muchísimo sintonizar mínimamente con este tipo de historias porque por lo general me paso la película entera deseando abofetear a la tía y sin comprender cómo es posible que su correspondiente amante no se deshaga de ella aunque sea a machetazo limpio.

Invariablemente todas ellas terminan resultando unas petardas de cuidado, un verdadero tostón; algunas intentan suicidarse para culpabilizar al amante por no quererlas tanto como los quieren ellas; otras se pasan el día echando broncas, que si salen, que si entran, que si se ven con otras mujeres… Pero qué querías, criaturita de Dios, reconvertirlo a la monogamia de por vida y ser ya tú la única por siempre jamás?

En este caso la tía es una de las más peores con las que me he topado. No le falta un detalle: intento de suicidio, broncas a destajo, morros hasta los pies, súplicas patéticas… Diosssss mío, cómo lo siento por Rachel Weisz, que es una de mis actrices favoritas, pero creo que ya nunca podré olvidarla en este rol. Hasta la mejor actriz del mundo se viene abajo en estos papeles porque todas los hacen exactamente igual, es casi una interpretación de manual: cara de carnero degollado permanente, ojitos brillosos y titilantes todo el tiempo y temblor corporal intermitente. Rachel, por qué aceptaste esto, mujer?

Por supuesto, como es su costumbre, entre tanto Terence Davies va intercalando cancioncillas irlandesas. En este caso nos deleita ni más ni menos que con la letra del himno oficioso irlandés, que dice tal que así: "Molly Malone va gritando: berberechos y mejillones vivos, ohhh, sí, vivos, vivos”.

Pobre Molly Malone, condenada hasta el fin de los tiempos a ir por ahí chillando gilipolleces para solaz de borrachos irlandeses cantarines. Qué cruz.

No hay comentarios:

Publicar un comentario