jueves, 19 de febrero de 2015

El sueño de Cassandra, by Woody Allen

Confieso que me cuesta decidir si me gusta más el Allen cachondo o el Allen trágico porque si bien comparto por completo el sentido del humor del cineasta no dejo de compartir igualmente su sentimiento trágico de la vida.

Yo pienso exactamente igual que él, que el ser humano es egoísta, malvado e irredimible, y que lo único que nos salva es que la civilización nos ha obligado a crear leyes, normas de convivencia y un código ético que nos permite enfrentarnos con mayor o menor fortuna a nuestra naturaleza depredadora. Pero vamos, que las hemos creado mismamente por nuestra propia supervivencia como especie, para no destruirnos, no porque seamos la hostia de buenos.

Esta película, como "Match Point" y algunas más de nuestro inquieto geniecillo, abunda en esa idea. Hay una serie de conceptos clave que son fijos en la filmografía trágica de Allen y que básicamente se podrían resumir en los siguientes puntos:

1. Somos capaces de todo o de casi todo por la supervivencia.

2. Cuando se cruza una línea determinada ya no hay límites.

3. La única forma de conseguir el éxito es pisotear sin piedad al contrincante.

4. La moral es algo completamente relativo, todo es según cómo lo plantees.

5. Todo el mundo tiene un precio.

Fijaos bien; con estos cinco principios básicos todo lo que ocurre en el mundo queda perfectamente explicado: el hambre, la corrupción, la desigualdad, la pobreza, las religiones, la violencia... Y es que es tan simple como eso: Homo homini lupus est, el hombre es un lobo para el hombre. Lo dijo primero Plauto, lo repitió Hobbes y ahora yo lo confirmo rotundamente.

Por eso esta historia llevaba todas las papeletas para gustarme, para encantarme y para hacerme gritar "Chapeau!!!" una vez más a mi director favorito. Por eso y porque encima el muy cabrón ha contratado a dos de mis actores fetiche, que además bordan sus personajes tanto uno como el otro. Y ahí me rindo totalmente a ese atormentado Colin Farrell en atroz enfrentamiento bíblico contra su calculador hermano Ewan McGregor. Qué pedazo de Caín y qué pedazo de Abel, señores.

Entonces, dónde está el fallo?  Pues simple y llanamente en un final que destroza todas mis expectativas. Para mí uno de los peores finales, de los más chapuceros, de los menos currados del universo Allen. Y como no puedo destriparlo porque sería una putada, simplemente lo dejo aquí. Quien quiera saber por qué me ha decepcionado tanto el desenlace, que vea la película y tome su propia decisión.

3 comentarios:

  1. Es de las menos estimadas del cineasta y creo que es una notable película. Y sí, el final me gusta, pues al igual que toda la confección formal y esencial de la película, su final no podía ser de otra manera. Pulcro, sencillo, sin aparataje y evidenciando lo aleatoria y caprichosa que es la vida. ¿Lo mejor?, la total ausencia de posicionamiento ético y el desarrollo neutral de unos hechos y sus consecuencias o ausencia de las mismas. Quien esperase un final complejo, laberíntico o detallado es que no ha entendido el verdadero planteamiento de Allen. Un beso

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  2. Insinúas, Martínez, que no he captado el quid de la question?

    Por cierto, bienvenido de nuevo.

    Casi te llegué a dar por difunto.

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  3. Jajaja. Ten por seguro que lo que se dice difunto estaré algún día. Cuídate diablesa.

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