Me habría podido gustar bastante esta película si Todd Field no hubiera intercalado constantemente esa innecesaria voz en off que narra lo que se está viendo perfectamente como si el espectador fuera imbécil o los actores unos mantas. Si un actor sabe hacer su trabajo y es capaz de expresar perfectamente las emociones del personaje no hace falta que ningún narrador vaya diciendo: “Pepito sintió que…”. El narrador en este caso es prescindible, además de cansino.
Me habría podido gustar bastante esta película si no tuviera esa tremenda carga de moralina con respecto a la infidelidad y si el personaje de Kate Winslet no hubiera hecho en un momento dado una encendida defensa de Madame Bovary calificándola como “una feminista de su tiempo”, simplemente porque se pilló un encoñe del copón. Puagggggg!
Me habría podido gustar bastante esta película si el personaje de Jennifer Connelly hubiese tenido más presencia y más credibilidad. De hecho, en las historias de infidelidades personalmente los personajes que más me interesan son siempre los de los cornudos porque son los más inquietantes y difíciles de abordar. Los otros son siempre más o menos lo mismo, pero la cornamentada o el cornamentado son los que más matices pueden presentar, y aquí prácticamente pasa casi de puntillas.
Me habría podido gustar bastante esta película si el personaje del pederasta no hubiera estado tan plagado de tópicos. Sí me ha parecido interesante cómo refleja Field la desazón y el malestar que despierta la presencia de un pervertido en una comunidad, pero es tal la cantidad de situaciones casi de manual que se reflejan en la película que llega un momento en que suena a puro cuento. Y encima el narrador incordiando con su ruído de fondo.
Pero sobre todo, me habría podido gustar bastante esta película si Todd Field no hubiera resuelto tanto la historia del pederasta como la de los amantes de una forma tan chapucera, absurda y poco convincente. Más de dos horas de película esperando un desenlace, si no brillante, al menos algo creíble, y va el colega y se deja caer con esa mierda de final que no se lo cree ni el Tato. Menudo chasco!
Me habría podido gustar bastante esta película si no tuviera esa tremenda carga de moralina con respecto a la infidelidad y si el personaje de Kate Winslet no hubiera hecho en un momento dado una encendida defensa de Madame Bovary calificándola como “una feminista de su tiempo”, simplemente porque se pilló un encoñe del copón. Puagggggg!
Me habría podido gustar bastante esta película si el personaje de Jennifer Connelly hubiese tenido más presencia y más credibilidad. De hecho, en las historias de infidelidades personalmente los personajes que más me interesan son siempre los de los cornudos porque son los más inquietantes y difíciles de abordar. Los otros son siempre más o menos lo mismo, pero la cornamentada o el cornamentado son los que más matices pueden presentar, y aquí prácticamente pasa casi de puntillas.
Me habría podido gustar bastante esta película si el personaje del pederasta no hubiera estado tan plagado de tópicos. Sí me ha parecido interesante cómo refleja Field la desazón y el malestar que despierta la presencia de un pervertido en una comunidad, pero es tal la cantidad de situaciones casi de manual que se reflejan en la película que llega un momento en que suena a puro cuento. Y encima el narrador incordiando con su ruído de fondo.
Pero sobre todo, me habría podido gustar bastante esta película si Todd Field no hubiera resuelto tanto la historia del pederasta como la de los amantes de una forma tan chapucera, absurda y poco convincente. Más de dos horas de película esperando un desenlace, si no brillante, al menos algo creíble, y va el colega y se deja caer con esa mierda de final que no se lo cree ni el Tato. Menudo chasco!
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