miércoles, 20 de febrero de 2013

Al límite de la verdad, by Roger Michell

Ben Affleck. El “mal actor-estupendo director” por antonomasia nos sorprende en esta película, en la que es actor pero no está nada pero que nada mal. Es uno de los dos protagonistas en lid; interpreta a un abogado de éxito que tiene un accidente cuando se dirige al tribunal y pierde unos papeles importantes. Su personaje va in crescendo en su rabia y su desesperación por recuperarlos, y al mismo tiempo su asco por el sucio mundo en el que se mueve. Su encontronazo con Jackson será un revulsivo que le obligará a replantearse toda su vida de principio a fin.

Samuel L. Jackson. Va en el coche que choca contra el de Affleck. Es un alcohólico en rehabilitación, un padre desesperado que lucha por no perder a sus hijos. Al igual que su contrincante va metiéndose en una espiral de violencia e ira que le llevan a perder totalmente el control de sus actos y sus decisiones. Corren de su cuenta algunos de los momentos más tensos del filme, como ése en el que entra en un bar, pide una copa de bourbon y se sienta a mirarla. Se la tomará?

Y junto a los dos protagonistas principales, unos secundarios de lujo, como Toni Collette, que interpreta a la amante y compañera de trabajo de Affleck, con quien comparte intensísimos planos y diálogos; o William Hurt, amigo y compañero de batallas alcohólicas de Samuel L. Jackson, con el que igualmente comparte planos y diálogos que no tienen nada que envidiar a los del equipo contrario.

Roger Michell, el famoso artífice de la alabadísima “Notting Hill”, debuta en el cine norteamericano con esta película, desde mi punto de vista notablemente infravalorada. Con un reparto lleno de nombres estelares (obviemos a Affleck, aunque ya digo que está sorprendentemente bien) y un guión denso y consistente en el que la tensión se mezcla con el drama a partes iguales, nos cuenta una historia de límites morales, de estrés vital, de decisiones erróneas en cadena y por último de redención que está muy bien escrita y mejor dirigida.

Si acaso falla algo es el final. No sé, creo que el desarrollo de la acción merecía otra cosa, algo un poco menos flowerpower. Pero bueno, se le puede perdonar porque es uno de esos finales que dejan una sonrisa bobalicona en la cara y oye, tampoco de vez en cuando hace daño algo de optimismo vital. Digo yo, vamos.

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