martes, 26 de febrero de 2013

La cinta blanca, by Michael Haneke

Consejos básicos para hacer una película, llevarte un montón de premios en festivales y ser considerado un genio del cine:

1. La fotografía mejor en blanco y negro. Dónde va a parar. Eso da ya un montón de postín per se.

2. Difundir el rumor de que la trama es una parábola del nacimiento del nazismo, de la decadencia de Occidente o de cualquier otra chorrada por el estilo. Así si el espectador no se entera de nada siempre será porque es demasiado torpe para captar la metáfora.

3. Lentitud exasperante de la acción. Que los personajes se miren mucho y hablen poco, lo justo para que no parezcan mudos o autistas.

4. Introducir algún tipo de aberración sexual sutilmente manifestada: un padre abusador, un pajillero atormentado, una señora que se mutila el clítoris, y cosas así…

5. Saltar de una línea argumental a otra constantemente para que nadie pueda entusiasmarse con una en concreto y así enterarse de algo.

6. Meter mucho plano laaaaaaargo, a ser posible interminable.

7. Evitar a toda costa que ninguno de los personajes se ría lo más mínimo. La menor mueca con un ligero parecido a una sonrisa puede mandar al traste toda la película.

8. Elegir a actores muy feos, con narices grandes, ojos de sapo y caras de tísicos, y vestirlos y maquillarlos para que parezcan aún más feos si es posible. La gente guapa es incompatible con una peli de culto.

9. Los decorados deben ir en consonancia con la fealdad de los personajes y sus ropajes. Casas oscuras, cochambrosas, mucha ruina y toda la porquería que sea posible. El paisaje ideal para un genio es un estercolero o un descampado plagado de ratas.

Y así es básicamente como Haneke ha conseguido llegar a ser un director de culto y se ha inflado a ganar Palmas, Conchas, Globos de Oro, Oscares, Césares y demás chatarrería fina. Además de un pastizal, que tampoco es moco de pavo.

1 comentario:

  1. Je je je... A mí Haneke me desconcierta y en un par de ocasiones me ha dejado pensando "¿será que soy oligofrénico... o esta película es realmente tan mala como me parece?" Eso es lo que me pasó con La Cinta Blanca y con Caché, pero sobre todo con la primera.

    Sin embargo, me va usted a permitir que ensalce hasta el paroxismo su obra Funny Games (la versión de 1997). Película inquietante donde las haya. Terror del bueno, del de verdad, del que te hace sufrir porque sabes que lo que estás viendo puede ser real, y puede sucederte a ti. Además tiene un par de memorables rupturas de la cuarta pared que me dejaron sin aliento.

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