miércoles, 13 de febrero de 2013

Amen, by Constantin Costa-Gavras

Habemus papam interinum. Sí, amigos, el pontífice Benedicto tropecientos (no recuerdo el número) ha dimitido y ocupa de momento el cargo con carácter de interinidad en tanto el Espíritu Santo se decide a elegir entre los ancianos papables que esperan ansiosos su sabia decisión.

A mí esto la verdad es que me la trae bastante al fresco porque los papas me parecen todos igual de cutres, melífluos y plastas y además su reino no es de mi mundo. Empezando por el trajecito, gorro incluído, y acabando por la nube de cardenales que llevan al retortero a todas partes, todo en ellos me parece de un esperpéntico y un fantochil que echan para atrás.

El bueno de Costa-Gavras, con su mejor intención, se muestra en esta película, indiscutiblemente muy bien hecha, escandalizado por la actitud de la Iglesia ante el Holocausto nazi. Y yo lo entiendo, es algo que para un creyente puede clamar al cielo. La desidia, el desinterés, la indiferencia ante las evidencias que llegaban del exterminio judío… pueden ser realmente dolorosos para quien se sienta unido de algún modo a la Iglesia Católica. Pero es que yo ya hace mil años que rompí amarras, que me lo espero todo de esta gente y que no me extraño de nada. Y claro, esta historia no me conmueve lo más mínimo.

La Iglesia hace ya muchos siglos que dejó de parecerse lo más mínimo a lo que Cristo significó e intentó predicar con su vida, si es que en algún momento se llegó a parecer. El papa es un señor que, además de liderar una religión, es jefe de un estaducho de mierda pero cargado de riquezas artísticas y financieras. Y salvo su constante preocupación por la entrepierna de la gente (de la gente de fuera, no de su gente) yo no he visto nunca ningún otro interés por mejorar la vida de sus fieles o por ser ejemplo de nada.

Otra cosa son los movimientos de base, los curas de barrio, los misioneros, o la gente que se lo curra en ONGs como Cáritas, pero ellos nada tienen que ver con el Vaticano y sus jerarcas; son otro mundo. El papa, los cardenales y los obispos van a su bola, nunca les ha interesado nada que no sea preservar su poder y mantener sus privilegios seculares. Puedo, por tanto, sorprenderme o escandalizarme lo más mínimo por saber que la Iglesia no movió ni un dedo para evitar el Holocausto, cuando tuvo noticias de él? Posvaserqueno.

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