miércoles, 6 de marzo de 2013

The Visitor, by Thomas McCarthy

Pongamos un suponer: tú eres un profesor de Universidad triste, gris, de coronilla pelada, estirado, introvertido, poco dado a la comunicación interpersonal, casi autista, vamos. Además eres un cabrón y cuando tus alumnos te piden que les revises los exámenes los mandas al carajo sin contemplaciones. Vale, hasta aquí tu personalidad. En esto que vas a dar una conferencia a Nueva York, donde tienes un piso en propiedad, y cuando entras en él te encuentras allí viviendo a una pareja: un sirio y una senegalesa. Qué harías?

1. Echarlos de tu casa inmediatamente y llamar a un cerrajero para cambiar la cerradura.

2. Saludarles, invitarlos a una copa y echar una timba al parchís.

3. Llamar ipso facto a la policía.

4. Agarrar el tambor africano de uno de ellos y decirle que te enseñe a tocarlo.

5. Montar en cólera y armar un pollo para que se entere todo el vecindario.

6. Morirte de un infarto o de un ictus o de algo.

7. Montar una comuna en tu casa y formar un dúo de percusión con el sirio.

8. Aprovechar la estancia de los chicos para ligar con la madre palestina de uno de ellos.

9. Cagarte de miedo y regalarles el piso y además nombrarlos herederos universales.

Bueno, pues Tom McCarthy digamos para ser benévolos, que escoge las opciones más “alternativas” y monta una performance un tanto rara con el trío este. En medio cuela una peculiar “historia de amor” entre el profe calvete y aspérgico, interpretado con bastante éxito por Richard Jenkins (con nominación a Don Oscar incluída), y la mamá palestina del muchacho sirio, también muy sobriamente encarnada por Hiam Abbas, tan estupenda como siempre. No sé, y le sale una cosa...extraña. Vamos, hablando claro, un verdadero despropósito. Pero eso sí, muy reconfortante porque habla del mestizaje, la interculturalidad, la solidaridad y otras cosas igualmente bonitas que molan mogollón.

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